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Cada vez son más las víctimas mortales por la falta de sueño

Los expertos enfatizan que un sueño regular y de calidad es crucial para proteger la función cerebral y reducir el riesgo de deterioro cognitivo a largo plazo.

La evidencia sugiere firmemente que tanto la falta de sueño como el exceso de sueño están relacionados con tasas de mortalidad más altas.

Esta relación es especialmente pronunciada en la mortalidad por todas las causas y cardiovascular.

La duración óptima del sueño para minimizar el riesgo de mortalidad parece ser de alrededor de 7 a 8 horas por noche.

Además, la mala calidad del sueño y la baja actividad física pueden exacerbar aún más los riesgos asociados con duraciones de sueño anormales.

Por lo tanto, mantener un horario de sueño equilibrado y una buena calidad de sueño es crucial para la salud general y la longevidad.

El tiempo del sueño

La relación entre la duración del sueño y la mortalidad ha sido objeto de una amplia investigación.

Numerosos estudios han investigado si la falta o el exceso de sueño se asocian con mayores tasas de mortalidad, incluyendo la mortalidad por todas las causas y causas específicas como las enfermedades cardiovasculares.

Un experto de la Universidad Case Western Reserve en investigación del sueño dijo que los diversos estudios observacionales de todo el mundo han demostrado sistemáticamente que la duración del sueño breve, según la propia percepción, está asociada a tasas de mortalidad más altas.

La importancia del estudio

Estos estudios no establecen, ni pueden establecer, una relación causal, pero sí muestran una asociación. 

Sin embargo, existen mecanismos biológicos y fisiológicos plausibles que podrían indicar una relación de causa y efecto (la falta crónica de sueño conlleva una mayor mortalidad).

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Cada vez más datos de ensayos bien controlados han demostrado que la privación de sueño provoca cambios fisiopatológicos que resultan en un empeoramiento de los resultados metabólicos y cardiovasculares (es decir, riesgo de diabetes, aumento de peso, hipertensión), que podrían mediar en una mayor tasa de mortalidad.

Un experto de la Clínica Cleveland en Gastroenterología, asegura que la falta de sueño o un sueño deficiente probablemente se asocie con una mayor mortalidad.

En concreto, la falta de sueño se ha vinculado con una mayor incidencia y progresión de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, cáncer y mortalidad prematura.

Duración corta del sueño y mayor riesgo de mortalidad

Una duración corta del sueño se asocia con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas.

La duración corta del sueño está relacionada con una mayor mortalidad cardiovascular.

Las mujeres pueden ser más susceptibles a los riesgos asociados con una duración de sueño corta en comparación con los hombres.

Sueño prolongado y mayor riesgo de mortalidad: Una duración prolongada del sueño también se asocia con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas.

Una duración prolongada del sueño está relacionada con una mayor mortalidad cardiovascular.

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Lo que debemos saber sobre no dormir bien

En los adultos mayores, la duración prolongada del sueño se asocia consistentemente con una mayor mortalidad, independientemente de la fragilidad.

Relación en forma de U: Tanto las duraciones de sueño cortas como las largas muestran una relación en forma de U con la mortalidad, lo que indica que ambos extremos están asociados con mayores riesgos de mortalidad en comparación con duraciones de sueño moderadas (alrededor de 7-8 horas).

Impacto de la calidad del sueño: La mala calidad del sueño, incluidas sus alteraciones, se asocia con una mayor mortalidad general, en particular en los hombres.

Los trastornos del sueño están relacionados con un mayor riesgo de hipertensión y diabetes, que son factores de riesgo conocidos de mortalidad.

Efectos combinados del sueño y otros factores: Los efectos perjudiciales de la falta de sueño sobre la mortalidad se ven exacerbados por la baja actividad física, lo que sugiere un efecto sinérgico entre estos comportamientos.

La privación crónica del sueño afecta a factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial, el metabolismo de la glucosa y la inflamación, lo que puede aumentar el riesgo de mortalidad.

Los beneficios de dormir bien para la salud

Al igual que comer alimentos nutritivos, beber agua y hacer ejercicio con regularidad, un sueño reparador es fundamental para la salud general.

Aunque se desconocen las razones exactas por las que los seres humanos necesitamos dormir, los expertos en sueño coinciden en que descansar bien por la noche tiene numerosos beneficios.

La mayoría de los adultos deberían dormir al menos siete horas cada noche.

Durante el sueño, el cuerpo realiza diversos procesos de reparación y mantenimiento que afectan a casi todas sus partes. Por lo tanto, dormir bien o no dormir bien puede afectar el cuerpo tanto mental como físicamente.

Corazón sano

Un sueño de calidad favorece la salud cardíaca. Durante el sueño, la frecuencia cardíaca se ralentiza y la presión arterial disminuye.

Esto significa que durante el sueño, el corazón y el sistema vascular pueden descansar.

Sin embargo, la falta de sueño es un factor de riesgo de eventos cardiovasculares no deseados.

La falta de sueño provoca que la presión arterial se mantenga alta durante un período prolongado, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, infartos e insuficiencia cardíaca.

Azúcar en sangre regulada

El sueño influye en la relación del cuerpo con la hormona insulina, que facilita la entrada del azúcar en sangre, o glucosa, a las células.

Estas utilizan la glucosa como energía. Dormir siete horas o más cada noche ayuda a regular el azúcar en sangre.

Los adultos que duermen menos de siete horas por noche tienen un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2.

Sin dormir lo suficiente, la resistencia del cuerpo a la insulina aumenta porque las células no pueden usar la insulina adecuadamente, lo que provoca un exceso de azúcar en el torrente sanguíneo.

Función mental mejorada

Se cree que el sueño contribuye a la memoria y al pensamiento cognitivo.

La teoría de la plasticidad cerebral, una teoría fundamental sobre el sueño humano, postula que el sueño es necesario para que el cerebro pueda crecer, reorganizarse, reestructurarse y establecer nuevas conexiones neuronales.

Estas conexiones cerebrales ayudan a las personas a aprender nueva información y a formar recuerdos durante el sueño.

En otras palabras, dormir bien por la noche puede mejorar la resolución de problemas y la toma de decisiones.

La falta de sueño puede afectar negativamente la capacidad de pensar con claridad, formar recuerdos, aprender bien y funcionar de forma óptima durante el día.

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