A diario es bastante común escuchar noticias sobre el cambio climático y la forma en la que nuestras acciones como humanidad han logrado que aumente la temperatura de la superficie terrestre.
Con esta situación sabemos que se producen graves secuelas como las temperaturas más elevadas, tormentas más intensas, aumento de la sequía, escasez de alimentos, mayores incendios forestales, por nombrar sólo algunos.
No obstante, si hablamos del interior del centro de la Tierra, entonces el panorama empieza a cambiar. Pues contrario a la superficie, su núcleo se viene enfriando desde que se formó hace 4.500 millones de años.
El problema es que este enfriamiento va mucho más rápido de lo que se había previsto.
¿Cómo funciona el núcleo de la tierra?
El núcleo de la Tierra se encuentra a casi 3 mil kilómetros de profundidad de la corteza terrestre y que su temperatura varía de los 4.400°C a los 6.000°C. Es decir, un calor parecido al del Sol.
Está compuesto de dos capas: La primera es interna la cual tiene un líquido maleable con una mezcla de hierro y níquel. Mientras que en el externo se forma el campo magnético de la Tierra, mismo que protege de los vientos solares.
Su energía térmica se emana desde el interior y se relaciona con fenómenos como la actividad volcánica y el movimiento de placas tectónicas que a su vez pueden ocasionar sismos y otros eventos.
Los estudios científicos sobre el enfriamiento del núcleo
Con todo esto en mente, una de las mayores preocupaciones es justamente el enfriamiento del núcleo. Y con ello la pregunta más interesante que surge es hacia dónde se dirige nuestro planeta, y cómo y cuándo podría enfrentarse a este enfriamiento.
Una de las formas de responder a esa pregunta es profundizar en los minerales que forman el límite entre el núcleo de la Tierra y su manto. Ahí es donde la roca se encuentra con el núcleo fundido, y también es una de las partes clave donde se decidirá la velocidad de ese enfriamiento.
Dicho de otra manera, la clave puede estar en un mineral situado en el límite entre el núcleo exterior de hierro y níquel de la Tierra y el manto inferior de fluido fundido que se encuentra sobre él.
Este mineral de frontera se llama bridgmanita y la velocidad a la que conduce el calor afectará a la velocidad a la que el calor se filtra a través del núcleo y hacia el manto.
Sin embargo, examinar esa capa es difícil en realidad, ya que está a distancias demasiado profundas y es difícil hacer experimentos.
El experimento de Murakami
Por eso, en un nuevo estudio, el científico Motohiko Murakami, de la ETH de Zúrich, ha realizado una serie de experimentos con láser en un cristal de este material y ha descubierto que su conductividad térmica es muy alta, lo que hace que nos replanteemos todo el proceso de refrigeración.
Le dispararon pulsos de rayos láser que irradiaban y calentaban el material para ver cómo reaccionaba el material en diferentes escenarios, permitiéndoles encontrar que la “conductividad térmica de la bridgmanita es aproximadamente 1,5 veces mayor de lo que se suponía”.
Eso quiere decir que el flujo de calor desde el núcleo hasta el manto es mayor de lo que se creía. Dicho en otras palabras, mientras más rápida es esa transferencia más rápidamente se pierde el calor del núcleo, acelerando el enfriamiento de la Tierra.
“Nuestros resultados podrían darnos una nueva perspectiva sobre la evolución de la dinámica de la Tierra. Sugieren que la Tierra, al igual que los otros planetas rocosos Mercurio y Marte, se está enfriando y quedando inactivo mucho más rápido de lo esperado”, explicó Murakami.
Las consecuencias de este enfriamiento
Si hay algo que no podemos olvidar es que toda la vida del planeta depende del núcleo de la Tierra y si algún día llega a enfriarse en su totalidad, nuestro planeta pasaría a ser una roca helada que gravita al rededor del sol.
Para explicarlo de mejor manera, si este proceso continuara al ritmo que va, hasta que el núcleo se apague, nos privaríamos de nuestro campo magnético, provocando el cese de toda actividad geológica y convirtiendo el planeta en una esfera rocosa y muerta como puede ser Marte en la actualidad.
Ahora, si con esto analizamos las situaciones particulares a las que nos enfrentaríamos, el enfriamiento del núcleo no solo provocaría una ausencia de energía geotérmica, sino que la oscuridad también caería sobre la Tierra. Ya que las empresas de energía de todo el mundo utilizan el calor de la corteza terrestre para calentar el agua, que produce vapor, el vapor acciona las turbinas que generan electricidad a través de un proceso complejo.
Aparte de eso, el planeta también sería atacado por una gran cantidad de radiación peligrosa del Sol, ya que el núcleo ayuda a formar la capa protectora atmosférica y magnética alrededor de la superficie del planeta. El hierro en constante cambio en el núcleo forma este poderoso escudo alrededor de la Tierra que nos protege de la dañina radiación cósmica y solar.
En ausencia de ese escudo, habría un ataque brutal de rayos de radiación que pueden causar cáncer y sobrecalentar el planeta. También hay vientos solares que soplan sobre nuestro planeta todo el tiempo, pero son desviados en gran medida por estas fuerzas invisibles.
Algunas de estas ‘ráfagas’ de viento solar serían lo suficientemente fuertes como para secar océanos y ríos completos, pero nuestro núcleo caliente ayuda a prevenir que eso pase.
¿Cuándo sucederá?
Aunque los investigadores no pueden estar seguros de cuánto tiempo puede durar este proceso, es importante señalar que esta aceleración está ocurriendo en escalas de tiempo geológicas.
“Todavía no sabemos lo suficiente sobre este tipo de acontecimientos como para precisar su calendario”, aseguró el científico planetario.
Es decir, pese a que el interior de la Tierra se enfríe más rápido de lo que se creía en un primer momento, el proceso de enfriamiento va a tardar miles de millones de años en producirse. Así que todo el mundo tranquilo, ¡Hay tiempo de comer!