Con una fortuna personal de 1.500 millones de libras, Nicolas Berggruen podría derrochar en algunas de las propiedades más lujosas de la zona para convertirlas en su hogar.
Pero el hombre se niega a comprar o alquilar una casa, no tiene coche ni siquiera reloj y lleva sus pocas pertenencias en una gran bolsa de papel.
En lugar de eso, vive en hoteles de lujo mientras viaja por el mundo comprando empresas para agregarlas a su impresionante y muy lucrativo imperio comercial.
El magnate acaba de comprar una participación de 881 millones de libras en Burger King a través de su empresa británica Justice Holdings.
Le encantan los viajes
Berggruen, suele ser muy nómada y a menudo puede encontrarse en 14 ciudades diferentes en un mes, viajando entre ellas en su jet privado Gulfstream IV.
En 2000, Berggruen vendió su casa de la Quinta Avenida de Nueva York y su isla privada frente a Miami, prometiendo regalar la mayor parte de su riqueza.
Entonces, ¿por qué el excéntrico franco-alemán nacido en París que convirtió un préstamo de 150.000 libras de su rico padre comerciante de arte en una fortuna de mil millones de libras cambió su vida familiar por ir de hotel en hotel?
Según él: “Siempre he pasado mucho tiempo en hoteles, así que empezó a parecerme más fácil hacer esto. Me siento más feliz”.
Despegado de lo material
El multimillonario asegura que no está apegado a las cosas materiales. “Lo bueno es que puedo elegir. Tengo muy pocas posesiones. Afortunadamente, como hombre no necesitas mucho… algunos papeles, un par de libros y algunas camisas, chaquetas, suéteres”.
Soltero y sin hijos, Berggruen compra camisas hechas a mano con sus iniciales como monograma, pero luego las usa hasta que se rompen.
Cuando se presenta en algunos de los mejores hoteles de la zona, incluido el Carlyle de Nueva York y el Claridges de Londres, no lleva equipaje de diseño. Gasta decenas de millones en comprar obras de arte de Andy Warhol y Damien Hirst, para luego regalarlas inmediatamente a museos.
Berggruen se ha vuelto tan rico que el año pasado hizo una sorprendente confesión: en una entrevista confesó que estaba “aburrido” de ganar miles de millones con sus negocios.
El sorprendente cambio de vida comenzó hace 12 años, aunque Berggruen nunca dijo cuál fue el detonante exacto.
Afirmó que otros compraban bienes de lujo para sentirse “humanos” y agregó: “Sentí que mis posesiones me pertenecían. Poseer cosas no es tan interesante. Vivir en un entorno grandioso para demostrarme a mí mismo y a los demás que tengo riqueza no tiene ningún atractivo”.
Por qué lo hace
Nicolas Berggruen, explica que: “Todo lo que tengo es temporal, ya que estamos aquí solo por un corto período de tiempo. Es lo que hacemos y producimos, son nuestras acciones las que perdurarán para siempre. Ese es el verdadero valor”.
La historia de Berggruen no es, sin duda, la de un hombre que pasó de la pobreza a la riqueza. Nació en 1961, con un hermano y dos hermanastras, y disfrutó de una infancia privilegiada.
Su padre, Heinz, era un judío que vivía en Berlín y huyó de la Alemania nazi. Más tarde se hizo amigo de Pablo Picasso. Heinz se convirtió en uno de los mayores coleccionistas de obras del artista español del mundo.
Al crecer en París, el joven Berggruen mostró un lado salvaje, y esta vena rebelde lo llevó a ser expulsado por “insubordinación” de un internado suizo.
Regresó a la capital francesa para completar sus estudios, donde mostró simpatías socialistas. Berggruen declaró una vez: “No aprendería ni una palabra de inglés porque es el idioma del imperialismo”.
Sin embargo, superó esta objeción mudándose a Londres y luego a Nueva York para estudiar finanzas en la universidad.
Para justificar el cambio de postura, explica que: “Dije -Bueno, aprendamos sobre el mundo real y el capitalismo-“.
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