Solo cuando Joaquín García, un funcionario español, tuvo que recoger un premio por dos décadas de servicio leal y dedicado, alguien se dio cuenta de que, de hecho, no se había presentado a trabajar durante al menos los últimos seis años.
García, un ingeniero de 69 años, comenzó a trabajar para la autoridad local de la ciudad suroccidental de Cádiz en 1990, según reseña el diario Mundo del país en mención.
En 1996 fue destinado a la junta municipal de aguas, llamada ‘Agua de Cádiz’, donde su trabajo consistía en supervisar una planta de tratamiento de aguas residuales.
En 2010, cuando García –ahora jubilado– debía recoger su medalla de honor, el hombre que lo había contratado, el alcalde Jorge Blas Fernández, se preguntó dónde estaba:
“Todavía estaba en nómina”, dijo al periódico. “Pensé, ¿dónde está este hombre? ¿Sigue ahí? ¿Se ha jubilado? ¿Ha muerto?”.
Lo descubrieron
Después de que el exgerente de la empresa de agua, que tenía la oficina frente a la de García, le dijera a Fernández que no había visto a su empleado en varios años, el mandatario llamó al ingeniero.
“Le pregunté: ¿qué estás haciendo?”, dijo Fernández. “¿Qué hiciste ayer? ¿Y el mes anterior? No pudo responder”.
Así las cosas, un tribunal multó esta semana a García con 27.000 euros el equivalente después de impuestos a un año de su salario anual.
Lo anterior, tras haber determinado que el ingeniero no parecía haber ocupado su oficina durante “al menos seis años” y no había hecho “absolutamente ningún trabajo” entre 2007 y 2010, el año antes de jubilarse.
Lo que dijo el acusado
García declaró ante el tribunal que había acudido a la oficina, aunque admitió que tal vez no había respetado el horario laboral habitual.
Agregó que había sido víctima de acoso laboral debido a la política socialista de su familia y que había sido marginado deliberadamente de la empresa de aguas.
Sus amigos le dijeron a El Mundo que el ingeniero no había querido denunciar sus acusaciones de acoso porque “tenía una familia que mantener” y le preocupaba no encontrar otro trabajo a su edad.
Su situación lo había deprimido tanto que había acudido a un psiquiatra, dijeron las fuentes mencionadas.
El tribunal concluyó que la junta de agua había creído que García era responsabilidad del ayuntamiento durante la mayor parte del período de su empleo, mientras que el ayuntamiento pensaba que estaba trabajando para la junta de agua.
El ingeniero aprovechó la confusión y se convirtió en un ávido lector de filosofía y un experto en las obras de Spinoza, el filósofo holandés a quien se atribuye haber sentado las bases de la Ilustración.
Señales de que un empleado está a punto de renunciar
Tomarse más tiempo libre de lo habitual
Es probable que un empleado que esté buscando nuevas oportunidades se tome más tiempo libre de lo habitual, tal cual como lo hizo García.
Es posible que utilice el tiempo de vacaciones para asistir a entrevistas de trabajo o días de orientación con otras empresas, ya que estos suelen tener lugar durante el horario laboral.
Antes de renunciar, un empleado puede intentar “utilizar” el resto de sus vacaciones o días de baja por enfermedad si le quedan muchos.
Y si un entorno de trabajo o una cultura empresarial negativos provocan agotamiento o afectan a su salud mental, es posible que intente evitar acudir a la empresa tanto como sea posible antes de renunciar.
Además, estos empleados pueden empezar a preguntar más sobre los detalles de sus beneficios de licencia o de repente interesarse en los detalles de las políticas de licencia de la empresa.
Un aumento en las solicitudes de licencia de último momento o un patrón de toma de licencia que se desvía de su norma pueden ser señales adicionales de un empleado desconectado.
No comprometer proyectos a largo plazo
Los empleados que están pensando en dejar su trabajo actual y empezar en un nuevo puesto no van a asumir grandes compromisos nuevos, pero probablemente no quieran decirle por qué.
Si un miembro del personal es un jugador de equipo que suele estar dispuesto a asumir responsabilidades adicionales y muestra resistencia, esa falta de compromiso del empleado podría ser una señal de advertencia.
Este cambio también puede manifestarse en una menor participación en las reuniones de equipo o en una renuencia a contribuir a las discusiones sobre el futuro de la empresa.
Pueden empezar a delegar tareas críticas a otros o mostrar un menor interés en las oportunidades de desarrollo profesional, que suelen estar vinculadas al crecimiento profesional a largo plazo dentro de la empresa.
Evitar eventos sociales laborales
Los eventos sociales laborales, que suelen planificarse con mucha antelación, pueden resultar menos atractivos para los empleados que estén pensando en cambiar de empresa.
Por ejemplo, un empleado que duda en comprometerse con un evento importante como la fiesta anual de Navidad, especialmente si se programa con meses de antelación.
Además, su rechazo puede extenderse a reuniones más pequeñas e informales, como almuerzos de equipo, happy hours o celebraciones de toda la empresa.
Este retiro de las interacciones sociales en el trabajo puede deberse a su deseo de evitar conversaciones sobre su futuro en la empresa u otras discusiones potencialmente incómodas con gerentes y colegas sobre planes y compromisos a largo plazo.