El ronroneo de los gatos siempre ha despertado curiosidad. Este sonido característico, que surge de manera natural cuando un felino se siente seguro o busca atención, se ha convertido en objeto de estudio por sus posibles beneficios en los seres humanos. Más allá de la ternura que despierta, varios investigadores exploran cómo estas vibraciones podrían influir en la salud emocional y física de las personas.
Un sonido que calma y acompaña
Para muchos dueños, el ronroneo de los gatos es sinónimo de paz. Basta con tener al animal sobre las piernas y escuchar el murmullo rítmico para experimentar una sensación inmediata de tranquilidad. En encuestas realizadas a propietarios, la mayoría coincide en que este comportamiento reduce la ansiedad y genera un ambiente más sereno en el hogar. El ronroneo se percibe como una forma de compañía silenciosa que ayuda a sobrellevar momentos de tensión.
La relación entre humanos y gatos se ha consolidado a lo largo de miles de años. En la actualidad, la convivencia diaria refuerza la idea de que la presencia felina ofrece algo más que afecto: actúa como un amortiguador emocional que contribuye al bienestar psicológico.
Lo que muestran los estudios recientes
La ciencia ha comenzado a estudiar de manera más sistemática este fenómeno. En 2023, un grupo de investigadores japoneses publicó en la revista Animals un trabajo que analizó cómo las interacciones con gatos afectan a los dueños en su entorno doméstico. Los resultados confirmaron que, tras convivir con sus mascotas, los participantes reportaron una disminución en la percepción de estrés y un aumento de emociones positivas.
Sin embargo, las mediciones fisiológicas no fueron tan lineales. En algunos casos la frecuencia cardíaca aumentó y las hormonas vinculadas al estrés, como el cortisol, no se redujeron de forma consistente. Esto muestra que la respuesta humana al ronroneo es compleja y depende de múltiples factores, desde la personalidad del gato hasta la sensibilidad del dueño.
Otro estudio de 2021, publicado en el Human-Animal Interaction Bulletin, señaló que actividades como acariciar, jugar o simplemente observar al gato están asociadas con mayores niveles de satisfacción y bienestar general. Aunque los efectos varían entre individuos, la conclusión es que la interacción cotidiana con un felino tiene un impacto positivo en la vida de las personas.
Vibraciones con potencial terapéutico
El ronroneo de los gatos se produce en un rango de frecuencias que va de los 25 a los 150 Hz. Curiosamente, estas frecuencias coinciden con las utilizadas en terapias de vibración empleadas en fisioterapia para estimular músculos, favorecer la densidad ósea y acelerar la recuperación de tejidos. Esta coincidencia ha llevado a algunos expertos a plantear la hipótesis de que el ronroneo podría tener efectos biológicos adicionales en humanos.
No obstante, hasta ahora la evidencia es limitada. No existen ensayos clínicos concluyentes que demuestren que el ronroneo tenga un impacto directo en la salud del corazón o que reduzca de manera sostenida enfermedades cardiovasculares. Se trata de un campo de investigación en desarrollo que necesita estudios más amplios y controlados para obtener respuestas claras.
Un apoyo emocional incuestionable
Lo que sí está bien documentado es el impacto emocional positivo que produce el ronroneo de los gatos. Personas que sufren de ansiedad, estrés laboral o soledad afirman que la compañía de su mascota les brinda consuelo y estabilidad. El efecto psicológico se potencia porque el sonido del ronroneo se asocia a momentos de calma compartida y refuerza el vínculo entre humano y animal.
Además, el simple acto de acariciar a un gato estimula la liberación de endorfinas, sustancias que generan sensación de bienestar. Aunque este efecto no depende exclusivamente del ronroneo, el sonido acompaña y amplifica la experiencia.
Más allá de la ciencia
La investigación científica continúa explorando hasta qué punto el ronroneo de los gatos puede convertirse en un recurso terapéutico formal. Mientras tanto, millones de dueños disfrutan cada día de sus beneficios emocionales. Escuchar ese sonido constante y suave al final de una jornada agitada es, para muchos, la mejor prueba de que el bienestar también se construye con pequeños gestos de la naturaleza.