Con el mundo hecho un caos en este 2020 han surgido cientos de conspiraciones que abarcan todo tipo de temas, desde la crisis sanitaria, hasta la política y tecnología, pero ¿en realidad los activistas buscan un cambio global o solo están manifestando un problema mental?
Actualmente el activismo Millennial y Gen-Z está más extendido que nunca y, a pesar de que son generaciones que valoran la conciencia de las enfermedades mentales y el autocuidado emocional más que cualquier otra generación, contradictoriamente son quienes más están padeciendo problemas de salud mental, “una enfermedad silenciosa” y están generando efectos potencialmente negativos tanto en materia política, social como emocional.
La oleada de activismo ha sido patente alrededor del mundo, miles de personas luchan por las irregularidades políticas y sociales, logran convertirse en una voz importante para generar “cambios positivos” a través de las manifestaciones en masa, sin embargo, no todos los que se hacen llamar activistas sustentan su lucha en razones sólidas y solo dejan ver su desequilibrio emocional e inconformidad con el mundo, que en realidad es inconformidad con ellos mismos.
No toda lucha es injustificable ni todo activista es razonable, en el mundo existen muchos tipos de activismo, está el activismo de portavocía, el activismo del consumidor, el activismo de los empleados, el activismo mediático, entre otros, cada uno tiene una razón de ser y luchan contra todo aquel que se oponga para cumplir con su objetivo, pero, cuando se habla de influenciar a personas, ¿Qué tan responsables son los líderes activistas al momento de influenciar sobre la mente de los demás.?
Para generar cambios se necesita de masas, de movimientos que impacten, pero, actualmente se ha vuelto más común ver a “activistas” que solo se manifiestan a través de las redes sociales, pero que no hacen nada más allá de lo virtual para buscar el cambio o lograr la justicia que manifiestan, entonces, ¿A que están jugando este tipo de personas?
Cuando sucede este tipo de comportamientos solo se refleja el inconformismo existencial que la persona tiene y que solo lo puede liberar a través de reclamos y enfrentamientos aparentemente justificables, pero que en realidad no tienen razón de ser.
En las redes sociales abundan las personas que dicen ser activistas, que a través de sus publicaciones aparentemente coherentes tratan de convencer a personas de este ideal, pero, en realidad más allá de los escritos y las sátiras, no logran un cambio positivo.
Cada vez se ha vuelto más común las discusiones en las redes sociales, cada internauta intenta a toda costa defender sus ideales, generalmente sucede con los líderes políticos, por ejemplo, están quienes apoyan al presidente Donald Trump y defienden sus programas a pesar de ser criticados por otro tanto que exigen su renuncia, así, es cómo funciona el mundo.
El activismo sostenido y a largo plazo puede afectar negativamente a la salud mental de los activistas, estas personas concentran todas su energía en trabajar para proteger los derechos de sus comunidades, pero olvidan su bienestar, olvidan proteger su salud mental. Hay estudios que muestran que cuando la identidad de una persona se ve afectada por los problemas con los que está luchando, aumenta su riesgo de desarrollar depresión.
Recientemente el mundo ha sido testigo del caos por el cual está atravesando Estados Unidos a causa del racismo impulsado por Trump, los carteles con la frase “The Black Lives Matter” le han dado la vuelta el mundo y son miles de personas que se han unido ha este movimiento, pero, también otros miles que apoyan las medidas del mandatario y quienes a través de diferentes justificaciones logran crear una discusión social y política de gran alcance, pero con efectos negativos.
Generalmente los líderes políticos suelen ser los causantes de las constantes manifestaciones, sus decisiones aplaudidas por muchos y criticadas por otro tanto son las causantes de los movimientos revolucionarios que a través de mensajes en redes tratan de manifestar su inconformidad e incitan a las demás personas a pensar como ellos.
Últimamente no solo Estados Unidos ha estado en el ojo público, su vecino Canadá también se ha convertido en tendencia que corre por cuenta del Primer ministro Justin Trudeau, quien por el reciente escándalo de We Charity ha generado una ola de comentarios, discusiones y demás, a través de las redes sociales donde miles de ciudadanos piden su renuncia, sin embargo, a pesar del movimiento online y de las acusaciones provenientes de la oposición, el tema no ha pasado a mayores, como algunos activistas en contra de la corrupción lo esperaban, pero ¿por qué?, sencillo, por qué, la justicia va más allá de los comentarios en Facebook, se necesita organización, empoderamiento y razón, características que escasean en quienes dicen ser activistas, pero que su presencia no vas más allá de las redes sociales.
Las personas se unen para defender un ideal, eso está claro, pero, el peligro radica en que, no todas las personas defienden los mismos ideales, lo que para una persona es bueno para otra es malo, un claro ejemplo de ello es lo que sucede en Colombia, un país que por décadas ha estado involucrado en el narcotráfico y paramilitarismo y como producto de ello, el país se ha dividido tanto social como politicamente, están aquellos defensores de la democracia defendiendo a capa y espada a los mandatarios demócratas así estos estén señalados por nexos con grupos armados, como sucede con el expresidente Alvaro Uribe velez, recientemente detenido en su casa como presunto responsable, en calidad de determinador, de los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal; a pesar de dichas acusaciones, cientos de personas no solo en Colombia sino también en algunas partes de Estados Unidos han salido a marchar para mostrar el respaldo hacia el ex mandatario afirmando que dichas acusaciones son falsas.
Cuando de activismo se trata los ejemplos abundan, siempre encontraremos irregularidades, abusos y demás actos que darán de que hablar y que por supuesto requieren de un cambio, pero, se debe tener especial cuidado en no caer en el “activismo loco”, en el que personas solo salen a generar discordia, opinan sin bases razonables y peor aún, confunden sin intención de generar un movimiento que vaya más allá de las redes sociales.