Leonardo Bermúdez tenía su vocación definida desde niño, siempre quiso ser contador, así que al terminar la secundaria fue tras ese sueño, de la mano de su esposa, María, quien se inscribió en la misma carrera.
Se encontraban en el primer año de su carrera cuando en plena crisis del 2001 se vieron obligaos abandonar los estudios para buscar empleo.
Hace 18 años Leonardo trabaja como barrendero en la provincia de Salta en Argentina, y en paralelo logró retomar la universidad.
Al inicio, avanzaron poco a poco, pero luego de convertirse en papá se enfocó aún más en la meta.
Actualmente conforman un matrimonio de contadores: ella se graduó en 2015, poco tiempo después de dar a luz a su hija, y él es un recién graduado brillante, después de alcanzar un 10 como nota final en la defensa de su tesis.
Bermúdez, un hombre emocionado, feliz y con mucho por celebrar, se adapta a su nueva rutina, pues desde 2017 que retomó sus estudios en la Universidad Nacional de Salta (UNSa), es la primera vez que no tiene que ir a clases después de su jornada laboral.
Amor entre números
Tienen 22 años estando juntos y afirma el masculino que la historia de amor con su esposa fue la base de cada logro. Se conocieron cuando tenían 13 años, estudiaron toda la secundaria juntos, y comenzaron su noviazgo a los 17.
“Estábamos terminando quinto, se venía el fin de una etapa y yo no podía con la idea de no verla más todos los días, lo conversamos y decidimos que íbamos a seguir juntos, y que queríamos estudiar lo mismo, así que fuimos los dos a inscribirnos a la universidad”, recuerda con emoción Leonardo.
Bermúdez proviene de una familia numerosa, nueve hermanos, y ya en ese entonces anhelaba con ser el primero de su familia en obtener un título de grado, pero su sueño se pospuso por un tiempo.
Aunque hoy dejó de ser un sueño para ser una realidad, cumplir su objetivo no fue fácil y se vio en la tarea de hacer varios sacrificios para poder lograrlo.
De padres a estudiantes
En febrero del año 2014 se convirtieron en padres de una hermosa niña, y empezó una nueva etapa familiar llena de cambios para los dos.
En marzo de ese mismo año María, retomó sus estudios con mucho esfuerzo y dedicación, logró terminar su carrera en 2015 y actualmente ejerce su profesión.
Para Leonardo “el nacimiento de mi nena me cambió la cabeza, cuando me vi padre fue diferente, no dejaba de pensar en su futuro, en cómo iba a crecer, quién representaba yo para ella, cómo me iba a ver, y no quería que me vea dejar mi sueño”, comentó.
No duda que la energía restauradora se la brindó el nacimiento de su hija, porque quería inculcarle un aprendizaje desde el ejemplo, por más difícil que sea.
Tenía muy pocas horas para compartir en familia, declinaba invitaciones a eventos sociales para priorizar el tiempo de estudio aún en medio de cumpleaños y celebraciones.
Hasta en pandemia no dejó de ir ni un solo día a trabajar, y en cuanto a la Universidad algunas materias pudo cursarlas de forma virtual, lo que representó para Bermúdez un desafío, le tocó comenzar la tesis en plena cuarentena.
Todo el esfuerzo valió la pena, porque obtuvo la calificación más alta del jurado que evaluó la tesis con un 10 por decisión unánime.
A las afuera de la universidad lo esperaba su familia, amigos, compañeros de trabajo y su madre de 73 años que puso ser testigo de su gran día.
Prejuicios sociales
Leonardo se enfrentó más de una vez frente a frente con los estigmas sociales, crítica y la descalificación, pero su fuerza para salir adelante fue sin duda su familia, su motor de vida.
Tiempo después de graduarse, le entregaron un reconocimiento en la Cámara de Diputados de la provincia de Salta, por su esfuerzo, constancia, y ser ejemplo de orgullo salteño.
Siempre vivió convencido de que el título es “mucho más que un papel”, y lo ve como una herramienta que abre muchas puertas, aunque en ocasiones digan lo contrario.
“Sé que con 40 años quedo fuera de muchas cosas, que la competencia no es sencilla, y que debo adquirir de forma urgente experiencia, pero además tengo 18 años como empleado en el barrido urbano con un legajo impecable, que habla de mi compromiso, y los valores que me enseñaron mis padres: la integridad y la responsabilidad”, dijo Leonardo.
Planea complementar su formación realizando especializaciones que lo faculten para convertirse en profesor de ciencias económicas, su siguiente sueño.
Tiene espíritu docente y ganas de educar desde el ejemplo, pero también le gustaría ayudar en el área contable de alguna empresa.