Hay días en los que te levantas bien, con ánimo, listo para todo. Pero basta con encontrarte con alguien quejumbroso, estresado o simplemente de mal genio… y al rato ya sientes que el mundo te pesa. No es tu imaginación. La ciencia dice que lo negativo se pega.
Este fenómeno, conocido como contagio emocional, explica por qué podemos absorber el estado de ánimo de otras personas sin darnos cuenta. Es algo automático y está mediado por nuestras neuronas espejo, un sistema del cerebro que se activa cuando vemos a alguien expresar una emoción. Así, si vemos a alguien fruncir el ceño o estresado, nuestro cerebro reacciona como si nosotros también lo estuviéramos.
Lo negativo se pega y afecta tu estado emocional
El contagio emocional no es una idea nueva, pero estudios recientes han demostrado que lo negativo se pega con más fuerza que lo positivo. Las emociones negativas como el miedo, la ira o la tristeza activan zonas profundas del cerebro como la amígdala, encargada de la respuesta al peligro. Esto nos pone en estado de alerta, incluso si no somos conscientes del origen.
Por eso, cuando pasas mucho tiempo con alguien que está constantemente quejándose o reaccionando con hostilidad, tu cuerpo lo siente. Sube el nivel de cortisol, te pones tenso, y sin quererlo, el mal humor se vuelve parte de tu día.
Las neuronas espejo: un mecanismo empático que puede jugar en tu contra
Las neuronas espejo nos permiten empatizar, entender lo que otros sienten y conectarnos emocionalmente. Pero también nos hacen vulnerables al estrés social. Si alguien a tu alrededor está en pánico, es probable que empieces a sentir ansiedad tú también, aunque tu día iba bien.
Este tipo de reacciones se da especialmente en entornos donde hay poco descanso emocional: oficinas tóxicas, familias conflictivas o relaciones donde una persona constantemente impone su estado emocional sobre los demás.
Protege tu bienestar emocional
Saber que lo negativo se pega es clave para cuidar tu salud mental. Estas son algunas estrategias recomendadas por expertos:
Rodéate de personas que regulan bien sus emociones.
Practica el mindfulness para reconocer cuáles emociones son tuyas y cuáles no.
Aprende a poner límites cuando alguien descarga su estrés social sobre ti.
Descarga tensiones con ejercicio o actividades creativas.
Estudios han demostrado que personas expuestas constantemente a emociones negativas ajenas tienden a desarrollar insomnio, dolores físicos y ansiedad. Incluso el rendimiento laboral y las relaciones personales se ven afectados. Y todo empieza porque el mal humor de otro te encuentra sin defensas.
No se trata de evitar a todo el que tenga un mal día, sino de aprender a blindarte. Porque sí: lo negativo se pega, y mucho más de lo que imaginas.