Publicidad

Así están aprovechando los desechos del café en una escuela colombiana 

El proyecto ha sido acogido por el Gobierno Nacional y darle el apoyo que este necesita para tomar más impulso.

‘Cafelab’ es la iniciativa que desde hace seis años un grupo de maestros junto a un grupo de estudiantes voluntarios lleva a cabo en el municipio de Pitalito, Huila, en Colombia. 

Quienes están al frente son los profesores Ramón Majé (Matemáticas y Física) y Jorge Lizcano (Ciencias Naturales) ambos ayudan a trabajar en desarrollar competencias en los estudiantes con encuentros “cada ocho días”.  

Según un reportaje del diario El País de España, tras varias salidas de campo, el grupo empezó a darse cuenta los problemas ambientales que ocasionaban los desechos del café y decidieron hacer de ello la base del plan de estudios en su colegio. 

“Lo primero que quisimos era pensar en estrategias para reincorporarlo a la naturaleza y luego darles la oportunidad a los chicos de profundizar en las materias que ellos necesitan”, dijo Lizcano. 

“Eso es lo que tenemos que hablar con el Gobierno Nacional. Ver cómo podemos llevar esto que logramos a otros colegios”. 

Sobre el proyecto 

Este maravilloso proyecto se ha desarrollado en tres veredas del municipio en mención en la que se ven involucradas 200 familias. 

Así, se determinó que la formulación y resolución de problemas reales se consolidaría como el eje central de estudio. Una decisión que cobra sentido en un lugar como Pitalito.  

El diario europeo dice que en este lugar se producen alrededor de unas 21.000 toneladas anuales de café; es uno de los municipios con mayor extensión cafetera de Colombia.   

Aquí las matas de café en todas las fases de crecimiento se asoman a los bordes de la carretera y también delimita el principio y el fin de esta escuela rural, donde estudian 330 alumnos entre los 5 y los 18 años de edad según el Ministerio de Educación del país suramericano. 

En lo que va de proceso, el programa ha reintegrado más de 100.000 toneladas de pulpa de café. 

- Patrocinado -

Lo que hacen  

Desde esta zona de Colombia han logrado crear bebidas aromáticas con la pulpa del café; briquetas ecológicas con la cascarilla como sustitutos de leña. 

Asimismo, obras artísticas con los restos o cunchos; energía eléctrica a partir de la pulpa y el mucílago (la capa gelatinosa que recubre la semilla y le da el dulzor) o compost orgánico. 

Señala el reportaje que los estudiantes no tiene límites y ya están pensando en lo que vendrá después.  

Aunque Ana Lucía Gutiérrez Morales lo tiene claro: que sean los restos de café los que lleven electricidad a los barrios que no tienen, sería extraordinario. 

Ella decidió sumarse al grupo de generación de energía limpia desde que escuchó a su primo hablarle de lo que hacían en la escuela. 

“La pulpa y el mucílago tienen la capacidad de generar energía eléctrica mediante el proceso de oxidoreducción [por la transferencia de electrones tras la descomposición y la acidez que generan]”, recalca Gutiérrez. 

Lo que han logrado 

Dice la nota del medio español que hasta el momento han logrado encender bombillas de 12 vatios, gracias a unos recipientes que mantiene con cuidado entre sus manos.  

En una especie de maceta cerrada conservaron durante días una pequeña ración de pulpa y mucílago en descomposición que roza directamente con dos placas: una de zinc y otra de cobre.  

- Patrocinado -

Explican que estas son las encargadas de generar la electricidad. “Fue mágico aprender todo esto”, dice una de las jóvenes ligadas al importante proyecto. 

Ahora los profesores están desarrollando la forma de unificar toda la electricidad generada en una batería que pueda transportarse cómodamente.  

“Conozco a muchos vecinos que no tienen luz, sería muy lindo que pudiéramos cambiarlo. Incluso mejor que fuera con lo que los cafeteros desechan”, dice el maestro. 

El dato

Otro de los emprendimientos que se está gestando desde esta escuela es la elaboración de compost con desechos de café.  

El 40% del fruto fresco, la pulpa, es botado por los campesinos, principalmente a sus cultivos.  

Pero la acidez de estos restos ha cambiado ciclos y ennegrecido varias cosechas, como le pasó al abuelo de Jaider Andrés Narváez. Por eso decidió hacer algo para solucionarlo: compost. 

La clave de su proyecto fue juntar estos restos junto al cisco que se utiliza para la crianza de ganado y estudiar minuciosamente cuál es la mejor proporción para que este material orgánico se convierta en una gran fuente de nutrientes. Se lee en la nota. 

Publicidad