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Posponer la alarma podría tener beneficios para tu salud

El hábito de posponer la alarma no siempre es perjudicial y un estudio en Estocolmo sugiere que podría ayudar a mejorar el rendimiento diario.

¿Eres de los que cada mañana pulsa el botón de posponer la alarma varias veces antes de levantarte? Durante décadas, expertos y gurús del bienestar repitieron que esta costumbre arruinaba el descanso y generaba más cansancio que energía. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Estocolmo sugiere que la historia podría ser distinta: posponer la alarma no siempre es perjudicial y, en algunos casos, puede aportar beneficios al iniciar el día.

El experimento en Estocolmo

El estudio, publicado en la revista científica Journal of Sleep Research, encuestó a más de 1 700 personas sobre sus hábitos de sueño y la relación con la función snooze. Los resultados fueron claros: quienes posponen la alarma no presentaron peor calidad de descanso que quienes se levantan de inmediato.

Además de la encuesta, los investigadores realizaron un ensayo en laboratorio con 31 voluntarios acostumbrados al snooze. Allí se comprobó que retrasar el despertar en intervalos de hasta 30 minutos apenas redujo el sueño real en seis minutos. Más sorprendente aún: los participantes no mostraron alteraciones en el estado de ánimo, en los niveles de cortisol —la hormona del estrés— ni en la sensación de fatiga al iniciar la jornada. Por el contrario, en algunas pruebas de memoria y concentración, quienes usaron la función obtuvieron mejores resultados cognitivos inmediatamente después de levantarse.

Los científicos sugieren que el beneficio podría deberse a que posponer la alarma ayuda a evitar despertares abruptos durante fases de sueño profundo. Esa transición más gradual hacia la vigilia se traduce en un inicio de jornada menos brusco y con mayor claridad mental.

El debate entre especialistas

El hallazgo ha generado discusión entre la comunidad científica. Mientras algunos celebran la posibilidad de redimir un hábito muy común, otros recuerdan que no todo está dicho. Expertos en cronobiología advierten que posponer la alarma de forma repetitiva y prolongada sí puede fragmentar los ciclos del sueño, especialmente si se interrumpe la fase REM. Esto, a la larga, podría traducirse en mayor somnolencia diurna, dificultad de concentración y alteraciones en la regulación hormonal.

Además, los estudios poblacionales más amplios muestran que quienes dependen demasiado del snooze suelen reportar horarios de descanso irregulares o insuficientes. En esos casos, el problema no es tanto la alarma como la falta de una rutina de sueño adecuada.

Qué significa para tu día a día

El estudio sueco ofrece una mirada más matizada sobre el snooze. Posponer la alarma no es el villano que durante años se creyó. Usarlo de manera ocasional puede ser una herramienta útil para despertar con mayor suavidad y enfrentar el día con menos aturdimiento. Sin embargo, si se convierte en un hábito constante, puede ser una señal de que necesitas ajustar tus horarios, dormir más horas o buscar una mejor higiene del sueño.

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