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Está es la famosa cárcel sin puertas de la que solo un preso pudo fugarse 

Este recóndito lugar es visitado por miles de turistas cada año que disfrutan de la maravillosa historia que guarda.

Hace 100 años se fundó una prisión muy diferente en el municipio de Mulegé, en el estado mexicano de Baja California Sur.  

La particularidad de este centro de reclusión es que no tenía puertas.

Pero ofrecía muchos privilegios a los presos, que debían regresar al cautiverio por la tarde al sonido de un cuerno de caracola. 

La famosa prisión sin puertas fue construida hace más de un siglo y cerrada unos 70 años después.

Esta estaba ubicada en Heroica Mulegé, un pueblo que actualmente cuenta con unos 4.000 habitantes. 

Este lugar paradójicamente, también fue construido por millones de reclusos. 

La “Heroica” en el nombre oficial del pueblo según los historiadores y la información oficial.

Este hace referencia a la valentía que mostraron los habitantes al repeler contra el ejército estadounidense durante la Guerra México-Estadounidense de 1846-1848. 

Construcción de la prisión 

En lo alto de una montaña y destacando entre todas las casas del pueblo se encuentra la famosa prisión sin puertas. 

Los prisioneros nunca estuvieron tras las rejas y tenían el privilegio de salir al pueblo.

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Esto lo podían hacer durante el día, con la condición de que regresaran al escuchar el sonido de una caracola. 

La prisión sin puertas fue construida bajo las órdenes del dictador Porfirio Díaz, quien gobernó México de 1876 a 1911. 

A cargo del proyecto estaba el general Agustín Sanginés, entonces jefe político de toda la península de Baja California, explica el historiador Luis Domínguez

Y qué es hoy esa cárcel 

Hoy ese inusual centro penitenciario es un popular museo visitado por turistas que llegan por carretera a ese lugar. 

“Los presos menos violentos iban al pueblo a trabajar durante el día”, afirmó el guía en entrevista con la agencia de noticias EFE.

Domínguez dijo que a los condenados incluso se les dio “la oportunidad de asistir a bailes y festividades”. 

En la ciudad, los prisioneros trabajaban como carpinteros, mecánicos, limpiadores, albañiles y artesanos. 

Un prisionero intentó fugarse 

La eficacia de este sistema se basó principalmente en la conciencia de los prisioneros.

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Esto con base en lo mortífero que sería un intento de fuga a través del ardiente desierto del sur de Baja California. 

De modo que el oasis natural de la ciudad se convirtió, de hecho, en una razón más que suficiente para no extraviarse. 

“Se cuenta que sólo un preso alguna vez intentó escapar, pero después de tres días, fue recapturado”, dijo Domínguez.  

La guía del museo, Nayhelli Murilo, dijo a Efe que hasta aquí llegan miles de visitantes cada año. 

La prisión es en sí misma una pieza expositiva según los expertos locales.

En sus instalaciones también se exponen objetos de la vida cotidiana de los antiguos habitantes de la zona. 

Se pueden encontrar desde aparejos de caza y pesca hasta puntas de flecha fabricadas por los primeros pobladores de la península. 

Nadie más implementó este sistema 

El edificio es un ejemplo de vida penitenciaria de la época. 

Y este modelo no fue posible en otro lugar, porque cuando otros sitios de la región intentaron imponer tal sistema, la sociedad local se negaba.

En Heroica Mulegé viven hasta el día de hoy descendientes de algunos de los reclusos. 

La cárcel sin puertas es ahora parte de la historia de la región después de haber sido cerrada en los años 1970.

Sin embargo, todavía es muy recordada por los habitantes de toda esta zona.

Estas ruinas son hoy un espacio histórico, turístico donde propios y visitantes disfrutan de sus historias que parecen traída de un libro de cuentos.

Pero lo cierto, es que este sitio ha dejado muchos beneficios económicos para sus habitantes en diferentes campos.

Entre ellos está la hotelería, restaurantes y lugares de esparcimiento para el público.

  • Imagen de portada tomada/El Clarín/ Pantallazo de video
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