Escuchar música puede ser un momento placentero para muchos, pero para algunas personas va mucho más allá. En ciertos casos, una canción puede provocar piel de gallina, un escalofrío en la columna, un nudo en la garganta o una oleada súbita de emoción. Esa reacción física y emocional tiene un nombre científico: frisson. Se trata de un fenómeno que ocurre cuando el cerebro reacciona de forma intensa ante ciertos estímulos musicales cargados de belleza, sorpresa o carga emocional.
Sentir escalofríos por la música no es algo que todos experimentan, y su aparición puede estar ligada a una mayor sensibilidad emocional y a una conectividad distinta en el cerebro. Las personas que lo sienten de forma recurrente podrían tener una configuración cerebral que las hace más receptivas al arte, a la música y a las emociones profundas.
Qué ocurre en el cerebro cuando sentimos escalofríos por la música
Este fenómeno es conocido como frisson, una palabra francesa que significa “escalofrío” o “temblor”. En ciencia, se describe como una experiencia de placer intenso desencadenada por estímulos musicales, artísticos o emocionales. Lo que hace único al frisson es que no se trata solo de una emoción. Es una reacción neurológica medible, con efectos visibles en el cuerpo y el cerebro.
Los estudios más conocidos sobre el frisson vienen de instituciones como la Universidad de Harvard y la Universidad del Sur de California. En uno de ellos, se demostró que las personas que sienten escalofríos por la música activan áreas específicas del cerebro relacionadas con el placer, la emoción y la recompensa.
La conexión entre sensibilidad emocional y respuesta cerebral
La respuesta cerebral al frisson es tan intensa que se ha convertido en objeto de estudio en psicología, musicología y neurociencia. Algunas personas pueden llorar con una canción y otras no sentir absolutamente nada. Esa diferencia se debe a la conectividad entre las áreas auditivas y emocionales del cerebro.
Las personas con mayor sensibilidad emocional tienden a tener una vida interior más rica y se emocionan con más facilidad ante lo bello o lo profundo. Este tipo de reacción también se relaciona con la empatía, la introspección y la apertura a nuevas experiencias.
Cómo el sistema nervioso reacciona a los estímulos musicales
Desde el punto de vista físico, el frisson se manifiesta como un estremecimiento que puede durar de uno a diez segundos. Se asocia con un aumento en la conductancia de la piel, aceleración cardíaca y una contracción involuntaria de los músculos del cuello y la espalda. Todo esto está controlado por el sistema nervioso autónomo.
Algunos describen este momento como una ola que recorre el cuerpo o un nudo en el estómago. Aunque puede parecer un simple escalofrío, detrás hay una compleja red de actividad cerebral y fisiológica.
Qué tipo de música provoca escalofríos en algunas personas
La música no necesita ser triste para provocar escalofríos. Muchas veces, himnos de victoria, melodías épicas o canciones que despiertan recuerdos pueden generar el mismo efecto. Compositores como Hans Zimmer o Ennio Morricone utilizan armonías y pausas para activar emociones profundas.
También en el pop se diseñan canciones para provocar reacciones intensas. Adele, Coldplay o Sam Smith suelen estructurar sus temas para incluir momentos de alto impacto emocional. Estos efectos musicales se alinean con los puntos donde el oyente experimenta más placer, generando una respuesta cerebral inmediata.
El frisson también aparece en el cine, el arte o los discursos
Aunque la música es el disparador más común, no es el único. Una escena de película, un poema o un discurso puede tener el mismo impacto. La clave está en el contenido emocional y cómo este se conecta con las experiencias del oyente o espectador.
Este tipo de reacción neurológica también se ha explorado en terapias, como la musicoterapia, donde las personas que experimentan frisson suelen mostrar una mayor conexión emocional con sus recuerdos o traumas.
Qué revela este fenómeno sobre tu forma de procesar emociones
Sentir escalofríos por la música no es algo común para todos, y puede ser una pista de que tu cerebro está cableado de forma distinta. El hecho de que una obra artística te haga reaccionar a nivel físico dice mucho sobre tu forma de conectar con el mundo.
Aunque no se puede forzar esta sensación, sí se puede cultivar. Escuchar música con atención, permitirte sentir, y exponerte a nuevas formas de arte aumentan la posibilidad de que ocurra este fenómeno.