En un caso neurológico fascinante, un hombre de 44 años llegó con una desconcertante debilidad sutil en su pierna izquierda que duraba dos semanas.
Su viaje comenzó con tan solo seis meses de edad, cuando se sometió a un procedimiento de derivación ventriculoarterial para tratar una hidrocefalia posnatal de orígenes misteriosos.
En su adolescencia, a los 14 años, se encontró con un giro desconcertante de los acontecimientos cuando experimentó ataxia y parálisis en su pierna izquierda.
Sin embargo, gracias a las maravillas de la intervención médica, se logró la resolución completa después de una revisión de la derivación.
A pesar de estos fascinantes giros, su desarrollo neurológico y su historial médico siguieron siendo normales.
Lo que sabemos sobre el cerebro
El grado de conocimiento que se tiene sobre nuestro cerebro es poco en comparación con las enormes incógnitas que aún se nos escapan.
Esta realidad se ve claramente enfatizada por el desconcertante caso médico de un francés de 44 años, padre de dos hijos, que un día descubrió que le faltaba una parte importante del cerebro.
En su lugar, su cráneo estaba predominantemente lleno de líquido, dejando poco o nada de tejido cerebral.
Sufre de hidrocefalia, comúnmente conocida como “agua en el cerebro” o “cabeza de agua”, una afección que le durará toda la vida y que surge cuando un exceso de líquido cefalorraquídeo ejerce presión sobre el cerebro, lo que lleva a un agrandamiento anormal de sus cavidades.
Axel Cleeremans, psicólogo cognitivo de la Universidad Libre de Bruselas , que ha hablado extensamente sobre este caso, comentó a un medio de comunicación:
“Llevaba una vida normal. Tenía una familia y un trabajo. Cuando se evaluó su coeficiente intelectual en el momento de su preocupación, se determinó que era de 84, ligeramente por debajo del rango promedio… Por lo tanto, aunque este individuo puede no ser muy inteligente, es perfectamente competente socialmente”.
El hombre lleva una vida normal
La queja que menciona Cleeremans es la razón inicial por la que el hombre buscó asistencia médica: tenía dolor en la pierna. Imagínese: visita a su médico por un calambre en la pierna y termina descubriendo que está viviendo con la ausencia de la mayor parte de su cerebro.
A pesar de tener tres de sus cavidades cerebrales primarias llenas únicamente de líquido y su tronco encefálico y cerebelo confinados en un espacio limitado que comparten con un quiste, el hombre persiste en llevar una vida general como hombre de familia con esposa e hijos y trabajando como funcionario público.
Una de las conclusiones clave es que la plasticidad probablemente se extienda mucho más allá de nuestra comprensión previa.
Es verdaderamente notable que el cerebro pueda mantener la funcionalidad, más o menos, dentro del rango esperado, incluso con potencialmente muchas menos neuronas que en un cerebro típico.
Otra lección, particularmente pertinente para aquellos intrigados por la conciencia: ¡cómo la actividad cerebral biológica genera conciencia.
La teoría contra la pared
La historia del francés pone en entredicho la idea de que la conciencia emana únicamente de una parte específica del cerebro.
Las teorías actuales sugieren que el tálamo es responsable de nuestra autoconciencia.
Sin embargo, un hombre con la mayor parte del cerebro ausente pone en entredicho tales teorías, ya que no se alinean perfectamente con estas hipótesis.
Cleeremans cree que la conciencia se adquiere a través del proceso de aprendizaje del cerebro.
En su Teoría de la plasticidad radical, sostiene que el cerebro se adapta y aprende constantemente a articular sus funciones, adquiriendo conocimiento y conciencia de ese conocimiento. Además, Cleeremans caracteriza la conciencia como “la teoría del cerebro sobre sí mismo”.
Por qué es tan difícil comprender el cerebro humano
El cerebro tiene 86 mil millones de neuronas, más o menos, el mismo orden de magnitud que el número de estrellas de la Vía Láctea.
Si nos fijamos en las sinapsis, las conexiones entre neuronas, las cifras empiezan a resultar incomprensibles con bastante rapidez.
Se calcula que el número de sinapsis del cerebro humano es de casi un cuatrillón, o 1.000.000.000.000.000. Y cada sinapsis individual contiene diferentes interruptores moleculares.
Si queremos pensar en el cerebro en términos de un sistema eléctrico, una sola sinapsis no equivale a un transistor, sino más bien a mil transistores.
Para complicar aún más las cosas, no todas las neuronas son iguales. Los científicos aún no saben cuántos tipos diferentes de neuronas tenemos, pero es probable que haya cientos.
Las sinapsis en sí mismas tampoco son todas iguales. Y eso sin tener en cuenta todas las demás células de nuestro cerebro.
El dato
Además de las neuronas, nuestro cerebro contiene muchos vasos sanguíneos y una tercera clase de células cerebrales conocidas colectivamente como glía, muchas de las cuales son aún menos conocidas que las neuronas.
Los científicos están logrando avances en la descomposición de esos números en algo más comprensible.
A nivel de células cerebrales individuales, los equipos de investigación del Instituto Allen y de otros lugares están logrando avances en la clasificación de las células en diferentes categorías, definidas como “tipos de células”, así como en la capacidad de registrar la actividad eléctrica de neuronas humanas vivas utilizando nuevas técnicas creativas.
Muchos neurocientíficos estudian el cerebro del ratón de laboratorio, en parte con la esperanza de comprender principios básicos del cerebro de los mamíferos que también podrían aplicarse a nuestros cerebros.
La neurociencia de los roedores tiene una larga historia y, también en este campo, las nuevas técnicas están abriendo una ventana más amplia al cerebro del ratón, del tamaño de un kumquat.
Algunos de estos métodos permiten a los investigadores espiar la actividad de cientos o miles de neuronas en el cerebro del ratón.