Los envases y embalajes de plástico están por todas partes, ya que muchas personas dependen de ellos para almacenar alimentos, ser prácticos e hidratarse.
El plástico ha mejorado la vida moderna de innumerables maneras, pero el precio final de esta comodidad apenas ahora se está poniendo de manifiesto.
Hemos llegado al punto como sociedad en que los investigadores han comenzado a mirar más allá de los peligros ambientales de la contaminación plástica para descubrir conexiones ocultas entre la exposición al plástico y el bienestar humano.
Están surgiendo preguntas sobre cómo los microplásticos podrían estar afectando nuestros cuerpos y si es algo que deberíamos abordar.
Algunos artículos cotidianos, como las botellas de agua, pueden contribuir mucho más que la basura. Podrían estar liberando diminutas partículas de plástico que se introducen en nuestros cuerpos.
Los primeros estudios sugieren que las partículas de plástico están influyendo en la presión arterial humana, una condición vinculada a graves problemas cardiovasculares.
Según la Dra. Johanna Fischer, del Departamento de Medicina de la Universidad Privada del Danubio (Austria), algunos hallazgos recientes han provocado nuevos debates sobre qué sucede cuando los microplásticos fluyen por nuestro torrente sanguíneo.
Pequeños trozos de plástico causando estragos
Los microplásticos miden menos de 5 mm y surgen de la descomposición de plásticos más grandes o de fuentes cotidianas como neumáticos de automóviles y ropa sintética.
Se han detectado en alimentos, agua y aire . Los científicos los han identificado en la placenta, en ciertos órganos e incluso en el torrente sanguíneo.
Su presencia ha suscitado preocupación, ya que podrían desencadenar inflamación o desequilibrios hormonales. Al pasar desapercibidos en la rutina diaria, estos fragmentos microscópicos podrían representar riesgos para la salud que aún se investigan.
Estudios recientes han señalado un factor inesperado que causa la hipertensión. Sus investigaciones indican que las botellas de agua comunes pueden liberar partículas en el líquido que bebemos.
Según información preliminar, los microplásticos pueden migrar a nuestro sistema, con posibles efectos en las mediciones de la presión arterial.
Los investigadores también descubrieron estos diminutos fragmentos en recipientes de vidrio, lo que complica los esfuerzos para evitarlos por completo.
Esto apunta a un problema más amplio que se extiende más allá de los desechos visibles y requiere enfoques innovadores para monitorear la exposición.
Los plásticos están relacionados con la presión arterial
Ocho adultos sanos participaron en un proyecto destinado a explorar los vínculos entre los plásticos y la presión arterial.
Se les pidió que usaran agua del grifo en lugar de bebidas embotelladas durante aproximadamente un mes. Se les tomó la presión arterial al inicio, a las dos semanas y al final de las cuatro semanas.
Los resultados indicaron que las mujeres mostraron una caída notable en los niveles de presión arterial, particularmente en las lecturas diastólicas, mientras que los hombres no exhibieron los mismos cambios.
Una posible explicación sería que solo participaron tres hombres. Ese reducido número dificulta sacar conclusiones generales.
Aun así, los datos generales indican que reducir el consumo de plástico podría influir en la salud cardiovascular al reducir la cantidad de partículas de plástico presentes en el torrente sanguíneo.
El grupo de investigación enfatiza la necesidad de ensayos más amplios.
Su objetivo es medir la concentración real de microplásticos en la sangre, lo que proporciona una visión más clara de cómo la exposición al plástico podría relacionarse con los cambios en la presión arterial.
Presión arterial y plásticos; los resultados
El equipo de investigación advirtió que “después de una extensa investigación, que se deben evitar las bebidas envasadas en botellas de plástico”.
Los cambios observados en la presión arterial sugieren que reducir la ingesta de partículas plásticas podría disminuir el riesgo cardiovascular, lo que pone de relieve cómo estos hallazgos pueden encajar en el panorama más amplio.
Para estos científicos, una menor exposición a los plásticos parece correlacionarse con mejoras en algunos marcadores de presión arterial.
Al afirmar que “las partículas plásticas presentes en el torrente sanguíneo podrían contribuir al aumento de la presión arterial”, el equipo destacó un posible vínculo entre los microplásticos y los problemas cardiovasculares.
Aunque su estudio involucró sólo a un grupo pequeño, ven los resultados como una motivación para investigar estas interacciones más a fondo.
Aunque las vías precisas aún no están claras, la posibilidad de que pequeños fragmentos de plástico puedan afectar la presión arterial y la salud cardiovascular general debería alentarnos a todos a repensar estos hábitos comunes.
Qué pasa después
Debido a que la hipertensión es una de las principales causas de complicaciones cardíacas, cualquier factor que pueda elevar la presión arterial merece escrutinio.
Los seres humanos ya enfrentan múltiples riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares, por lo que identificar uno que podría evitarse resulta convincente.
Limitar las bebidas embotelladas u optar por agua del grifo en recipientes reutilizables no plásticos definitivamente ayudará a reducir la exposición, aunque se necesita verificación adicional para confirmar los impactos a largo plazo.
Al revisar muchos estudios diferentes, queda muy claro que los microplásticos se han infiltrado en cada rincón de nuestro cuerpo, en los entornos naturales y en los ecosistemas globales en general.
Además de la presión arterial alta y otros problemas de salud cardiovascular que surgen del consumo de microplásticos, los científicos y los médicos están preocupados por la inflamación, los problemas endocrinos y el estrés oxidativo, todos los cuales pueden dañar la salud general.
Si bien la comodidad de los productos desechables es tentadora, tomar la decisión personal de eliminar los plásticos de un solo uso de nuestra vida cotidiana sin duda traerá beneficios, tanto para nuestra salud como para el medio ambiente global.