Lima, Perú, ha permanecido en un prolongado silencio sísmico de casi 300 años, un periodo que ha generado acumulación de energía tectónica en la región, según el Instituto Geofísico del Perú (IGP).
Este contexto ha llevado a los expertos a advertir que un terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter es no solo posible, sino inminente, con consecuencias devastadoras.
Y es que numerosos terremotos han sacudido la capital de Peruana desde aquella fatídica noche del 28 de octubre de 1746, aunque ninguno con tanta violencia.
El relativamente largo “silencio sísmico” significa que Lima, situada a horcajadas sobre una de las rupturas más volátiles de la corteza terrestre, está cada vez más en riesgo de ser golpeada por un doble golpe, un terremoto y un tsunami, tan calamitoso como el que devastó Japón el año pasado y traumatizó a Santiago de Chile y su costa cercana un año antes, dicen los sismólogos.
Sin embargo, esta ciudad de 9 millones de habitantes no está preparada para afrontar este tipo de desastres.
Su vulnerabilidad extrema, que va desde la precariedad de las viviendas hasta la escasez de personal de emergencia, no tiene parangón en la región.
Podría ser una gran tragedia
El Instituto Nacional de Defensa Civil de Perú prevé hasta 50.000 muertos, 686.000 heridos y 200.000 viviendas destruidas si un terremoto de magnitud 9,0 sacude Lima.
“En Sudamérica es donde hay mayor riesgo”, dijo el arquitecto José Sato, director del Centro de Estudios y Prevención de Desastres (PREDES), un grupo no gubernamental financiado por la organización benéfica Oxfam que trabaja para reducir la vulnerabilidad de Lima ante los terremotos.
Lima alberga un tercio de la población del Perú, el 70 por ciento de su industria, el 85 por ciento de su sector financiero, todo su gobierno central y la mayor parte del comercio internacional.
“Un terremoto como el que ocurrió en Santiago quebraría económicamente al país”, dijo Gabriel Prado, el principal funcionario de preparación para terremotos de Lima. Ese terremoto tuvo una magnitud de 8,8.
Los terremotos son frecuentes en Perú, con unos 170 que la gente siente cada año, dijo Hernando Tavera, director de sismología del Instituto Geofísico del país. Se avecina un gran terremoto, y las probabilidades de que ocurra aumentan cada día, dijo.
La misma colisión de placas tectónicas responsable del terremoto más poderoso jamás registrado, un terremoto de magnitud 9,5 que azotó Chile en 1960, ocurre justo frente a la costa de Lima, donde alrededor de 3 pulgadas de corteza oceánica se deslizan anualmente debajo del continente.
Un antecedente
En 1974, un terremoto de magnitud 7,5 a un día de viaje desde Lima, en la Cordillera Blanca, mató a unas 70.000 personas, ya que los deslizamientos de tierra sepultaron pueblos. Setenta y ocho personas murieron en la capital.
En 2007, un terremoto de magnitud 7,9 golpeó aún más cerca, matando a 596 personas en la ciudad costera de Pisco, en el centro-sur.
Más de dos de cada cinco habitantes de Lima viven en estructuras precarias sobre suelos arenosos inestables y humedales que amplifican el poder destructivo de un terremoto o en asentamientos en laderas de colinas que surgieron a lo largo de una generación cuando la gente huyó del conflicto y la pobreza en el interior de Perú. Miles de ellos están construidos con adobe de la época colonial.
La mayoría de los países propensos a terremotos tienen códigos de construcción rigurosos para resistir eventos sísmicos. En Chile, si los ingenieros y constructores no los cumplen pueden enfrentarse a la cárcel. No es así en Perú.
“La gente está construyendo con adobe como lo hacía en el siglo XVII“, dijo Carlos Zavala, director del Centro Peruano-Japonés de Investigación Sísmica y Mitigación de Desastres de Lima.
La mano del hombre en la naturaleza
Los peligros ambientales y provocados por el hombre agravan el peligro.
Ubicada en un desierto costero, Lima obtiene su agua de un solo río, el Rímac, que un deslizamiento de tierra podría bloquear fácilmente.
Ese riesgo se ve agravado por un estanque de contención lleno de metales pesados tóxicos de una antigua mina que podría romperse y contaminar el Rímac, dijo Agustín González, un funcionario de PREDES que asesora al gobierno de Lima.
La mayor parte del suministro de alimentos a Lima llega a través de una carretera de dos carriles paralela al río, otro potencial punto de estrangulamiento.
Lima, una ciudad con puntos claves muy vulnerables
El aeropuerto y el puerto de Lima, puntos clave de entrada para la ayuda internacional, también son vulnerables. Ambos están en Callao, que los sismólogos esperan que sea azotado por un tsunami de seis metros si un gran terremoto tiene su epicentro en alta mar, el escenario más probable.
La administración de la alcaldesa Susana Villarán es la primera en Lima que organiza un plan de respuesta ante terremotos y mitigación de desastres.
Una ley de febrero de 2011 obligaba a las municipalidades del Perú a hacerlo. Sin embargo, el de Lima aún es incipiente.
“¿Cómo se va a atender a los heridos? ¿Cuál es la capacidad de respuesta de los hospitales? ¿De los servicios básicos? ¿De agua, de energía, de reservas de alimentos? No creo que esto se esté abordando con la suficiente responsabilidad”, dijo Tavera, del Instituto Geofísico.
Por necesidad, la mayoría de los heridos serían tratados en el lugar donde caen, pero la policía peruana al parecer no tiene una formación integral en primeros auxilios. Sólo los 4.000 bomberos de Lima, todos voluntarios, tienen esa formación, al igual que un escuadrón de emergencias de la policía de 1.000 agentes.
Pero como los bomberos son voluntarios, el momento en que se produce un terremoto podría influir en las labores de rescate.