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Buceadoras de una isla coreana estarían evolucionando para resistir más bajo el agua

En la costa sur de Corea del Sur, la isla de Jeju guarda uno de los secretos culturales más fascinantes de Asia: las haenyeo, también conocidas como las buceadoras coreanas evolucionando. Durante siglos, estas mujeres han desafiado al océano sin más equipo que un traje de neopreno, una máscara y un ancla improvisada. Bucean a pulmón libre hasta 10 metros de profundidad, en busca de mariscos, algas y otros frutos del mar. Lo hacen sin tanque de oxígeno, enfrentando temperaturas bajo cero y corrientes impredecibles. Algunas de ellas tienen más de 80 años y siguen activas. Esta tradición de las haenyeo no solo es una muestra de habilidad física, sino de resistencia cultural.

El gobierno coreano ha reconocido a las buceadoras coreanas como Patrimonio Cultural Inmaterial, y su figura ha llegado a representar la fuerza femenina en la cultura ancestral de la isla de Jeju.

La ciencia confirma que son diferentes

Un estudio publicado en la revista Cell Reports en mayo de 2025 por un equipo de investigadores coreanos, entre ellos miembros de la Universidad Nacional de Seúl, las buceadoras coreanas evolucionando presentan mutaciones genéticas únicas que podrían explicar su inusual tolerancia física.

Investigadores compararon muestras de ADN de más de 30 haenyeo con las de otras mujeres coreanas de la misma región que no practican el buceo. La diferencia genética era evidente. En particular, se identificaron variantes en genes relacionados con la capacidad pulmonar, el metabolismo del oxígeno y la adaptación al frío.

Mutaciones únicas en el genoma

Entre los hallazgos más relevantes, los científicos observaron adaptaciones fisiológicas vinculadas a la regulación de la presión arterial y la conservación del oxígeno durante las inmersiones, similares a las que presentan algunos mamíferos marinos como focas y delfines.

Una tradición que se está apagando

Pese al interés científico y cultural, la tradición de las haenyeo enfrenta un futuro incierto. Las generaciones jóvenes de la isla de Jeju ya no desean continuar esta práctica. El trabajo es duro, los ingresos han disminuido y los peligros del mar son cada vez mayores. A esto se suma el impacto ambiental: la sobrepesca, el cambio climático y la disminución de recursos marinos han hecho que la actividad sea menos rentable y más riesgosa.

Hoy, la mayoría de las haenyeo activas tienen más de 60 años. Muchas trabajan por necesidad, mientras que otras lo hacen por mantener viva la tradición. Sin embargo, con pocas aprendices interesadas, esta cultura ancestral podría extinguirse en las próximas décadas.

El océano, un campo de batalla para las haenyeo

Cada jornada de trabajo comienza antes del amanecer. Las buceadoras coreanas evolucionando se agrupan, revisan el estado del mar y se equipan con lo mínimo indispensable. Bucean durante horas, realizando hasta 100 inmersiones diarias, sin asistencia tecnológica. El control de la respiración y la resistencia mental son tan importantes como la fuerza física.

Los riesgos son constantes: descompensaciones, choques térmicos, redes de pesca abandonadas e incluso ataques de fauna marina. Aun así, ellas continúan. El océano es su hogar, su sustento y su desafío diario.

En los últimos años, varias haenyeo han sido documentadas por fotógrafos y cineastas que buscan preservar su historia. Documentales como The Last of the Sea Women, producciones recientes y exposiciones fotográficas en Seúl y París han contribuido a visibilizar el valor de estas mujeres

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La isla de Jeju y su herencia viva

La isla de Jeju no solo es un atractivo turístico por sus paisajes volcánicos y cascadas, sino por su gente. Las haenyeo son parte del alma de este lugar. Su presencia recuerda que, en medio del avance tecnológico y la modernización, todavía existen guardianes de la cultura ancestral que desafían los límites del cuerpo humano.

Mientras la ciencia avanza para entender los secretos genéticos de las buceadoras coreanas evolucionando, su historia sigue escribiéndose cada vez que una de ellas se lanza al mar. Con o sin tanque, con frío o con olas violentas, estas mujeres continúan demostrando que la resistencia también puede heredarse.

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