Durante décadas los cubanos han buscado la forma de retirarse del régimen tirano que impera en la isla; para lograr son muchas la estrategias y destinos a la que aluden, sin embargo, la más deseada es la que les permita llegar a Estados Unidos.
De hecho, muchos cubanos están desesperados por irse, incluso si eso significa endeudarse para emprender un viaje peligroso. Así, hoy nos encontramos con la cifra del éxodo es la más alta en cuatro décadas, impulsada por el empeoramiento de las condiciones económicas y políticas en la isla.
Las agonizantes colas para conseguir alimento, el empeoramiento de la situación socioeconómica desde la pandemia, reforzada por la crisis energética global, sumados al retiro de visa por parte de Nicaragua y la posibilidad de asilo político por parte de los Estados Unidos, han hecho que miles de cubanos estén inmigrando al país norteamericano.
Unos 190 000 cubanos, entre octubre de 2021 y septiembre de este año, han intentado ingresar a territorio estadounidense. El desplazamiento de cubanos hacía USA más grande jamás visto desde los años 80’s, pero a diferencia de aquellos años, cuando la Unión Soviética enviaba cuantiosos recursos a Cuba y las autoridades oprimían a cualquiera que quisiera salir del país, hoy en día los piquetes oficiales no tienen intención de lanzar contra el suelo a los que quieren escapar del país, o los que con pintura embadurnan con mensajes de protesta hacia el gobierno los muros de la isla. En lugar de eso, los mandos oficiales parecen deseosos de que se alivie la presión de la olla social y se sumen nuevos emigrados a la lista de los que mandan remesas a la Isla.
¿La mejor estrategia?
Anteriormente, los cubanos utilizaban embarcaciones precarias para salir de la isal en donde arriesgaban sus vidas para poder llegar al país de las barras y las estrellas. Ahora llegan a pie, con la ayuda de Nicaragua que eliminó el requisito de visa para los cubanos a finales del 2021.
El país centroamericano se convierte así en la esperanza de todos aquellos que ya no aguantan más las estrecheces materiales y la falta de libertades, especialmente porque Nicaragua tiene una nieva política de viajes sin visa.
Pero Managua no es el destino final, solo un primer paso para emprender la ruta hacia la frontera sur de Estados Unidos. Nicaragua solo es el trampolín para llegar por tierra a través de México. Lo que ha causado molestia en el gobierno americano que acusa al dictador Ortega de promover esta política para presionar a Washington a que levante las sanciones sobre su país.
En los últimos seis meses los cubanos fueron detenidos por agentes de la patrulla fronteriza unas 79.800 veces, más que el doble que en todo el año fiscal 2021 y cinco veces más que en 2020. En total, agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, conocida como CBP por su nombre en inglés, pararon a más de 209.000 migrantes de todas las nacionalidades en marzo, la mayor cantidad mensual en 22 años. Y se estima que para los meses de noviembre y diciembre de este año 2022, la cifra aumente.
Ante el dramático incremento de arribos en la frontera sur, funcionarios de Cuba y Estados Unidos se reunieron el jueves en Washington a puertas cerradas para abordar temas migratorios, el primer encuentro en cuatro años.
La “ruta nicaragüense”
la “ruta nicaragüense” que lleva al norte de Nicaragua a través de América Central, es el camino más utilizado en los últimos años por los cubanos rumbo a Estados Unidos a pesar de todos los riesgos que implica. No obstante, la ruta marítima es mucho más peligrosa.
Este viaje puede costar alrededor de unos US$ 23.000, incluidos boletos de avión, hospedaje, transporte y, por supuesto, el pago a un “coyote”. Que muchas veces es recomendado por un amigo o familiar que los precede en la ruta y ya están en EE.UU.
Según se sabe, el viaje comienza cuando llegan al aeropuerto de Managua, provenientes de La Habana. Allí serán recibidos y reconocidos gracias a las fotos de cómo van vestidos. El coyote los recoge allí y los lleva a un albergue. El “coyote” cobra US$5.500 por persona. Aparte de esto, deben tener unos US$1.200 más en efectivo, dinero que irán pagando a lo largo del camino.
Al día siguiente salen en taxi hasta la frontera con Honduras. Cruzan esa frontera a pie y piden una visa de tránsito. Luego, sin dormir ni nada, continuan rumbo a Guatemala”. En ese país “las cosas se complican más”, porque “no te dan ningún documento de salvoconducto”.
Muchos dicen que es donde peor lo pasan, porque tienen que cruzar el país tirados en el piso de un bus, para que no los vea la Policía o Migraciones y lo frenen cuando va por la carretera. Deben acostarte en el suelo sin moverte durante unas 12 horas, ni siquiera para ir al baño.
Una vez en la frontera norte de Guatemala, cruzarán un río “en una balsa” hacia la ciudad mexicana de Tapachula, México. Allí esperan sacar la visa humanitaria que están dando. El proceso es bastante rápido, en dos o tres días pueden tener sus papeles.
Con ese documento en la mano viajan al norte por todo México con un estado legal. El único obstáculo que queda entonces es cruzar el país y entregarse en la frontera de Estados Unidos.
*Foto de portada tomada de: nytimes.com