El llamado del apareamiento no siempre tiene respuesta
Durante la temporada de apareamiento, que se extiende entre septiembre y febrero, los koalas machos utilizan una estrategia muy particular para atraer a las hembras: emiten un llamado gutural y profundo, similar a un gruñido grave. Este sonido es tan fuerte que puede escucharse a varios cientos de metros en los bosques australianos. Es una forma de anunciar su presencia y disponibilidad como pareja reproductiva.
Sin embargo, cuando no reciben respuesta, los koalas no insisten. No buscan otra hembra, no se enfrascan en disputas con otros machos y tampoco presentan signos visibles de frustración agresiva. Simplemente, vuelven a su rutina habitual: dormir.
El costo energético de buscar pareja
Este curioso comportamiento tiene una explicación científica muy clara. La dieta de los koalas se basa casi exclusivamente en hojas de eucalipto, un alimento de bajo valor nutricional y difícil digestión. Por eso, necesitan conservar energía a toda costa. Dormir entre 18 y 22 horas al día no es un capricho, es una necesidad biológica.
En este contexto, gastar energía en rituales de cortejo infructuosos puede representar un riesgo para su salud. Si el esfuerzo no se traduce en una conexión exitosa, simplemente detienen el intento y duermen para recuperar energía. Es una estrategia eficiente que prioriza la supervivencia por encima de la insistencia.
Los koalas no luchan por amor
A diferencia de muchas otras especies en las que los machos compiten físicamente por el derecho a reproducirse, los koalas mantienen una actitud mucho más pasiva frente al rechazo. No se enfrentan violentamente, no persiguen a las hembras ni buscan múltiples intentos desesperados. Si no hay interés, se retiran sin conflicto.
Este comportamiento ha sido ampliamente documentado por instituciones como la Australian Koala Foundation y estudios etológicos de la Universidad de Queensland. En ellos se destaca que la pasividad frente al rechazo no solo reduce el riesgo de heridas, sino que también refuerza la necesidad de optimizar cada gramo de energía.
Una rutina marcada por el sueño
La rutina diaria de los koalas está marcada por largas siestas. Pasan la mayor parte del tiempo aferrados a las ramas de los árboles, en posiciones relajadas, evitando moverse innecesariamente. Si fracasa el intento de encontrar pareja, su regreso inmediato al sueño forma parte de ese patrón de ahorro energético.
Aunque muchos medios populares lo relatan con un tono emocional o romántico, la realidad es que esta respuesta al rechazo no implica tristeza en términos humanos. Simplemente refleja un mecanismo evolutivo que los ha mantenido vivos en un entorno exigente.
El equilibrio emocional de los koalas
A pesar de que la idea de “dormir frustrados” puede parecer una interpretación humanizada, los expertos coinciden en que este tipo de comportamiento revela una notable estabilidad emocional. En lugar de reaccionar con estrés o ansiedad, los koalas responden al rechazo de forma serena, regresando a su árbol y reanudando su descanso.
Este modelo adaptativo ha sido clave en su evolución. Les ha permitido evitar conflictos innecesarios y maximizar su eficiencia energética en un ecosistema con recursos limitados.