El inicio del pingüino que regresa cada año
En 2011, João Pereira de Souza, un pescador jubilado de una aldea en Río de Janeiro, encontró en la playa a un pingüino de Magallanes cubierto de petróleo y muy débil. Decidió ayudarlo, lo limpió con cuidado, lo alimentó con sardinas y lo cuidó hasta que recuperó fuerzas, ahora el pingüino que regresa cada año.
João lo bautizó como Dindim. Lo esperado era que el ave regresara al mar en cuanto sanara, pero en lugar de hacerlo se quedó varios meses junto a su rescatador. Ese gesto sorprendió a todos porque no es común que los pingüinos establezcan vínculos tan cercanos con humanos.
Un pingüino que regresa cada año a su rescatador
Cuando recuperó su energía, Dindim volvió al océano. Sin embargo, al año siguiente apareció de nuevo en la casa de João. Desde entonces, se convirtió en el pingüino que regresa cada año para convivir durante meses con el hombre que lo salvó.
Los expertos explican que los pingüinos de Magallanes migran miles de kilómetros entre Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Por eso sus viajes tienen sentido dentro de su comportamiento natural. Lo sorprendente no es la distancia recorrida, sino la fidelidad de Dindim al volver al mismo lugar y a la misma persona.
Una historia que inspiró al mundo
El caso de este pingüino que regresa cada año se volvió viral en 2016 y fue publicado en medios internacionales como BBC, The Guardian y Good News Network. Las fotos de João abrazando al ave recorrieron las redes y provocaron miles de comentarios de asombro.
El vínculo incluso inspiró la película My Penguin Friend, protagonizada por Jean Reno, que recrea la relación entre el pescador y el animal, aunque con partes ficcionadas.
Algunos reportes sostienen que Dindim nada más de 5.000 millas anuales para visitar a João. Aunque no existen pruebas científicas que lo confirmen, sí está comprobado que el ave volvió varias veces, consolidando una amistad que cautivó a millones.
El legado de Dindim
Hoy no se sabe con certeza si Dindim sigue visitando a su rescatador. João, sin embargo, recuerda cada encuentro como una bendición y una muestra de gratitud animal. Para los especialistas, la historia de este pingüino que regresa cada año también abre la conversación sobre la contaminación marina y la importancia de proteger los hábitats costeros.
El vínculo entre un pescador y un pingüino es un recordatorio de que los pequeños actos de cuidado hacia la naturaleza pueden generar lecciones que trascienden fronteras y generaciones.