La crisis sanitaria que vive EE. UU. producto del consumo de drogas afecta a una gran parte de la población de ese país, y reflejo de ello, es lo que se vive en el área de Kensington, un sector en la ciudad de Filadelfia, Pensilvania.
Esta zona se denomina “ciudad zombie” debido al consumo de drogas sintéticas, como lo son la heroína y el fentanilo.
Los vecinos de esa localidad afirman que cada día hay más personas en esta situación. “Vienen aquí y ya no vuelven a sus casas”, recalcan medios locales estadounidenses.
Detallan sus moradores que a plena luz del día se venden y consumen estas drogas sintéticas. Algunas se inyectan en brazos, cuello y entre los dedos de los pies.
Los efectos que causan estos alucinógenos producen imágenes en los consumidores que son perturbadoras para ellos y los mantiene en un estado más allá de la realidad, dicen expertos.
Esta comunidad, que se encuentra al norte de Filadelfia, está considerada en crisis sanitaria por el gobierno estadounidense.
Según las autoridades de Filadelfia, han muerto hasta 300 personas en un día por sobredosis.
Recordemos que en 2021 el fentanilo fue responsable de más del 66% de las muertes por sobredosis en la Unión Americana.
Lo que significó para el 2022 que aproximadamente 7 de cada 10 muertes por sobredosis se relacionaron al consumo de estas drogas.
Según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, esta localidad “es la industria turística de la heroína”.
Una larga lista de efectos
El fentanilo es un compuesto utilizado para potenciar los efectos de otras drogas, lo que le hace hasta cincuenta veces más poderoso que la heroína y 100 veces más que la morfina.
Aunque su uso es legal, e incluso se recomienda en recetas médicas y bajo control médico, adictos lo consumen sin conocimiento y vendedores lo trafican con irresponsabilidad para aumentar sus ganancias.
Pese a su peligrosidad, los compradores entran en un juego temeroso en el que tratan de conseguir más mercancía pese a sus efectos, audaces e inmediatos, que producen sedación, problemas respiratorios y deficiencia visual.
Además del cansancio, entre otras consecuencias que agravan la salud de las personas. Algunos profesionales aseguran que es una peligrosidad añadida para aquellos que la consumen.
Pero el problema no está en que solo sean estos habitantes, sino que Kensington atrae a centenares de personas de todo el país por la facilidad de la venta de esta sustancia.
Medio millón de personas, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, han muerto en las últimas dos décadas por sobredosis de opioides.
Según la organización, tres epidemias de esta droga han tenido lugar en este tiempo:
La primera, en la década de los 90, por opioides; la segunda, en 2010, donde se produjo un rápido crecimiento de la muerte debida también a la heroína, y desde 2013, también el fentanilo.
¿Y la Policía?
Las autoridades aseguran que la situación se ha vuelto incontrolable, pues las personas consiguen drogas en prácticamente cualquier lado.
Al tiempo, dicen los oficiales que, “la mayoría de pobladores del lugar o son consumidores o venden drogas clandestinamente”.
“No solo tenemos personas de otras partes del estado, tenemos personas de otras partes del país que vienen hasta acá para comprar drogas”, dice Patrick Trainor, agente especial de la Agencia Antidrogas de EE. UU.
Agrega el oficial que, “desafortunadamente, se ha provocado una industria turística de heroína en este sector”.
Investigadores, miembros de la policía de Kensington han tratado de comunicarse con familiares de algunas de las personas que se encuentran deambulando en el lugar; sin embargo, las familias no han querido responder al llamado y ya dan “por perdidos” a sus familiares.
Los datos
En un análisis las Naciones Unidas por regiones, el estudio detalla que en EE. UU. fallecieron por consumo de droga más de 100.000 personas en los doce meses previos a abril de 2021.
De esos decesos, 75.600 fueron causados por opioides, lo que supuso cerca de 20.000 fallecimientos más que el año anterior.
Ese país norteamericano padece una epidemia de consumo de opiáceos que requieren la prescripción de un doctor y que se recetan como analgésicos controlados para pacientes con dolores muy fuertes.
Canadá, por su parte, ha registrado un alza de las sobredosis y muertes por consumo de opioides desde que comenzó la pandemia de covid-19.
Esto se debería en gran parte a la oferta de drogas cada vez más tóxicas.
El alarmante aumento de las sobredosis se ha agudizado en ambos países con las muertes causadas por psicoestimulantes como las metanfetaminas.
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