Un equipo de la Universidad de Fudan en Shanghai logró un avance monumental al revivir con éxito un cerebro humano que había estado congelado durante 18 meses.
Este logro récord no sólo rompe récords anteriores en tecnología criogénica, sino que también se ha publicado en la prestigiosa revista académica Cell Reports Methods.
El equipo dirigido por Shao Zhicheng creó un método de criopreservación revolucionario, denominado ‘MEDY’ que preserva la integridad estructural y la funcionalidad de las células neuronales.
Esto permite la preservación de diversos tejidos cerebrales y muestras de cerebro humano.
Este avance es inmensamente prometedor no sólo para la investigación de trastornos neurológicos, sino que también abre posibilidades para el futuro de la tecnología de criopreservación humana.
Un experto lo explica
El profesor Joao Pedro Magalhaes de la Universidad de Birmingham quien expresó su profundo asombro por el desarrollo y elogió de la capacidad de la tecnología para prevenir la muerte celular.
Al tiempo que ayudaría a preservar la funcionalidad neuronal como nada menos que milagrosa.
Especuló que, en el futuro, los pacientes con enfermedades terminales podrían ser criopreservados, a la espera de curas que puedan surgir.
Mientras que los astronautas podrían ser congelados para viajes interestelares, despertando en galaxias distantes.
La noticia ha provocado fervientes debates en las plataformas de redes sociales, y muchos internautas establecen paralelismos con los conceptos descritos en la ciencia ficción del escritor chino Liu Cixin El problema de los tres cuerpos.
El sentir de la gente
Ha aumentado el interés en la viabilidad de la futura tecnología de criopreservación humana.
Las personas han expresado su voluntad de participar en ensayos en humanos, anticipando ansiosamente el despertar a una nueva era dentro de los cuerpos robóticos.
«Ahora sólo necesitamos una sonda que viaje al 1 por ciento de la velocidad de la luz y que pueda operar durante miles, millones de años con sus propios medios», publicó un internauta.
A medida que los límites de las posibilidades continúan expandiéndose, el reino de la criónica se encuentra al borde de una profunda transformación.
Asimismo, ofreciendo vislumbres de un futuro en el que la línea entre la ciencia ficción y la realidad se vuelve cada vez más borrosa.
Lo que se quiere con esto
Ser capaz de congelar estos minicerebros humanos significa que de esa manera habrá más tejido disponible para que los investigadores prueben nuevos medicamentos y terapias, escribió el profesor Shao.
Esto podría ayudarnos a lograr avances en varias áreas difíciles de la medicina, dijo en un artículo de 2018 el Dr. Takanori Takebe, pediatra del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati
“Los organoides son muy prometedores para revolucionar la atención sanitaria del siglo XXI”, expresó Takebe.
En un futuro más lejano, el experto escribió que MEDY tiene potencial para congelar todo el cerebro.
Pero eso conlleva sus propios desafíos, porque pasar de congelar un organoide a un órgano completo, como el cerebro, es complicado por varias razones.
Un gran avance
La investigación de organoides, en general, es una excelente manera de comprender cómo actúan ciertos tipos de células.
Pero no siempre es eficaz para predecir cómo respondería un órgano completo a nuevos estímulos.
Lo anterior, “ya que lo que hay en el plato es mucho menos complejo que lo que hay en nuestros cuerpos”, dicen investigadores del Centro Eli y Edythe Broad de Medicina de la Universidad California.
Además, escribieron los investigadores de la institución en mención que estos organoides simplemente «no reflejan la totalidad de la composición, organización o función del cerebro humano«.
Por lo tanto, es difícil saber si la forma en que congelamos el organoide se trasladará a todo el cerebro.
Además, señalan que, si pueden congelar con éxito un cerebro sin dañarlo, habrá toda una nueva serie de desafíos para descongelarlo y reanimarlo.
“porque actualmente sabemos muy poco sobre el cerebro”, dijo el Dr. Ken Miller, neurocientífico teórico de la Universidad de Columbia.
Agrega el científico que la respuesta más básica sobre cómo funciona el cerebro es; “no lo sabemos. Sabemos cómo funcionan muchas piezas… pero estamos muy lejos de comprender el sistema«.