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Un estudio revela que comer nueces cada día podría frenar el crecimiento del cáncer de mama

Científicos en Estados Unidos descubrieron que las nueces podrían activar genes que ayudan a controlar el crecimiento de células tumorales en mujeres.

El estudio que despertó el interés de la comunidad científica

Nueces y cáncer de mama es un tema que empieza a ganar terreno en la investigación médica. Un grupo de científicos de la Universidad Marshall, en Estados Unidos, realizó el primer ensayo clínico en humanos para entender cómo este fruto seco podría influir en el comportamiento de las células tumorales.

Durante dos semanas, un grupo de mujeres diagnosticadas con masas en el pecho incorporó dos onzas de nueces a su dieta diaria. Luego, los investigadores analizaron el tejido mamario antes y después del consumo. Los resultados fueron sorprendentes: más de cuatrocientos genes cambiaron su nivel de expresión.

Qué descubrieron los investigadores

Las variaciones genéticas observadas estaban vinculadas a rutas biológicas asociadas con la apoptosis, el proceso de muerte celular natural que permite eliminar células dañadas. También se alteraron genes relacionados con la proliferación y la invasión tumoral.

En términos simples, el tejido mostró señales de un entorno menos favorable para el crecimiento del cáncer. Los autores del estudio explican que no se trata de una cura, sino de un posible mecanismo protector que merece más investigación.

Por qué las nueces podrían tener este efecto

El vínculo entre nueces y cáncer de mama podría deberse a la combinación de sus nutrientes. Las nueces contienen ácidos grasos omega 3, polifenoles, fitoesteroles y antioxidantes. Estos compuestos actúan de manera sinérgica reduciendo la inflamación, mejorando la función celular y favoreciendo el equilibrio hormonal.

Al integrarse en una dieta equilibrada, podrían fortalecer los sistemas naturales de defensa del cuerpo. Además, estudios previos en animales ya habían mostrado que las dietas con nueces reducían el número y tamaño de tumores mamarios.

Qué no demostró el estudio

A pesar del entusiasmo, los propios científicos aclaran los límites del trabajo. Solo participaron diez mujeres, cinco en el grupo experimental y cinco en el grupo control, y la duración fue muy corta. No se midió reducción de tumores ni mejora en la supervivencia.

Por eso, los resultados deben interpretarse con cautela. La evidencia disponible es prometedora, pero todavía no permite afirmar que comer nueces frene el cáncer de mama. Se necesitan estudios más amplios, con seguimiento prolongado y resultados clínicos verificables.

Lo que dice la comunidad médica

Instituciones como el American Institute for Cancer Research destacan que ningún alimento, por sí solo, puede prevenir ni curar el cáncer. Sin embargo, promueven los frutos secos como parte de un patrón alimentario saludable, especialmente por su aporte de grasas buenas y antioxidantes.

En el contexto de la prevención, los especialistas insisten en mantener una dieta variada, controlar el peso corporal, hacer ejercicio y evitar el consumo excesivo de alcohol. Incorporar un puñado de nueces al día puede ser un hábito sencillo dentro de ese estilo de vida.

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Cómo incluirlas en la alimentación diaria

Una porción de nueces al día equivale aproximadamente a un puñado pequeño. Pueden añadirse al yogur, a las ensaladas o a los batidos. Es importante elegir versiones naturales o tostadas sin azúcar ni exceso de sal.

Las personas con alergias o tratamientos médicos deben consultar a su médico antes de cambiar su dieta. En la mayoría de los casos, las nueces son un complemento nutritivo que aporta energía, fibra y micronutrientes esenciales.

Por qué este hallazgo importa

La conexión entre alimentación y salud genética es uno de los campos más prometedores de la medicina moderna. Que un alimento cotidiano pueda modificar la expresión de genes en el tejido humano abre una nueva vía para comprender la relación entre dieta y prevención del cáncer.

Aunque falta mucho por investigar, el mensaje general es esperanzador. Cuidar lo que comemos puede influir, incluso a nivel celular, en los procesos que determinan nuestra salud. Y ese simple gesto diario —como añadir un puñado de nueces al plato— podría convertirse en una herramienta más dentro de la prevención integral.

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