Una total pesadilla durante seis años fue la que sufrió Malcolm MacDonald, un hombre de 47 años, cuando médicos le diagnosticaron una infección de sangre, la cual, posteriormente, causó que se le cayera su pene.
El hombre narro a medios locales que su médico tratante le contó sobre el ‘penis master’.
Sin embargo, el miembro debía ser injertado en su brazo, y aunque era por poco tiempo, diferentes retrasos administrativos y una pandemia impidieron que su extremidad volviera de nuevo al lugar indicado.
Si, como lo leyeron, este hombre tuvo su pene durante seis años en el brazo.
Pero esa pesadilla terminó hace pocos días luego de que después de nueve horas de operación, el hombre volviera a tener su pene en el lugar correcto.
Según declaraciones que dio al diario ‘The sun’, volvió a sentirse un “hombre otra vez”.
“Lo primero que hice fue mirar hacia abajo y dije: ‘Oh, mis días. Lo hicieron bien esta vez’. Me siento como un verdadero hombre otra vez”, expresó.
La magia de la medicina
El profesor David Ralph, del Hospital Universitario de la Universidad de Londres, un médico conocido como el “maestro del pene” se puso la camiseta y tomó este inusual caso.
Cuentan los medios europeos que, en un principio. el experto le dio una esperanza: le explicó que existía la posibilidad de hacer un injerto en el brazo -al que debería llevar durante al menos dos años-, y luego sí, un procedimiento que le devolvería el órgano a su lugar.
De esta manera, podría volver a mantener relaciones sexuales y orinar adecuadamente.
MacDonald dijo que esta noticia “fue como recibir todos los regalos de Navidad a la vez. Estaba muy emocionado porque era una oportunidad para poder empezar de nuevo”.
En medio de su preocupación el paciente dijo, “no tener un pene me hizo sentir horrible. Es el peor miedo de la mayoría de los hombres”.
Agregó que su preocupación no era sobre el sexo, porque ya tenía dos hijos, sino “porque se trataba más tener confianza en mí mismo y de cosas simples como usar el baño”.
Lo que hicieron en este caso
Los especialistas emplearon su brazo para extraer vasos sanguíneos y nervios.
De este modo, crearon un pene, con uretra incluida.
Además, el miembro llevaba dos tubos que se podrían inflar con una bomba manual y generar una erección que alargaba el miembro alrededor de 5 centímetros.
Una vez que estuvo listo, se lo implantaron en su brazo para que se formara la piel y el tejido de forma natural antes de colocarlo en su ubicación definitiva.
“Cuando lo vi en mi brazo por primera vez estaba muy, muy orgulloso. Después de todo lo que había pasado, no me pareció extraño, pero era una parte de mí”, reconoció al hablar con The Sun.
La pandemia de coronavirus y los altos costos de la operación -unos 63.000 dólares que financió el sistema de salud británico (NHS) retrasaron la cirugía un tiempo.
Un final feliz
Tras una cirugía que se prolongó durante nueve horas, recuperó la normalidad y volvió a tener un pene de unos 15 centímetros en el lugar correspondiente.
“Mi suerte en la vida no ha sido muy buena hasta ahora, pero solo puede ir mal por un tiempo, ¿no? ¿Te imaginas seis años de tu vida con un pene balanceándose en tu brazo?”
Malcolm dijo que ha sido una pesadilla, pero “ahora se ha ido, el pequeño hijo de puta”.
Un caso similar
En 2018, Andrew Wardle fue hospitalizado, y se encuentra en coma, luego de tener relaciones sexuales por primera vez con el pene biónico que le implantaron en una compleja cirugía realizada en el Reino Unido, de donde es originario.
El hombre de 45 años decidió, a comienzos de ese año, someterse a la práctica quirúrgica luego de analizarlo durante décadas.
Wardle nació sin pene por una extraña malformación congénita llamada extrofia vesical.
Su vida fue siempre un tormento físico y psicológico.
Sus padres lo abandonaron al poco tiempo de nacer y lo dieron en adopción. Ocultó su condición a todos sus amigos y a sus novias, con quienes -lógicamente- no tenía relaciones sexuales.
En dos ocasiones Wardle intentó quitarse la vida.
Pero en 2015 un documental lo hizo célebre. Su caso se hizo público y consiguió hablar abiertamente sobre su drama.
La opción para realizarse un implante surgió de inmediato, pero no fue hasta comienzos del corriente año cuando por fin se determinó a ingresar a una sala de operaciones. La práctica duró diez horas.
Los médicos del Hospital Universitario de Londres “recuperaron” su órgano a partir de la piel, músculos y nervios extraídos de uno de sus brazos.
Además, utilizaron una vena de una de sus piernas para que tuviera flujo sanguíneo. ¿El costo? 55 mil dólares.
El postoperatorio no fue del todo cómodo. Wardle debió pasar dos semanas con una erección a prueba, de acuerdo con el diario español ABC.