En el corazón de Texas, ocho amigos de toda la vida decidieron que el futuro se disfruta mejor acompañado. Compraron un terreno de diez acres junto al río Llano y construyeron su propio vecindario para envejecer juntos, rodeados de naturaleza y de los lazos que los unieron por más de veinte años. El lugar se conoce como Bestie Row, también llamado Llano Exit Strategy, y se ha convertido en símbolo de comunidad, sostenibilidad y amistad.
Una amistad convertida en proyecto de vida
La historia comenzó con Fred y Jodi Zipp, una pareja que trabajó muchos años en Austin y soñaba con una vida más tranquila junto a sus mejores amigos. Las reuniones de grupo se repetían una y otra vez con la misma idea: encontrar una forma de seguir compartiendo tiempo cuando llegara la jubilación. Lo que empezó como una charla entre risas terminó en un plan concreto. Junto a tres parejas más, los Zipp decidieron dar el paso y hacer algo que pocos se atreven: construir su propio vecindario en Texas.
El grupo buscó un terreno que les ofreciera paz, naturaleza y la posibilidad de levantar viviendas pequeñas, sostenibles y funcionales. Después de meses de búsqueda, encontraron la ubicación perfecta a poco más de una hora y media de Austin, frente al río Llano, un paisaje que mezcla campo abierto, árboles y el sonido constante del agua.
De la idea al diseño sostenible
Para hacer realidad el sueño, contactaron al arquitecto Matt Garcia, reconocido por sus proyectos minimalistas y de bajo impacto ambiental. Garcia diseñó cuatro casas compactas, de entre 32 y 37 m², inspiradas en el movimiento tiny house. Cada vivienda es una mezcla de estética moderna y eficiencia: techos en forma de mariposa que recolectan agua de lluvia, paneles solares que abastecen la energía y materiales metálicos que reflejan el calor texano para mantener el interior fresco.
Los amigos querían un lugar donde pudieran estar juntos sin perder independencia. Por eso, cada casa ofrece privacidad total, pero el terreno gira alrededor de un espacio común de unos 140 m², equipado con cocina, comedor y una gran mesa donde todos se reúnen para cocinar, compartir y celebrar. Ese espacio se convirtió en el corazón de Bestie Row.
Vivir en comunidad sin perder la libertad
El estilo de vida en Bestie Row se aleja por completo del modelo tradicional de jubilación. No hay reglas rígidas ni jerarquías. Cada pareja mantiene su propio espacio, pero todos participan en el mantenimiento del terreno, la limpieza de las áreas comunes y la organización de actividades. En primavera cultivan pequeñas huertas, durante el verano disfrutan las noches frente al río y en invierno cocinan juntos dentro del pabellón central.
Fred Zipp explicó en una entrevista que su meta nunca fue crear una comunidad cerrada, sino un modelo más humano de convivencia: “Queríamos vivir cerca de la gente que queremos, pero seguir teniendo espacio para ser nosotros mismos”. Esa frase resume la esencia de Bestie Row: un equilibrio entre autonomía y compañía.
Arquitectura emocional con propósito
Los amigos que construyeron su propio vecindario en Texas descubrieron que la arquitectura también puede ser una herramienta para el bienestar emocional. Las casas no son solo estructuras, sino una forma de expresar valores: sencillez, sostenibilidad y comunidad. El diseño fomenta la conexión con el entorno y reduce la huella ambiental sin sacrificar confort.
Además, el conjunto se integra de forma armónica con el paisaje. Desde el aire, las viviendas parecen una extensión natural del terreno. No hay cercas, muros ni divisiones rígidas. Solo senderos, árboles y el sonido constante del río.
Una historia que inspira al mundo
Desde que se conoció su historia, Bestie Row ha inspirado a miles de personas que sueñan con alternativas al individualismo moderno. Las imágenes de las casas se volvieron virales en redes y medios internacionales las presentaron como un ejemplo de vida sostenible y comunitaria.
El mensaje es claro: se puede vivir con menos espacio, pero con más sentido. El éxito del proyecto muestra que la verdadera riqueza está en los vínculos, no en los metros cuadrados. Los amigos que construyeron su propio vecindario en Texas demostraron que compartir la vida no es perder libertad, sino ganarla.
Un ejemplo para nuevas generaciones
Lo que nació como una idea entre amigos de mediana edad ahora sirve como inspiración para generaciones más jóvenes que buscan un estilo de vida más equilibrado. Bestie Row plantea una reflexión sobre cómo queremos envejecer y con quién. Frente al aislamiento creciente y la dependencia de grandes urbes, este grupo de amigos eligió lo esencial: estar juntos.
Ellos no esperaron a que el sistema diseñara su retiro, lo hicieron con sus propias manos. Construyeron un vecindario a escala humana, donde la colaboración reemplaza la competencia y donde cada día tiene el valor de una conversación compartida.
Vivir acompañado, vivir mejor
A la sombra de los robles y frente al río Llano, las luces de Bestie Row se encienden al caer el sol. En el pabellón común se escucha el tintinear de los platos y las risas que recuerdan que la amistad puede ser la base de una vida plena. Este vecindario no solo fue una inversión en ladrillos, sino una inversión en vínculos.
Ocho amigos construyeron su propio vecindario en Texas y lograron algo que muchos sueñan: un hogar donde cada día se comparte, se cuida y se celebra juntos.

