China invierte en petróleo de Venezuela con nueva jugada energética
China volvió a mover sus fichas en el tablero del crudo mundial con una inversión de 1,000 millones de dólares en Venezuela. La compañía privada China Concord Resources Corp (CCRC) firmó un contrato de 20 años con PDVSA que le permite operar campos petroleros en el Lago Maracaibo. Con esta alianza, China invierte en petróleo de Venezuela para reabrir más de 100 pozos abandonados y aplicar tecnología importada desde Asia.
Según Reuters, la firma ya produce alrededor de 12,000 barriles diarios y su meta es llegar a 60,000 antes de 2026. Para lograrlo, CCRC envió desde Zhoushan, China, una plataforma flotante que ya opera en aguas venezolanas separando crudo ligero y pesado.
Producción nacional en recuperación gracias a la inversión china
Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, con más de 303 mil millones de barriles, pero su producción cayó de 1.3 millones de barriles diarios en 2018 a unos 750,000 tras el embargo de 2019 y la falta de inversión.
El acuerdo con CCRC, donde China invierte en petróleo de Venezuela, busca revertir ese desplome. De acuerdo con Reuters, las exportaciones ya superaron los 900,000 barriles diarios en septiembre de 2025, el nivel más alto en nueve meses.
Choque con la política de Estados Unidos
La expansión china se da en un contexto de tensiones con Washington. En marzo de 2025, el expresidente Donald Trump impuso un arancel del 25% a cualquier país que compre petróleo venezolano. Esa medida desalentó a compradores como India, pero no detuvo a China.
“Las sanciones de Estados Unidos espantaron a muchas empresas, dándonos una oportunidad”, declaró un ejecutivo de CCRC citado por Reuters.
Una victoria estratégica para Beijing
Para los analistas, que China invierte en petróleo de Venezuela representa un triunfo en varios frentes. Por un lado asegura suministro de crudo en condiciones ventajosas y, por otro, refuerza su influencia en América Latina en un momento de repliegue de compañías occidentales.
Lo que parece un retroceso para Washington se convierte en una victoria estratégica para Beijing, confirmando que en la geopolítica del petróleo los vacíos de poder nunca duran mucho.