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En pleno 2024, aún existe un país donde siguen cazando brujas

Algunos estudiosos del tema, dicen que el país ha registrado avances, pero hay comunidades que no lo han recibido en su tipo de vida.

En la mayor parte del mundo, las historias sobre cazas de brujas se limitan a documentales y miniseries.  

Pero en Papúa Nueva Guinea, las cacerías de brujas reales terminan en tortura o asesinato y son muy comunes.

La mayoría de ellas, además, no son investigadas por la Policía, según los registros de varias ONG.

Esto ocurre a pesar de la introducción de la pena de muerte para la caza de brujas en el año 2013.

Esta norma se aplica después que ocurriera el caso de Kepari Leniata, una mujer de 20 años acusada de usar brujería para matar al hijo de un vecino y que fue quemada viva por estos señalamientos.

Un caso que revolucionó al país

A finales del año pasado, se conoció la noticia de que una niña de seis años acusada de brujería había sido torturada por un grupo de hombres la historia fue noticia no sólo en Papúa Nueva Guinea sino en todo el mundo. 

El drama comenzó cuando un hombre enfermó en un pueblo remoto de la provincia de Enga, en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea. Podría haber sido VIH/SIDA o simplemente un malestar estomacal.  

Pero su enfermedad fue diagnosticada como  kaikai lewa  (comer el corazón), donde una bruja usa magia negra para extraer y comer en secreto el corazón de la víctima para obtener su virilidad.  

Como hija de una mujer que había sido acusada del mismo crimen, la niña de seis años fue señalada como la principal sospechosa.  

Entonces un grupo de aldeanos la tomó, la desnudó y la torturó durante días.

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Contra ella usaron cuchillos calientes para quitarle la piel de la espalda.

Cuando Lutz llegó al pueblo, el hombre cuya enfermedad había desencadenado la caza de brujas se había recuperado milagrosamente.  

Los perpetradores interpretaron esto como que su espantoso trabajo había funcionado e incentivado a la pequeña bruja a devolverle su corazón.  

Ya no había necesidad de torturarla más. “Después de un par de horas de hablar con la comunidad, logré que la liberaran y la llevé a un hospital”, dijo un miembro de la ONG.

Y ahí habría terminado la historia, otra más de las más de mil violentas cacerías de brujas.

Lo que se conoció en redes 

La Fundación Tribal de Nueva Guinea, una organización benéfica ayudó a Lutz a planificar y ejecutar el rescate.

Estos publicaron una foto de la espalda desfigurada de la niña de seis años en Facebook y la historia se volvió viral.  

El primer ministro Peter O’Neill advirtió a los perpetradores que habían cometido un delito capital.

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Mientras que el ministro de policía Jelta Wong anunció la formación de un grupo de trabajo especial. «Vamos a perseguir a esta gente», dijo. 

Las terribles injusticias cometidas contra las mujeres de Leniata también han provocado un profundo examen de conciencia en todo el país.

Papúa Nueva Guinea ha logrado desarrollarse muy rápidamente en los últimos años.

¿Por qué, entonces, la mayoría de los papúes siguen creyendo en la brujería? ¿Y qué se puede hacer para poner fin de una vez por todas a esta forma absolutamente despreciable de terrorismo social?

La historia de este país y las brujas

Para entender por qué la creencia en algo como la brujería sigue siendo un hecho cotidiano en Papúa Nueva Guinea, hay que entender la historia contemporánea de la nación.  

A finales del siglo XIX, el conglomerado de más de 800 tribus caníbales y en perpetua guerra fue empujado sin preparación por los colonialistas alemanes a la era moderna.

Esto mientras que las regiones montañosas como Enga permanecieron sin descubrir hasta finales de la década de 1930.  

Conceptos como el animismo, el culto a los antepasados y la brujería, que se han utilizado para dar sentido al mundo desde tiempos inmemoriales, no han sido fáciles de dejar de lado.

“Hace unos años, estaba en la cama con mi esposa cuando mis piernas comenzaron a vibrar violentamente”, dice Joseph Suwamaru, un educador de la capital, Port Moresby.  

“Mi esposa intentó sujetarlas y la sensación se transmitió a su cuerpo como si fuera una posesión. Empecé a gritar: ‘¡En nombre de Dios te ordeno que salgas de esta casa!’ y así fue”.  

Añade también que: “Me resulta difícil creer en esta tontería. Tengo dos títulos de máster y un doctorado, pero estoy atrapado entre dos mundos”. 

El bajo progreso social

La creencia en la brujería en América del Norte y Europa desapareció a principios del siglo XIX.

Este fue un período que coincidió con la revolución industrial y un importante desarrollo socioeconómico.  

Pero en Papúa Nueva Guinea, donde la minería a escala industrial ha generado grandes cambios en forma de empleos y movilidad en los últimos 30 años, parece haber ocurrido lo contrario.  

Los ataques a personas acusadas de practicar la brujería se han extendido desde zonas remotas de las tierras altas a grandes ciudades donde el problema no existía antes. 

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