La primera vez que uno ve a un guardia suizo en el Vaticano, vestido con ese uniforme azul, rojo y amarillo, es inevitable pensar que están ahí solo como adorno. Pero esa impresión se disuelve cuando uno descubre la realidad detrás del ejército más pequeño del mundo: 135 hombres, suizos, jóvenes, estrictamente seleccionados y entrenados con un nivel de exigencia comparable al de cualquier cuerpo militar de élite.
No se trata de un grupo ceremonial. La Guardia Suiza Pontificia ha estado en servicio continuo desde 1506, y a pesar de los siglos, no ha perdido su objetivo principal: proteger al Papa con su vida. Detrás de sus uniformes renacentistas, hay chalecos antibalas, armas de fuego modernas y un entrenamiento intensivo. Lo que comenzó como una orden del Papa Julio II hoy es una institución que combina tradición, fe y táctica militar.
Requisitos para ingresar a la Guardia Suiza Pontificia
Entrar a la Guardia Suiza no es como inscribirse en una escuela militar común. Para empezar, solo aceptan ciudadanos suizos varones, de entre 19 y 30 años, católicos practicantes y solteros. Además, deben haber completado el servicio militar obligatorio en Suiza, tener una estatura mínima de 1,74 metros, y contar con una reputación intachable. Cualquier antecedente penal, incluso menor, es motivo de descarte.
Pero no basta con ser suizo y sano. Se busca un perfil psicológico estable, capacidad de trabajar bajo presión y un compromiso religioso sincero. Esto último no es opcional: los guardias asisten a misa regularmente y muchos sienten su servicio como una vocación, no solo como un trabajo. Es común que antes de ingresar, algunos jóvenes hagan retiros espirituales para prepararse emocional y espiritualmente.
El entrenamiento militar detrás de la apariencia ceremonial
Una vez aceptados, los nuevos reclutas pasan por un riguroso programa de formación. El primer mes se lleva a cabo en Suiza, donde se refuerzan las habilidades físicas y militares. Practican tiro, técnicas de defensa personal, control de multitudes y protección de personalidades. Luego, ya en Roma, se enfocan en el protocolo vaticano, formación legal, psicología de seguridad y manejo de situaciones críticas.
Aunque gran parte del tiempo están de pie en sus puestos ceremoniales, el resto del día lo dedican a entrenamientos tácticos. Aprenden a reaccionar ante amenazas reales, no solo a posar para turistas. La Guardia Suiza está armada con pistolas Sig Sauer P220 y fusiles de asalto, y están preparados para actuar ante cualquier ataque contra el Papa.
Una vida dentro del Vaticano: rutina, vigilancia y discreción
Vivir dentro del Vaticano suena a cuento medieval, pero para los guardias suizos es parte de su día a día. Se alojan en un cuartel dentro del territorio vaticano, donde comparten dormitorios, gimnasio, capilla y comedor. La vida es austera pero cómoda. Las jornadas son largas
y requieren una disciplina férrea.
Un exguardia, Lukas Mathys, contó en una entrevista para La Nación que uno de los aspectos más desafiantes es la constante vigilancia y el nivel de confidencialidad exigido. “Sabes muchas cosas, pero no puedes contar nada. Incluso a tu familia”, explicó. La Guardia Suiza es un cuerpo donde la lealtad no solo se demuestra con el uniforme, sino con el silencio.
Funciones reales más allá de lo ceremonial
Aunque muchos turistas los fotografían como si fueran parte del decorado del Vaticano, su función principal no es posar, sino proteger. Controlan el acceso a la residencia del Papa, custodian las entradas del Vaticano, acompañan al Pontífice en sus audiencias y viajes, y protegen los lugares clave durante eventos multitudinarios.
Uno de los momentos más críticos de su trabajo es durante la “Sede Vacante”, cuando muere o renuncia un Papa. La Guardia Suiza debe asegurar el acceso al Colegio Cardenalicio y evitar cualquier interferencia en el cónclave. En esos días, la tensión y el nivel de alerta aumentan al máximo.
La valentía histórica de la Guardia Suiza
La historia más conocida de la Guardia Suiza ocurrió el 6 de mayo de 1527, durante el Saqueo de Roma. Ese día, tropas imperiales al mando de Carlos V invadieron la ciudad. De los 189 guardias suizos que defendían al Papa Clemente VII, solo 42 sobrevivieron. Los otros 147 murieron en combate, pero lograron que el Papa escapara por el pasadizo secreto conocido como el “Passetto di Borgo”.
Esa fecha se conmemora cada año con la ceremonia de juramento de los nuevos guardias. Frente al Papa, y con la mano sobre la bandera, juran defenderlo con su vida si es necesario. Es un momento solemne que resume siglos de fidelidad, sangre y vocación.
Tradición y modernidad: el futuro del ejército del Vaticano
Hoy, la Guardia Suiza sigue manteniendo su esencia, pero también ha evolucionado. En 2021 se anunció un ambicioso plan para renovar su cuartel, que incluye mejoras en la infraestructura y un diseño más sostenible. También se ha iniciado una discusión interna sobre si permitir el ingreso de mujeres, algo que aún está lejos de concretarse, pero que refleja los vientos de cambio que soplan incluso en los muros más tradicionales del Vaticano.
La Guardia Suiza Pontificia no es solo una reliquia del pasado. Es una institución viva, activa y preparada para los desafíos de la seguridad en el siglo XXI. Sus miembros combinan la mística de siglos de historia con la tecnología moderna, siempre al servicio de un solo propósito: proteger al Papa, cueste lo que cueste.