La gran artista Celia Cruz ahora está representada en una moneda de veinticinco centavos de dólar estadounidense.
La Reina de la Salsa, fue elegida junto con otras cuatro mujeres ejemplares de la historia para aparecer en la moneda de veinticinco centavos de dólar estadounidense.
Esto como parte del Programa de Monedas de Veinticinco dólares de las Mujeres Estadounidenses de este año.
También hace historia como la primera afrolatina en aparecer en la moneda.
La gratificación por el homenaje
Omer Pardillo-Cid, último representante artístico de Cruz, dijo en un comunicado que: “Celia recibió tantos elogios durante su vida que era difícil esperar un honor mayor como este”.
Agregó también que, “haber sido honrada por la Casa de la Moneda de Estados Unidos de esta manera es algo que la habría sorprendido enormemente”.
Celebre por su grito icónico “¡Azúcar!” —una frase también inscrita en la moneda— Cruz es reconocida como un símbolo cultural y una vocalista influyente en la historia.
En la moneda estadounidense de 25 centavos, aparece representada con su atuendo cubano habitual, plasmada con su vivacidad característica.
Las demás homenajeadas
Las otras homenajeadas de 2024 de la Casa de la Moneda de Estados Unidos son;
Patsy Takemoto, la primera mujer de color en servir en el Congreso, Mary Edwards, defensora de los derechos de las mujeres y cirujana de la época de la Guerra Civil.
También, la poeta, activista y abogada Pauli Murray; y la escritora, compositora, educadora y activista política nativa americana Zitkala-Ša.
El Programa de Monedas de 25 centavos de dólar de cuatro años de duración, “celebra los logros y las contribuciones de las mujeres a los Estados Unidos”.
“Todas las mujeres homenajeadas tienen logros únicos que han tenido un impacto significativo en la historia de nuestra nación”, dijo Ventris C. Gibson, directora de la Casa de la Moneda, en un comunicado.
Sobre Celia
Nacida en La Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925, Cruz tuvo orígenes humildes y se convertiría en una figura fija en los salones de baile.
Como mujer afrolatina, Cruz se crió creyendo en la religión diaspórica de la santería, que fusiona las tradiciones del folclore de África occidental y la música preservada oralmente por los esclavos africanos.
Desde su juventud en adelante, la música de Cruz encarna las ricas y centenarias costumbres de la santería y otras creencias africanas.
Avanzando rápidamente hasta la década de 1950, cuando La Habana estaba emergiendo como un bullicioso centro de música y cultura latina.
Cruz comenzó su carrera como cantante de la banda de orquesta Sonora Matancera y se convirtió en su primera cantante principal negra.
Cruz se convertiría en un elemento habitual en la televisión y la radio en toda Cuba.
Finalmente, cuando logró el éxito profesional, Cruz protagonizó varias películas mexicanas y dominó la pantalla grande.
La presión de los Castros
Durante su permanencia en la Sonora Matancera, Cruz estrenó Canta Celia Cruz (1956) y actuó como artista principal en el Club Tropicana de La Habana.
A pesar del brillante comienzo de su carrera, Cruz tuvo que lidiar con la agitación del ascenso autoritario de Fidel Castro.
Celia lo criticó abiertamente a través de su música y su plataforma en diferentes espacios.
Evidentemente, a medida que el poder de Castro se disparaba, este amenazaba la libertad de Cruz.
Esto obligó a Cruz y a la Sonora Matancera a huir de Cuba hacia los Estados Unidos, en busca de refugio.
A su llegada a Nueva Jersey, Cruz se sintió rápidamente atraída por el novedoso estilo musical de la salsa.
En este se fusionaba la música tradicional hispana con sonidos caribeños y tradiciones africanas.
Su salida de Cuba
Como orgullosa música afrocubana exiliada que vivía en los EE. UU., Cruz enfrentó un racismo sin igual como mujer afrocubana, que huyó de la Cuba autoritaria hacia los EE. UU.
Esto la obligó a asimilarse a un entorno donde su cultura española y su condición de inmigrante eran “tolerados” desde que huyó del comunismo.
Como una de las pocas encarnaciones de las tradiciones y el idioma de la diáspora africana durante la década de 1960, Cruz sigue siendo un “símbolo de orgullo y libertad“.
A través de su cultivo del cada vez más popular estilo musical de salsa, Cruz se revitalizó y forjó su propio camino como artista solista al casarse con el trompetista Pedro Knight.
Como el ave fénix mitológico, Cruz transformó su arte para los músicos hispanos más jóvenes después de cantar en la ópera latina Hommy en Nueva York y a través de un acuerdo exclusivo con el sello de música hispana Vaya Records.
A pesar de los obstáculos de su carrera y el racismo inquebrantable, Cruz rápidamente dominó la salsa de Nueva York con su sonido operístico y su versátil y extenso rango musical.
Estableciendo un audaz sentido de la moda para combinar con su poderosa voz musical, la moda de Cruz era extravagante y colorida, ya que siempre se la veía con pelucas de colores brillantes, vestidos y tacones increíblemente altos.
