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Esta es la desigualdad extrema en Latinoamérica, el 1% de la población tiene el 50% de la riqueza

Los expertos piden a las autoridades de los países de LATAM crear políticas públicas económicas más incluyentes para minimizar este flagelo.

Los distintos estudios económicos que se publican anualmente, como el Hurun Global Rich List o el Global Wealth Report elaborado por UBS, toman el pulso al estado de los patrimonios de las personas más ricas del planeta. 

Mostrando qué países o ciudades tienen a los vecinos más prósperos. 

Sin embargo, estos estudios no muestran las diferencias que existen entre este 1% de la población que forman los ultrarricos, y el 50% de la población más pobre.  

El informe World Inequality Report 2022, elaborado por la organización internacional World Inequality Database, pone el foco en cómo los distintos países del mundo gestionan la distribución de esa riqueza. 

Pero lo que poco muestran estos estudios es que el 1% de la población mundial, controla el 38% de la riqueza global, mientras que el 50% de la población más pobre sólo posee el 2% del total.  

Y en el ámbito de América Latina, un grupo de personas que representa el 1% controla el 50% de la riqueza de esta zona del mundo. 

La desigualdad sectorizada 

En países como Colombia, Chile y Uruguay, alrededor del uno por ciento de la población controla entre el 37 y el 40 por ciento de la riqueza total. 

Mientras que la mitad más pobre de la población controla sólo una décima parte de la riqueza, lo que es una breca demasiado grande para para que los más pobres salgan adelante. 

Entre 1990 y 2014 la región vio reducida su desigualdad. Desde entonces, el progreso se ha estancado.  

Los gobiernos necesitan mejores pruebas sobre cómo abordar este problema, que tiene diferentes causas e impulsores en cada uno de los países de la región. 

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Según el Banco Interamericano de Desarrollo se ha asociado con más de una docena de universidades líderes para lanzar un replanteamiento integral del problema de la desigualdad en América Latina. 

Varios estudios, muestran que la desigualdad no es tan predecible ni tan estática como se cree ampliamente. 

Cada año aumenta mucho más 

Esta parte de Occidente tiene naciones que padecen con desigualdades realmente altas como Brasil, Colombia, Guatemala, Panamá y Honduras. 

Pero también incluye a Bolivia, República Dominicana, El Salvador y Uruguay, precisan varios estudios de universidades de los respectivos países en mención. 

La desigualdad ha fluctuado a lo largo del tiempo, en la mayoría de los países aumentó rápidamente en el decenio de 1970, alcanzó su punto máximo en el decenio de 1990 y luego comenzó a caer gradualmente. 

Hoy la desigualdad en la región es menor que hace tres décadas, pero desde 2014 se ha estancado y parece haber hecho una pausa

Países como Brasil, Bolivia, Chile y Perú lograron reducir significativamente la desigualdad entre 1980 y 2010, aunque sus niveles siguen siendo altos de acuerdo con los economistas

La deuda  

Nuevos estudios indican que la desigualdad de riqueza parece ser más profunda que la desigualdad de ingresos en la región. 

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En realidad, muchos hogares de bajos ingresos tienen un patrimonio negativo, porque sus deudas pendientes son mayores que el valor de sus casas, vehículos y otros activos. 

También se estaría encontrando nueva evidencia de que la desigualdad se transmite de una generación a otra durante años. 

Un estudio muestra que entre el 44 por ciento (Argentina) y el 63 por ciento (Guatemala) de la actual desigualdad de ingresos se explica por factores “heredados“. 

Señalan los estudios que: “Nacer en un vecindario de bajos ingresos, pertenecer a una minoría étnica y tener padres con escolaridad limitada contribuyen a la desigualdad heredada”. 

Asimismo, nuevas pruebas muestran que la geografía también importa. 

Si bien la mayoría de la población de la región vive en ciudades, un estudio reveló que la dinámica rural, también dificulta salir de pobreza o tener una mejor calidad de vida o una mejor posición económica que un habitante citadino. 

Esto no se debe sólo a las grandes brechas entre los ingresos rurales y urbanos, “sino más bien a diferencias pronunciadas entre los agricultores de baja y alta productividad”, dice la CEPAL en un informe. 

Ser heredero de desigualdad 

La desigualdad en América Latina y el Caribe no sólo es inaceptablemente alta; responde a factores que pueden hacerlo más (o menos) “heredado”.  

Para llegar a las raíces de este problema, los gobiernos deben abandonar viejos supuestos y aplicar los conocimientos más recientes. 

Por ejemplo, los países con muchos trabajadores con contratos informales necesitarían un conjunto diferente de políticas para sus sistemas tributarios y de pensiones. 

Las estrategias tradicionales, como ampliar y mejorar la calidad de la educación y ofrecer asistencia en efectivo a los hogares de bajos ingresos, pueden ser efectivas, pero no suficientes.  

Los gobiernos deben promover un crecimiento económico que pueda generar empleos más productivos (formales) y adoptar políticas fiscales más inteligentes y adaptables. 

Y también se necesita entregar las herramientas necesarias a las nuevas generaciones rurales y urbanas para garantizar una buena calidad de vida sin importar el entorno en el que se encuentren. 

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