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Entienda por qué algunos sonidos le molestan

La misofonia es el odio a sonidos específicos como, por ejemplo: mascar un chicle, masticar comida con la boca abierta o cerrada, serpentear los labios, morderse las uñas, algunos de los sonidos que se emiten al hablar, ladridos y taconeos, entre otros.

La misofonia es el odio a sonidos específicos como, por ejemplo: mascar un chicle, masticar comida con la boca abierta o cerrada, serpentear los labios, morderse las uñas, algunos de los sonidos que se emiten al hablar, ladridos y taconeos, entre otros.

El doctor David Ezpeleta, neurólogo en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, miembro activo de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la define como “una reacción exagerada a sonidos muy específicos dentro de un contexto cotidiano y normal”.

Ezpeleta, dice que, las personas con este síntoma reaccionan con respuestas tales como “desagradado, ansiedad, sudoración e incluso ira y elevaciones de la tensión arterial y la temperatura a sonidos tan triviales como los que produce otra persona al masticar, respirar, silbar, separar los labios o dar golpes con los dedos sobre una mesa”.

En algunos casos, los sonidos que disparan estas reacciones también pueden producirse por animales, objetos, como el ruido de un motor lejano o el pasar de un avión.

Explicación

El especialista en neurología cuenta que, “en algunos casos este síntoma se asocia a los acúfenos o a ciertas enfermedades de índole psiquiátrica o del neurodesarrollo es sin duda una buena pista”.

El modelo fisiopatológico vigente asume que existe un aumento de la conectividad entre las estructuras cerebrales auditivas y límbicas relacionadas con respuestas emocionales y vegetativas (desagrado, nerviosismo, sudoración, aumento de la tensión arterial), algo muy probable dado su carácter repetitivo debido a la disponibilidad cotidiana de los estímulos, base de una respuesta refleja condicionada con el subsiguiente tatuaje subcortical y cortical.

Por otro lado, “la ocasional asociación con el trastorno obsesivo compulsivo, los autismos, el síndrome de Tourette o la ansiedad nos habla de conductas premonitorias y por ende de evitación; así, el mero hecho de intuir que determinado sonido se va a producir, adelanta las consecuencias del síntoma”.

El experto dice que existe “un componente psicológico de animadversión, pues es habitual que la misofonia se produzca ante estímulos sonoros banales producidos por la pareja o familiares cercanos”.

Hiperacusia, misofonia y Fonofobia

La principal diferencia entre la misofobia y otros trastornos auditivos como la hiperacusia y la fonofobia es que la primera es una respuesta desproporcionada a sonidos específicos, sea cual sea la intensidad de los mismos.

Por su parte el neurólogo explica que “en la hiperacusia también existe una respuesta exagerada a los sonidos ambientales, con frecuencia referida en forma de dolor, pero en este caso se perciben con mayor intensidad y afecta a la mayoría de los sonidos, sin selectividad”.

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Los pacientes con Fonofobia “tienen reacciones de ansiedad y en sentido estricto miedo ante determinados estímulos sonoros”.

“No es raro que incluso los médicos confundamos estos dos últimos términos: por ejemplo, en la migraña lo habitual es hablar de fonofobia como síntoma asociado al dolor de cabeza, cuando lo que en realidad el paciente padece es hiperacusia”.

Mientras que el acúfeno es un trastorno diferente, si bien puede relacionarse con los anteriores. En este caso, no existe estímulo externo, sino que el paciente percibe un sonido interno, un ruido abstracto, que se hace más intenso en situaciones de silencio sonoro”.

Entender el problema

Aunque la misofonia pueda guardar alguna similitud con otras dolencias auditivas como el tinnitus y la hiperacusia, las personas con misofonia no padecen, en líneas generales ningún trastorno psiquiátrico y existen algunas terapias que ayudan a los pacientes a reducir sus respuestas ante los sonidos de activación.

En estas terapias por lo general suele ser beneficioso que también participen los miembros de la familia del afectado o la afectada para lograr entender que el paciente no es consciente de su sensación de ira, que es un acto involuntario, resultante del estrés del sonido.

El apoyo y la comprensión de la unidad familiar es bastante positivo para los pacientes, ya que en grados muy elevados de misofonia, se convierte en algo insufrible tanto para el afectado como para la gente que convive con él.

De ahí que como señala el doctor Ezpeleta, podamos ayudar a aquellas personas que lo padecen; “Simplemente, comprendiendo su problema, aceptando sus reacciones y si es posible, cambiando algunos de nuestros hábitos (dejar de hacer ruido al tomar sopa no es tarea difícil, por ejemplo)”.

Ahora bien, “si la población general es normalmente incapaz de comprender a alguien que sufre algo tan frecuente como la depresión, ¿qué esperar ante lo que parece un capricho?”.

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No obstante, “sería conveniente que sepamos comprender el problema, porque pese a que no es frecuente, la misofonia puede producir conductas de evitación y aislamiento”.

Quienes la padecen suelen ser conscientes de que sus reacciones ante los sonidos o los movimientos que los anuncian son desproporcionadas, pero en ocasiones optan por la dejación de sus relaciones escolares, sociales, familiares o en el trabajo, con merma de sus metas personales y profesionales, añade el neurólogo.

Tratamiento

Una de las formas más sencillas de tratar la misofonia es por medio de la escucha de sonidos delicados que contribuyan a la relajación de quien la padece, incluso emplear un mp3 ante la exposición al estímulo auditivo perturbador resulta una buena alternativa.

Los pacientes no deben ser forzados a aceptar los aquello que les desestabiliza, pero si es cierto que se les puede desensibilizar poco a poco de los sonidos agresivos por medio de su introducción de forma controlada, mezclados siempre con otros agradables.

Los ruidos que más molestan

Entre los más úsales o mencionados por los pacientes está, por ejemplo, el sonido producido por la vibración de los celulares.

También está el de las sirenas de ambulancias, bomberos y policía a os que muchos no se acostumbran por la extensa onda que emiten en el lugar y un amplio campo de donde se encuentran.

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