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Así operan las mafias de tráfico de órganos

Las investigaciones indican que el comercio ilegal de órganos va en aumento, con un informe reciente de Global Financial Integrity que estima que el comercio ilegal de órganos genera ganancias entre $ 600 millones y $ 1.2 mil millones de dólares por año.

El tráfico de órganos es una práctica ilegal que consiste en la extracción o retirada de órganos humanos con fines comerciales, usualmente para realizar trasplantes.

Se trata de una actividad que se considera ilegal en gran parte del mundo y acerca de la cual no circula demasiada información real en comparación con supuestos, por lo que a menudo resultan objeto de leyendas urbanas.

En las últimas décadas, defensores de los derechos humanos han denunciado casos de presunto tráfico de órganos en países usualmente inestables políticamente o con poca seguridad jurídica, como China, India, Mozambique o los países de Europa oriental que antiguamente formaban parte de Yugoslavia y la Unión Soviética.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tráfico de órganos ocurre cuando los órganos son removidos del cuerpo bajo el propósito de realizar transacciones comerciales.

Se ha establecido que «el pago por órganos supone tomar una ventaja injusta sobre los grupos más pobres y vulnerables, socavando la donación altruista y conduciendo a la especulación y la trata de personas».​

Las investigaciones indican que el comercio ilegal de órganos va en aumento, con un informe reciente de Global Financial Integrity que estima que el comercio ilegal de órganos genera ganancias entre $ 600 millones y $ 1.2 mil millones de dólares por año.

Si bien se trata de una práctica habitual y tradicionalmente punida y rechazada en casi todo el mundo su estatus legal.

Sin embargo, está tendiendo a cambiar alrededor del mundo; por ejemplo, Australia y Singapur han empezado a permitir desde el 2013 la compensación económica a cambio de órganos para donantes de órganos vivos.

A espaldas de los gobiernos

Si el tráfico de órganos habita en las sombras, dicen expertos, es porque muchos lo han permitido. Empezando por algunos gobiernos.

Alicia Verdú, una criminóloga española, dijo a la BBC Mundo que, “datos no hay, ni cifras oficiales. El primer paso es la negación”.

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“Los Estados no quiere asumir que tienen tráfico de órganos dentro de sus fronteras, a no ser que haya un escándalo como ha ocurrido en Sudáfrica o España. Pueden asumir que tienen prostitución, tráfico de drogas. No pasa nada porque todos los otros Estados los tienen. Pero no tráfico de órganos”.

Verdú calcula que, del total de trasplante de órganos, al menos 10% se realiza de manera ilegal.

Una cifra que, asume, es mucho mayor en América Latina, por sus niveles de corrupción, pobreza y debilidad del sistema judicial.

La experta aclara que dentro de lo que se considera como actividad ilegal está, por ejemplo, pagar para pongan a una persona en los primeros lugares en la lista de quienes esperan un donante para trasplante.

Una historia

Tres días a la semana, durante cuatro horas, Xavier Martín tiene que conectarse a una máquina para limpiar su sangre. Sus riñones no pueden hacerlo.

Tiene 54 años y lleva 26 sometido a diálisis. Ha pasado por dos trasplantes. Y por dos decepcionantes rechazos.

A estas alturas, su sistema inmunitario se ha vuelto demasiado sabio. Ataca cualquier órgano intruso.

Sólo se le podría engañar ingresando a Martín para anular todas sus defensas (plasmaféresis) y sincronizando el trasplante con un donante vivo compatible.

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Pero este barcelonés no tiene donante vivo. Más bien, no quiere jugársela.

“Mis dos hermanos se han ofrecido, pero el riesgo de rechazo es tan grande que podrían quedarse sin riñón para nada. Y yo, la verdad, no podría soportarlo”.

Ahí sigue, mientras la diálisis erosiona su cuerpo, con tumores periódicos, problemas de tiroides, artritis y mareos le dijo al diario El País de España.

martín había oído hablar del turismo de trasplantes. En Internet todo fue muy fácil. Inmediatamente, encontró la web de un hospital en Lahore (Pakistán): www.aadilhospital.com. Contactó con ellos por e-mail.

Le respondieron rápidamente con toda la información: viaje en primera, recogida en el aeropuerto, intervención y posoperatorio, todo incluido.

Precio total: 15.000 dólares. Un viaje organizado para salvar la vida. Para preparar la intervención y encontrarle un donante vivo compatible le pidieron que enviase su historial.

Cuando lo solicitó a sus médicos del hospital Clínic de Barcelona, ellos le pidieron que no fuese. Y le convencieron: “Muchos pacientes vuelven con un riñón, ciertamente, pero también con otras enfermedades”.

Datos

Nancy Scheper-Hughes, miembro de Organs Watch, un grupo de investigación independiente de la Universidad de Berkeley (California), explica en un artículo de The Lancet que en el mercado global se paga por un riñón indio o africano 1.000 dólares; en Filipinas, 1.300; en Moldavia o en Rumania, 2.700 dólares. Un riñón turco o peruano cuesta unos 10.000 dólares.

En el hospital donde finalmente se realiza el trasplante, los pacientes-turistas de trasplantes acaban pagando entre 10 y 20 veces por encima de estos valores.

Los usuarios del turismo de trasplantes proceden de todo el mundo. “Mientras haya oferta habrá demanda”, lamenta Luc Noel.

Desde su despacho de la OMS en Ginebra dirige los esfuerzos internacionales para erradicar el comercio de órganos.

Muchas veces, el trasplante es la única alternativa a la vida.

Además, las supervivencias ya alcanzan los 45 años para el de riñón, 38 para el de hígado y 29 el de corazón.

Pero este éxito ha creado sus propios demonios: la diferencia entre las posibilidades teóricas y la escasa disponibilidad de órganos.

  • Imagen de portada tomada/ elmedicointeractivo.com
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