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Científicos colombianos descubren los grabados rupestres más grandes del mundo en la frontera colombo-venezolana

Científicos colombianos descubren los grabados rupestres más grandes del mundo en los Rápidos de Atures, frontera colombo-venezolana, revelando la vida de antiguos grupos humanos.

En una notable hazaña arqueológica, científicos colombianos han descubierto lo que podrían ser los grabados rupestres más grandes del mundo en la frontera entre Colombia y Venezuela. Este descubrimiento se realizó en los Rápidos de Atures, situados en el Orinoco Medio, una región donde el cauce del tercer río más caudaloso del mundo separa ambos países. Los grabados, que abarcan entre 25 y 40 metros de largo, representan serpientes gigantes, ciempiés y figuras humanas, ofreciendo nuevas pistas sobre los antiguos grupos humanos que habitaron esta zona hace miles de años.

Un hallazgo monumental en los Rápidos de Atures

La mayoría de los grabados encontrados en las rocas monumentales de la región representan animales locales, figuras humanas y formas geométricas. Entre los más destacados, se encuentran representaciones de boas y anacondas, serpientes míticas que habitan en las cuencas del Orinoco y la Amazonía. Estas representaciones no son casuales; las serpientes ocupan un lugar central en la cosmovisión indígena local y tienen un papel clave en los mitos y creencias de la Orinoquía.

Phil Riris, el principal autor del estudio publicado en la revista Antiquity, explica que «las serpientes generalmente se interpretan como bastante amenazantes, por lo que el lugar donde se encuentra el arte rupestre podría ser una señal de que estos son lugares que demandan respeto». Los investigadores creen que los grabados podrían haber sido utilizados por grupos prehistóricos para marcar territorio y señalar la presencia de su grupo, esperando un comportamiento adecuado de los visitantes.

La región de los Rápidos de Atures era una ruta comercial y de tránsito crucial en la antigüedad, lo que refuerza la idea de que estos grabados servían como marcas de identidad local. José Oliver, coautor del estudio, afirma que «la disposición y el tamaño de los grabados, tallados sobre la superficie de granito, sugieren que se trataba de señales creadas para ser vistas a distancia».

Aunque es difícil establecer una fecha exacta para estos grabados, los motivos tallados en la piedra coinciden con restos de cerámica de la región que datan de hace unos mil años. Sin embargo, es posible que los grabados sean aún más antiguos. El equipo multidisciplinario que realizó este hallazgo, integrado por la Universidad de los Andes, la Universidad de Bournemouth y el University College de Londres, ha logrado aumentar la comprensión del entorno en el que vivieron los grupos humanos en Sudamérica hace miles de años y ha explorado una faceta poco conocida del arte rupestre.

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