Los dilemas entre la ciencia y la ética siempre han existido, a través del tiempo, hemos conocido hechos sorprendentes de muchos científicos que “en nombre de la ciencia”, han cruzado la barrera de lo ético. Estos, inicuamente, sacaron provecho de ello para saciar su sed de conocimiento y descubrimiento, algunos con motivos altruistas y otros con fines maquiavélicos, cometiendo verdaderos horrores en contra de humanos y animales.
Por otra parte, muchos de esos estudios, que se hicieron con un buen propósito, alcanzaron su cometido y lograron contribuir al desarrollo de tratamientos y vacunas para curar diversas enfermedades.
La semana pasada, CNN dio a conocer una historia relacionada con esto, es algo que desde hace mucho se rumoraba, pero de lo que no se tenía la certeza. Finalmente salieron a la luz detalles de la situación y la confirmación de los hechos. Se trata de una colección de 10 mil cerebros en el sótano de un hospital psiquiátrico de Dinamarca.
La historia
Según el documental de CNN International “World’s Untold Stories: The Brain Collectors”, esos cerebros se recolectaron entre 1945 y 1982 y luego almacenados en el Hospital Psiquiátrico Risskov en Dinamarca; primero por los médicos Erik Stromgren y Larus Einarson, y luego por el patólogo Knud Aage Lorentzen.
Los cerebros de la colección procedían de miles de pacientes psiquiátricos que habían muerto y a los que se les realizó la autopsia en ese período de aproximadamente de cuatro décadas y, en el “lado positivo”, ahora ofrecen una oportunidad sin precedentes para estudiar una serie de patologías mentales que se sabe que esos pacientes tenían, como la demencia, la esquizofrenia y la depresión.
La colección de cerebros, como señala SDU, también permite tratamientos experimentales en muestras que de otro modo no hubieran sido tocadas por la medicina moderna. Dejando de lado el pensamiento positivo, las mentes humanas se recopilaron de tal manera que los científicos modernos interesados en utilizarlas en sus estudios ahora se enfrentan a un dilema ético preocupante.
Una creciente ‘colección’
Según CNN, alrededor de 2018, la colección de cerebros daneses se trasladó del Hospital Psiquiátrico Risskov a la Universidad del Sur de Dinamarca en Odense. Knud Aage Lorentzen se jubiló en 1982 y desde entonces se encontraban almacenados en filas y filas de baldes y conservados en formaldehído, los cerebros debían ser supervisados por el patólogo Dr. Martin Wirenfeldt Nielsen.
Sobre la dispendiosa tarea de mover esta cantidad de cerebros humanos, Wirenfeldt Nielsen dijo (a través de CNN), “Toda la colección estaba parada allí, baldes uno encima del otro, en el medio del piso. Y fue entonces cuando vi por primera vez. Eso fue como, OK, esto es algo nunca antes visto”.
Antes de ese momento, Wirenfeldt Nielsen conocía la cohorte de muestras de cerebro, pero no se dio cuenta del tamaño y el alcance de lo que estaba encargado de supervisar. El problema más apremiante en ese momento, según Wirenfeldt Nielsen, era cómo moverlos de manera eficiente.
Cerebros removidos sin permiso
El otro dilema con el que deben lidiar ahora los científicos actuales encargados, es el hecho de que los pacientes psiquiátricos a los que se les extrajo el cerebro no dieron su permiso. Por esta razón, en 1991, casi una década después de la jubilación de Knud Aage Lorentzen, la asociación nacional de salud psiquiátrica de Dinamarca, conocida como SIND, pidió que se enterrara esta colección de cerebros, mientras que el Consejo Danés de Ética dictaminó que era ético que los cerebros se usasen para la ciencia con algunas restricciones. En 2006, el SIND se retractó de su decisión de oponerse al uso de la colección en estudios científicos, mientras que el Consejo de Ética confirmó su decisión de permitir la experimentación limitada sin notificar a los familiares sobrevivientes.
Al recordar el debate en ese momento, Knud Kristensen, ex director de SIND y miembro actual del Consejo Danés de Ética, dijo que el daño ya estaba hecho. “Lo menos que podemos hacer por esos pacientes y sus familiares es asegurarnos de que los cerebros se utilicen en la investigación”, dijo Kristensen.
En la actualidad, algunos familiares de pacientes psiquiátricos de la época intentan localizar el cerebro de su pariente.
Finalmente, ya dependerá del criterio de cada quien si se justifica o no el uso de estos cerebros en nombre da la ciencia.