La droga zombie provoca somnolencia extrema y depresión respiratoria. Las personas que la consumen pueden dormir hasta cuatro días, y al despertar parecen verdaderos muertos vivos. Sobre todo por el efecto de la droga sobre la piel.
La xilacina es un sedante que puede ser hasta 50 veces más fuerte que la morfina. Se usa como un relajante muscular en animales, y no está autorizado su uso en humanos.
Al mezclarse con el fentanilo sus efectos tienen una mayor duración. Según un informe de la DEA, la Administración para el Control de Drogas, la xilacina cuesta entre seis y 20 dólares el kilo.
Uno de los grandes problemas que presenta la xilacina, uno de los componentes de la droga zombie, es que, al ser un depresor del sistema nervioso central, es muy complicado tratar un caso de sobredosis.
El fentanilo, el otro gran componente de la droga zombie, es un opioide, y ahí juega un papel muy importante el sistema de salud estadounidense.
Desde hace años, para atacar casi cualquier síntoma de dolor fuerte, los hospitales de Estados Unidos autorizan el tratamiento con opioides, que son altamente adictivos.
Este es un fenómeno particular del país del norte, donde la “sobre prescripción” de opioides es preocupante.
Esta droga se está tomando los EEUU
Ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Kensington y Philadelphia están sufriendo una verdadera plaga de afectados por la droga zombie.
Las personas deambulan por las calles y realmente parecen salidas de una película de terror. El problema de la droga zombie no es aislado ni una moda.
Según datos de la DEA, se incautaron dosis de esta sustancia en 48 de los 50 estados norteamericanos.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, en 2022 murieron 100 mil personas por sobredosis en todo el país, y dos tercios fueron a causa de la Tranq Dope.
Entre 2020 y 2021 el consumo de droga zombie aumentó un 200 por ciento en Estados Unidos. Pero no solo se trata de números. También de cuerpos, de historias, de personas.
Se cree que la proliferación de la droga zombie tiene que ver con los costos de producción. Según la DEA, los narcotraficantes podrían estar llevando esta sustancia desde China.
Otra hipótesis atribuye este mercado a los famosos carteles mexicanos.
Una preocupación del resto de los países es si es posible “exportar” el problema de la droga zombie que está teniendo Estados Unidos.
A pesar de las alarmas y la confusión que a veces surgen de los informativos televisivos argentinos, lo cierto es que la droga zombie no es un tema, todavía, de preocupación en nuestro país.
Además, mientras al comienzo el problema parecía concentrarse en la zona oeste, en los últimos meses hay cada vez más registro de que llegó con fuerza a la capital del mundo entero: Nueva York.
‘Agujeros grandes en todo tu cuerpo’
Con un uso prolongado, la droga también puede provocar heridas en carne viva que pueden volverse graves y propagarse rápidamente con la exposición repetida.
Las ulceraciones con costras, que pueden convertirse en piel muerta llamada escara, pueden provocar una amputación si no se tratan.
“Lo siguiente que sabes es que te despiertas con estos enormes agujeros por todas partes”, dijo la ciudadana Jennette Freas a medios locales.
“Simplemente aparecieron en cualquier lugar. No es necesariamente donde te inyectas”.
Cortar la heroína y el fentanilo
El coordinador para la prevención de sobredosis, Shawn Westfahl, d ela organización Prevention Point Philadelphia que intenta ayudar a dictos dijo que, “se cree que Tranq se encuentra en el 90 por ciento de las drogas duras de Filadelfia”.
xilacina no es una droga nueva. Se ha visto desde al menos 2006. Pero en este momento, su uso parece haberse disparado.
Y aquellos que trabajan en el sector de la salud están luchando por determinar qué tan generalizado es su uso y abuso y cómo tratarlo.
No existe una guía nacional de EE. UU. sobre cómo probar siquiera la tranquilidad y sus efectos, aunque gráficamente visibles, aún se comprenden poco.
“Ahora se cree que un tercio de las drogas callejeras de Boston contienen tranquilizantes”, explicó Westfahl a medios estadounidenses.
Debido a que no figura como una sustancia controlada para animales o humanos, tranq aterriza en un área gris y confusa, y los hospitales rara vez lo analizan con exámenes de toxicología de rutina.
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