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El metro de Nueva York estableció que solo perros que caben en bolsos pueden viajar, y la solución de los neoyorquinos fue sorprendente

En la vibrante metrópolis de Nueva York, una nueva normativa ha generado revuelo y, a su vez, desencadenado una oleada de creatividad.

En Nueva York, la creatividad no tiene límites, especialmente cuando se trata de sortear las regulaciones del Metro Transit Authority (MTA) respecto al transporte de mascotas.

La regla es clara: “Ninguna persona puede llevar ningún animal en o hacia cualquier medio de transporte o instalación a menos que esté encerrado en un contenedor y llevado de manera que no moleste a otros pasajeros“.

Sin embargo, los neoyorquinos, con su espíritu ingenioso, han encontrado maneras singulares de adaptarse a esta normativa.

Innovación y Adaptación: La Respuesta de los Neoyorquinos

La cuenta de Instagram @bagdogs se ha convertido en un testimonio visual de este fenómeno, acumulando más de 118,000 seguidores al documentar las diversas formas en que los dueños de perros han interpretado la regla.

Desde perros pequeños en transportines hasta caninos de mayor tamaño en mochilas o bolsas de lona, las imágenes virales muestran la creatividad al límite.

El gestor anónimo de la cuenta señala que, pese a la normativa, no solo parece haber un aumento en el número de perros en el metro, sino que también la aplicación de la regla parece ser laxa.

Incluso menciona que llevar a un perro en una bolsa es más cómodo que tenerlo en el regazo durante el trayecto.

Un Equilibrio entre Regulación y Creatividad

Sin embargo, más allá de las imágenes encantadoras y las soluciones ingeniosas, surge una pregunta fundamental: ¿Deberían los perros ser pasajeros del metro? Robert Haussmann, un adiestrador de perros y cofundador de, ofrece una perspectiva valiosa.

Reconoce la inventiva de los neoyorquinos pero advierte sobre el bienestar de los caninos en un entorno que puede resultar abrumador y estresante para ellos.

La clave no reside solo en la habilidad para esquivar una regla, sino en entender y priorizar las necesidades de nuestras mascotas.

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Haussmann enfatiza que solo los perros bien socializados y cómodos con las multitudes y los ruidos deberían considerarse para viajar en el metro.

Los perros ansiosos, sensibles al ruido o no acostumbrados a vibraciones intensas deberían quedarse en casa. Y para aquellos que sí pueden manejar el viaje, prepararlos adecuadamente y asegurar su comodidad es esencial.

Esto incluye familiarizarlos con el transportín y considerar todas las opciones de transporte, siempre poniendo las necesidades del perro en primer lugar.

En última instancia, aunque la creatividad de los neoyorquinos en la interpretación de las normas del MTA es digna de admiración, la reflexión sobre el bienestar y la comodidad de nuestros compañeros caninos es aún más crucial. En una ciudad tan imponente como Nueva York, mostrar un poco de amabilidad y consideración hacia nuestros amigos de cuatro patas no es solo un gesto de amor, sino también una responsabilidad de todo dueño consciente.

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