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Mientras todos los caminos evitan llegar a Roma, Nueva York duerme por primera vez en años

Los destinos turísticos más populares del mundo han colapsado, la pandemia del COVID-19 ha apagado la magia de cada rincón del paneta, Disney, Nueva York y Roma ahora son tan insignificantes como el resto del mundo.

Luego de que la Organización Mundial de la Salud catalogara como pandemia el COVID-19  se extinguió la “magia”, los parques temáticos cerraron, los caminos ya no conducen a Roma y Nueva York apaga sus luces, ahora, la humanidad se dio cuenta de su fragilidad, porque un virus se ha coronado como el “dueño del mundo” y a parís ya no llega el amor.

Solo se necesitaron segundos para que el mundo cambiara, de repente, despertamos y todo cambió, los turistas desaparecieron, las personas se confinaron en sus casas, las tiendas de alimentos se desabastecieron, cientos de personas empezaron a morir, las calles han quedado desiertas, la economía colapsa y el entretenimiento desapareció, ahora, ¿Qué tan fuertes somos?, todo lo que creíamos irrevocable se ha desplomado, a los que creíamos invencibles han caído y los países que teníamos de referente como potencia han colapsado.

Una ve más el mundo nos demuestra que no somos dueños de nada, el COVID-19 solo nos ha reafirmado lo frágil e indolente que es la humanidad, en tiempos de crisis Francia, conocida como la ciudad del amor, ahora se queda sin “enamorados”, Nueva York duerme por primera vez en años y los caminos quieren conducir a cualquier lugar menos a “Roma”, ¿Qué ha pasado?, es una crisis que ha generado que la humanidad se cuestione sobre sus capacidad para adaptarse al cambio desde la tranquilidad.

La emergencia sanitaria mundial ha ocasionado que lo que creíamos seguro sea solo un pedazo de tierra frágil, la humanidad ya no encuentra un “lugar seguro” que no sea su casa, las personas cantan desde sus balcones, pasan las 24 horas del día en casa, se comunican solo por redes sociales, ahora los meses ya no son tan graciosos y la salud ahora y por primera vez la preferimos más que el dinero.

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