Todos tenemos algún recuerdo que quisiéramos olvidar, un momento de nuestra vida que nos gustaría borrar o un evento traumático que nos marcó para siempre; es una carga que nos atormenta y que quisiéramos desparecer, porque nos daña y nos complica la existencia. Y es que la naturaleza persistente de los recuerdos inducidos por el trauma provoca un sufrimiento inmenso y puede manifestarse de manera diferente, en una variedad de respuestas emocionales y conductuales, por eso nadie quiere vivir con estos.
En su forma más extrema, la exposición a un evento angustioso puede conducir al desarrollo del trastorno de estrés postraumático (TEPT), una afección de salud mental acompañada de una combinación de síntomas que incluyen ansiedad, pesadillas y pensamientos temerosos.
Siendo así, un recuerdo de evento traumático puede afectar nuestras vidas, incluido el desempeño laboral, las relaciones sociales en la familia y la comunidad en general, en gran medida. Entonces, encontrar un tratamiento con una alta tasa de respuesta se vuelve imperativo.
A lo largo de los años, los científicos han estado trabajando para encontrar una cura, un método o una herramienta que sirva para eliminar esas memorias inquietantes nacidos de eventos dolorosos, y hasta el día de hoy han tenido algunos buenos avances.
¿Por qué esa facilidad para almacenar en nuestra memoria lo malo?
Nuestra memoria almacena muchas de las cosas que nos suceden durante el día, pero gran parte acaban por olvidarse. Sin embargo, tenemos cierta facilidad para guardar los malos recuerdos, a pesar de no ser un proceso gratuito: Para que se forme la memoria, las proteínas necesitan estimular nuestras células cerebrales lo suficiente como para crecer y formar nuevas conexiones.
Tan pronto como eso sucede, la memoria se “almacena” en la mente y, por lo general, permanece allí hasta que volvemos a acceder a ella. Pero los recuerdos a largo plazo no son estables: cada vez que volvemos a visitar ese recuerdo, se vuelve más “maleable” y más fuerte que antes, en un proceso llamado “reconsolidación”.
Este fenómeno también explica por qué algunos recuerdos cambian un poco a lo largo de los años, y es precisamente este fenómeno el que puede ofrecer una forma para que los científicos puedan “sabotear” los recuerdos.
¿se pueden eliminar los malos recuerdos?
Algunos estudios sugieren que “los recuerdos pueden manipularse porque ‘actúan’ como si estuvieran hechos de vidrio, en un estado antes de volverse sólido”. Sin embargo, cuando se ‘solicita’ una memoria nuevamente, vuelve a este estado maleable y permite cambios”.
Son muchos los estudios que apuntan a una relación entre una sustancia química que produce nuestro cerebro, la norepinefrina o noradrenalina (en general, activada en situaciones de lucha o ansiedad al volar, y la causante de las manos sudorosas y el corazón acelerado en estas situaciones de estrés), y recuerdos traumáticos. Se necesitaría bloquear la producción de esta sustancia química para “descartar” estos recuerdos dolorosos y evitar que se asocien con emociones negativas.
Eventos traumáticos
Científicos de la Universidad Metropolitana de Tokio han descubierto que las moscas Drosophila pierden la memoria a largo plazo (LTM) de un evento traumático cuando se mantienen en la oscuridad, la primera confirmación de que la luz ambiental juega un papel en el mantenimiento de LTM.
El equipo también identificó el mecanismo molecular específico responsable de este efecto. Los LTM son notoriamente difíciles de borrar; este trabajo puede conducir a tratamientos novedosos para quienes sufren traumas, tal vez incluso a la eliminación de recuerdos traumáticos que alteran la vida.
Es imposible recordar todo lo que nos pasa en un día. Pero un evento particularmente impactante puede consolidarse en nuestra memoria a largo plazo (LTM), mediante el cual se sintetizan nuevas proteínas y se modifican los circuitos neuronales en nuestro cerebro.
Dichos recuerdos pueden ser devastadores para la víctima y desencadenar potencialmente un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sin embargo, fisiológicamente hablando, mantener un recuerdo está lejos de ser un proceso trivial; se requiere un mantenimiento activo para mantener los cambios, protegiendo contra el constante reordenamiento celular y la renovación de un organismo vivo.
A pesar de la importancia de comprender cómo funciona la memoria en el cerebro, el mecanismo por el cual esto ocurre aún no se comprende y es un tema clave para la neurociencia en la actualidad.
Fármacos
Un grupo de expertos encontró que la aplicación de una dosis de propanolol – un sedante – podía ayudar a reducir el recuerdo que tenemos de eventos traumáticos concretos y la relación existente entre el recuerdo en sí y nuestra emoción negativa. Es decir, no olvidaríamos del todo las cosas ocurridas, pero sí se “rompería” la relación creada entre la memoria y las emociones negativas.
La clave podría estar en una proteína de las neuronas que determina si los recuerdos tienen que modificarse o no. Si esta proteína se degrada, como este fármaco ayuda, los recuerdos se vuelven modificables.
Esto mismo pensaron los investigadores del London University College que acaban de publicar un estudio donde describen cómo la hidrocortisona -un fármaco antiinflamatorio de uso habitual para el tratamiento de la artritis- podría favorecer el proceso de olvido de recuerdos intrusivos si se administra después de un acontecimiento traumático.
Curiosamente, el efecto fue distinto en mujeres y hombres, dependiendo del nivel de hormonas sexuales en su organismo. Por ejemplo, los varones con altos niveles de estrógeno presentaban menos recuerdos traumáticos.
En mujeres ocurría lo contrario: los elevados niveles de estrógeno las hacían más susceptibles a los malos recuerdos tras el tratamiento con hidrocortisona. Esto demuestra que un mismo fármaco puede tener efectos contrarios en unas personas que en otras; de ahí la importancia de la investigación con perspectiva de género.
En la actualidad, la hidrocortisona sólo ha resultado eficaz cuando se administra durante las horas inmediatamente posteriores al trauma o antes de dormir, cuando el recuerdo se consolida.
En cualquier caso, si nuevas investigaciones encuentran la efectividad del propofol para ayudarnos a romper la relación entre nuestros recuerdos y las emociones negativas que nos suscitan, estaríamos ante unos grandes descubrimientos.