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El sueño americano se desvanece en Nueva York

Para muchos inmigrantes y trabajadores en EE.UU., el sueño americano se ha convertido en una lucha diaria contra el alto costo de vida y la precariedad.

Durante décadas, Estados Unidos fue visto como una tierra de oportunidades. Pero hoy, el sueño americano en Nueva York se está desmoronando para miles de personas, especialmente para quienes han emigrado buscando un futuro mejor. Los alquileres inalcanzables, los salarios estancados y una creciente desigualdad están alejando esa promesa de prosperidad.

Una carta publicada recientemente por El País desde Nueva York revela cómo, mientras Wall Street sigue batiendo récords, en otras partes de la ciudad miles de personas viven hacinadas, en refugios, o trabajando jornadas interminables que no alcanzan para cubrir lo básico.

La realidad de los inmigrantes en Nueva York

En la ciudad de Nueva York viven más de 3 millones de inmigrantes, y representan casi el 37% de la población. Trabajan en sectores esenciales como la construcción, la restauración, la limpieza o los repartos a domicilio. Sin embargo, son también quienes más sufren el alza del costo de vida y la precarización laboral.

La ciudad ha recibido, solo en el último año, más de 170.000 migrantes llegados desde la frontera sur, muchos de ellos solicitantes de asilo. Sin redes familiares, sin papeles y sin dominio del idioma, terminan en albergues públicos o en condiciones extremadamente precarias. Para muchos, la realidad del sueño americano es un colchón tirado en el suelo, en un cuarto compartido con desconocidos.

Crisis de vivienda en EE.UU.

Según datos del portal inmobiliario Zillow, el alquiler promedio de un apartamento de una sola habitación en Nueva York superó los $3.500 mensuales en 2024. Incluso en barrios periféricos como Queens o el Bronx, una habitación puede costar más de $1.200 al mes.

El sistema de refugios también está colapsado. La ciudad tiene más de 190 albergues activos y ha llegado a alojar a más de 120.000 personas en ellos. Esta cifra no incluye a quienes viven en condiciones informales o en viviendas temporales, ni a quienes están en riesgo de desalojo.

La lucha diaria por mantenerse a flote

Para quienes llegan sin documentos, trabajar significa aceptar lo que haya. Jornadas de más de 12 horas, sin contrato, sin seguro médico y sin garantía de pago justo. Muchos migrantes que se emplean en servicios de reparto de comida o limpieza apenas logran sobrevivir. A eso se suma la dificultad para acceder a servicios públicos, atención médica o educación superior.

El sueño americano en Nueva York se reduce, para muchos, a poder enviar algo de dinero a su país de origen, evitar enfermarse, y no quedarse sin techo al final del mes.

¿Qué está fallando?¿ Por qué tanta desigualdad en Estados Unidos?

Mientras en los escaparates de Manhattan se exhiben relojes de 100.000 dólares, a pocas cuadras hay personas que piden trabajo en las esquinas con un cartel de cartón. La brecha social se ensancha y el modelo de movilidad ascendente —ese que definía al sueño americano— parece cada vez más fuera de alcance.

La administración municipal ha intentado responder con medidas como tarjetas temporales para inmigrantes recién llegados, pero no es suficiente ante una crisis estructural de vivienda, salud y empleo. El sistema parece diseñado para que la mayoría apenas sobreviva, mientras una minoría acumula beneficios.

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