Publicidad

Cinco loros fueron separados en un zoológico porque insultaban a los visitantes y se reían de ellos

Cinco loros grises africanos comenzaron a repetir groserías en el Lincolnshire Wildlife Park en Inglaterra, un comportamiento que se intensificó cuando se animaban entre ellos con risas, hasta que el parque decidió reubicarlos para evitar que todo el aviario copiara el hábito.

La historia de los loros que insultan en zoológico se volvió uno de los episodios más llamativos del Lincolnshire Wildlife Park, en Inglaterra. Todo comenzó cuando cinco loros grises africanos empezaron a repetir groserías que habían escuchado antes de llegar al parque. Lo que llamó la atención de los cuidadores no fue solo el vocabulario, sino la manera en que estos animales parecían reforzarlo entre ellos.

Los protagonistas se llaman Billy, Elsie, Eric, Jade y Tyson. Durante su periodo de cuarentena inicial, los cuidadores notaron que imitaban palabras fuertes, pero no imaginaron lo que ocurriría después. Cada vez que un visitante reaccionaba con sorpresa o risa, los loros respondían del mismo modo. Un insulto provocaba una carcajada, y esa reacción se convertía en un estímulo que animaba al resto del grupo.

Cómo se volvió un problema dentro del aviario

El comportamiento empezó a repetirse con más frecuencia. Los loros que insultan en zoológico no entendían el significado de las palabras, pero sí reconocían las reacciones humanas. La risa, el comentario inesperado o incluso el gesto de sorpresa servían como refuerzo positivo. Imitaban lo que generaba ruido, atención o emoción.

Para los visitantes, la escena podía parecer graciosa. Sin embargo, para los cuidadores surgió una preocupación real. El aviario tiene cerca de doscientos loros jóvenes y altamente imitativos. Si cinco pájaros repetían palabras inadecuadas una y otra vez, existía la posibilidad de que toda la colonia aprendiera el mismo comportamiento en cuestión de días.

Por qué los cuidadores decidieron separarlos

La solución fue preventiva. Los cinco loros fueron reubicados en distintas áreas del parque para cortar la cadena de imitación. No se trató de un castigo ni de un aislamiento extremo, sino de evitar que el resto del aviario adquiriera un vocabulario que pudiera afectar la experiencia de los visitantes, especialmente de los más jóvenes.

El personal del parque explicó que los loros grises africanos tienen una enorme capacidad para reproducir sonidos humanos. Su talento para imitar los convierte en animales fascinantes, pero también implica retos cuando el entorno influye directamente en su aprendizaje.

Lo que revela esta historia sobre la inteligencia de los loros

El caso de los loros que insultan en zoológico dejó una reflexión interesante. Estas aves no repiten palabras por intención o malicia. Lo hacen porque reaccionan a la energía y al estímulo del entorno. Si algo provoca risa, sorpresa o atención, es más probable que lo repitan. Su cerebro vocal funciona por asociación, ritmo y repetición.

Este episodio también muestra cómo el comportamiento humano puede modelar el de los animales. La convivencia cercana en parques, casas o aviarios genera un intercambio constante de sonidos, gestos y señales. En ese contexto, los loros imitan lo que más impacto emocional genera.

Una historia curiosa que revela cómo aprendemos por imitación

Hoy los cinco loros siguen viviendo en el parque, cada uno en zonas distintas, interactuando con otras aves y con el público, pero sin el riesgo de que su vocabulario se vuelva una tendencia entre todo el aviario. Su historia recordó que tanto animales como humanos aprendemos observando, repitiendo y respondiendo al entorno que nos rodea.

Publicidad