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Esta es la hora en la que debes desayunar y cenar según tu reloj biológico 

Los expertos explican la importancia que tiene el horario en la longevidad de las personas a mediano y largo plazo en sus vidas.

Sin duda alguna la forma en cómo nos alimentamos influye de manera determinante en nuestra salud.

Pero no solo lo que comemos y en qué cantidad, sino en la hora en qué lo hacemos. 

Un nuevo estudio pone en el centro a la crononutrición, que es la disciplina que ayuda a comprender la relación entre la hora de la ingesta de alimentos.

Por ello, las personas deben saber que las persoans que cenan y desayunan temprano tienen menos problemas cardiovasculares.  

Un ayuno nocturno prolongado actúa como seguro de salud, pero no sirve el truco de saltarse el desayuno.  

Los resultados de este trabajo, llevado a cabo por un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona y publicado en la revista Nature Communications.

Estos permitieron hacer recomendaciones muy precisas sobre la mejor hora para realizar la primera y la última comida del día. 

Sobre el trabajo  

El trabajo se llevó a cabo con los datos de más de 100.000 adultos del estudio NutriNet-Santé, en Francia.  

Lo que cuentan es que a todos los participantes se les pidió que informaran de forma repetida sobre los horarios de sus comidas y su composición.  

Con esta información se determinó la hora de la cena y el desayuno de cada persona y el número de comidas que realizaban al día las personas que hacían parte del estudio. 

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Así las cosas, se efectuó un seguimiento medio de 7 años, centrando la atención en las enfermedades cardiovasculares que desarrollaban esas personas.  

Asimismo, se utilizaron modelos estadísticos para relacionar los horarios de comida de los participantes con patologías vasculares cardíacas y cerebrales.  

Para reducir el riesgo de posibles sesgos, los investigadores tuvieron en cuenta un gran número de factores que pueden generar confusión.

Particularmente en lo sociodemográficos (edad, sexo, situación familiar), la calidad nutricional de la dieta, el estilo de vida y el ciclo de sueño. 

A qué hora hay que desayunar y cenar

Según los expertos que hicieron el estudio se debe desayunar antes de las 8 de la mañana y cenar antes de las 8 de la noche. 

Para Anna Palomar Cros, primera autora del estudio la primera comida del día es importante, “ya que es el momento en el que se rompe el ayuno nocturno y cada vez se está viendo más influencia en la regulación de los relojes biológicos”. 

En cuanto al horario de la última ingesta de alimentos, dice que, “si se hace muy tarde, cuando el cuerpo debería estar en reposo, también puede causar alteraciones en nuestro reloj biológico”. 

Agregaron los especialistas que la hora de la comida a mediodía no se ha estudiado en este trabajo porque, en palabras de la investigadora, “no hay demasiada evidencia de que tenga tanto impacto”.  

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Lo que sí que parece que es relevante es “a qué hora comienza y termina la ventana de alimentación diaria y el periodo de ayuno en medio de estas dos comidas”. 

Además, influye en cómo dormimos, explica Palomar que: “El hecho de hacer una cena muy tarde y dejar poco tiempo entre la cena y la hora de ir a dormir puede afectar a la calidad de nuestro sueño y al proceso de digestión”. 

La importancia de la hora de la comida

La importancia de la crononutrición también se refleja en un estudio publicado recientemente en la revista Science por el neurobiólogo Joseph Takahashi, del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, Estados Unidos. 

En este se demuestra que un método experimental usado para prolongar la vida en animales modelo, la restricción calórica (ingerir menos calorías de manera controlada), es más efectiva si se aplica teniendo en cuenta los ritmos biológicos.  

Desde los datos recogidos se pudo establecer que varios grupos de ratones comieron toda su vida un 30% menos de lo habitual, pero algunos lo hicieron con restricciones horarias.  

Los que podían comer en cualquier momento del día fueron un 10% más longevos; los que comían solo de día vivieron un 20% más; y los que comían solo de noche, cuando los ratones son más activos, un 35% más.  

Hay que tener en cuenta que los roedores son animales nocturnos y los humanos somos diurnos, explica la investigación. 

 

 

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