José Gregorio Hernández Cisneros es una de las figuras religiosas y médicas más veneradas en América Latina, especialmente en Venezuela, donde se le conoce popularmente como “el Médico de los Pobres”. Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo en el estado Trujillo, su vida estuvo marcada desde sus primeros años por una intensa vocación al servicio y una profunda fe religiosa, características que definieron su legado y lo llevaron al reconocimiento mundial.
De humilde niño a genio médico
José Gregorio fue el primero de seis hermanos en una familia profundamente religiosa. Aunque en sus inicios consideró estudiar derecho, la influencia de su padre lo llevó finalmente a inclinarse por la medicina. Ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1881, donde destacó inmediatamente por su brillantez académica, graduándose con honores en 1888.
La excelencia académica de José Gregorio Hernández le abrió las puertas para estudiar en Europa, donde se especializó en microbiología, bacteriología, histología normal y patológica, y fisiología experimental, primero en París y luego en Berlín. Estos estudios le permitieron introducir importantes avances científicos en Venezuela, incluyendo técnicas modernas en laboratorio, siendo pionero en la utilización del microscopio en su país natal.
Ciencia y fe: una combinación extraordinaria
A su regreso a Venezuela en 1891, José Gregorio revolucionó la enseñanza médica. Fundó el primer laboratorio de fisiología experimental en Caracas y se convirtió en profesor universitario, llevando la medicina venezolana a estándares internacionales. Sin embargo, más allá de sus logros académicos, lo que realmente lo diferenció fue su altruismo y entrega por los más necesitados. Hernández atendía gratuitamente a pacientes sin recursos, compraba medicamentos con su propio dinero y visitaba personalmente a enfermos que nadie más atendía.
Intentó en múltiples ocasiones ingresar a la vida religiosa, pero su débil salud siempre se lo impidió. Interpretó estas dificultades como una señal divina, reafirmando así su misión terrenal de servir a los enfermos desde la ciencia médica.
Muerte trágica y nacimiento de una leyenda milagrosa
El 29 de junio de 1919, José Gregorio Hernández murió atropellado por un automóvil en Caracas. Su fallecimiento conmocionó profundamente al país entero, dando inicio a una devoción que rápidamente se extendió, atribuyéndole milagros extraordinarios, muchos de los cuales continúan sin explicación científica.
Tras su muerte, comenzó a surgir una oleada de testimonios de personas que aseguraban haber recibido curaciones milagrosas luego de pedir la intercesión de José Gregorio. Su tumba en la parroquia La Candelaria, en Caracas, se convirtió en un lugar de peregrinación y oración donde se han registrado centenares de milagros.
Milagros comprobados que desafían a la ciencia
Entre los múltiples relatos, destaca el caso de Yaxury Solórzano, una niña venezolana que en 2017 fue gravemente herida por una bala en la cabeza durante un intento de robo. Médicos que la atendieron aseguraron que no sobreviviría o quedaría con severas secuelas. La desesperada madre de Yaxury invocó fervientemente la intercesión de José Gregorio Hernández. Sorprendentemente, la niña no solo sobrevivió, sino que se recuperó completamente, sin explicación médica posible. Este caso fue tan extraordinario que la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano lo declaró oficialmente milagroso, permitiendo así avanzar en el proceso de canonización.

La canonización más esperada por Latinoamérica
El proceso para la canonización de José Gregorio Hernández comenzó oficialmente en 1949. Fue declarado “Venerable” por el Papa Juan Pablo II en 1986, un importante primer paso hacia la santidad. Luego del milagro de Yaxury Solórzano, fue finalmente beatificado el 30 de abril de 2021 en Caracas, en una ceremonia multitudinaria, convirtiéndose así en el primer beato venezolano oficialmente reconocido por la Iglesia Católica.
En febrero de 2025, el Papa Francisco aprobó oficialmente la canonización de José Gregorio Hernández, desatando celebraciones masivas no solo en Venezuela, sino en países como Colombia, Ecuador, Perú y Panamá, donde su devoción es ampliamente extendida.
Devoción popular y polémicas científicas
Según encuestas recientes, cerca del 70% de los venezolanos creen en los milagros de José Gregorio Hernández. Su figura trasciende fronteras religiosas y geográficas, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y fe. La ciencia moderna continúa desconcertada ante algunos casos considerados milagrosos, en los que las explicaciones médicas no han sido suficientes para esclarecer estas curaciones aparentemente imposibles.
La canonización de José Gregorio Hernández ha abierto un intenso debate entre la comunidad científica y los creyentes. Aunque médicos y científicos reconocen el extraordinario legado médico de Hernández, sus milagros siguen siendo un desafío a las explicaciones racionales convencionales.
Un legado que trasciende el tiempo
José Gregorio Hernández no solo fue un brillante médico; su vida estuvo marcada por la humildad, la compasión y un compromiso inquebrantable hacia los más necesitados. Hoy en día, su ejemplo sigue siendo fuente de inspiración, no solo en el ámbito religioso, sino también en el científico y social.
La figura del “Médico de los Pobres” continúa enseñando al mundo que la ciencia y la fe no necesariamente se excluyen, sino que pueden coexistir en beneficio del ser humano. Su canonización es, sin duda, el reconocimiento definitivo a una vida dedicada al servicio, pero también un llamado de atención a la humanidad para valorar la solidaridad, la empatía y la fe en tiempos de incertidumbre.