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Estar en una relación estable aumenta las probabilidades de subir de peso, según estudio

Investigaciones científicas revelan que las parejas que conviven o están casadas tienden a ganar más peso con el tiempo debido a cambios en la rutina, la alimentación y la vida emocional compartida.

Estudios científicos recientes han confirmado que estar en una relación estable está relacionado con un incremento progresivo del peso corporal. Una revisión de más de 350 mil personas encontró que las parejas con relaciones consolidadas presentan un índice de masa corporal (IMC) más alto que quienes están solteros, divorciados o viudos. Esta diferencia se acentúa a partir del segundo año de convivencia.

Investigadores han identificado que las personas en relaciones duraderas tienden a adoptar comportamientos compartidos que no siempre son saludables. Entre ellos se encuentran las cenas abundantes, el consumo frecuente de snacks, y la disminución del ejercicio físico. Además, la motivación individual para mantener un físico atractivo puede disminuir al no existir la presión de conquistar una nueva pareja. Esta combinación de factores explica por qué estar en una relación estable puede predisponer a subir de peso con el tiempo.

Los hábitos alimenticios cambian con la convivencia en pareja

Uno de los factores más influyentes en el aumento de peso es el cambio en los hábitos alimenticios que ocurre cuando se inicia la convivencia en pareja. Cocinar juntos, pedir comida a domicilio o salir a comer con frecuencia se convierte en una rutina emocionalmente gratificante, pero nutricionalmente riesgosa. La comida pasa a ser una actividad central en la relación, asociada al descanso, la celebración o incluso al consuelo emocional.

Además, las decisiones sobre qué y cuándo comer se toman de forma conjunta, lo que implica que una persona con malos hábitos puede arrastrar al otro a rutinas poco saludables. La planificación de menús suele priorizar la comodidad o el gusto compartido, antes que el valor nutricional. Por otro lado, en parejas heterosexuales, los estudios muestran que las mujeres tienden a adaptar su consumo a los patrones del hombre, lo que también puede impactar negativamente su peso corporal.

Los hombres casados tienen mayor riesgo de subir de peso

La evidencia científica ha sido clara: los hombres casados tienden a subir más de peso que sus pares solteros. En un estudio realizado por el Instituto de Cardiología de Varsovia, se analizó a más de dos mil adultos, concluyendo que los hombres casados tienen un 62 % más de probabilidad de ser obesos. Esta cifra contrasta con el 39 % que se encontró entre las mujeres casadas del mismo grupo.

El fenómeno no está relacionado únicamente con la alimentación, sino también con factores sociales y culturales. En muchas culturas, se tolera más el sobrepeso en los hombres, sobre todo después del matrimonio, mientras que las mujeres siguen expuestas a mayores exigencias estéticas. Esta diferencia de presión social influye en los niveles de autocuidado. Los hombres casados también tienden a visitar menos al médico y hacer menos ejercicio que cuando estaban solteros, lo que agrava el problema.

La seguridad emocional reduce la preocupación por el aspecto físico

Estar en una relación estable puede traer seguridad, afecto y confianza, pero también puede hacer que se relaje la disciplina personal. La percepción de haber alcanzado una estabilidad sentimental suele ir acompañada de una reducción en la preocupación por la apariencia física. Las personas ya no sienten la necesidad constante de “verse bien” para atraer a alguien nuevo.

En psicología, esto se conoce como “desactivación del esfuerzo competitivo”, una fase donde el cerebro deja de ver a otros como posibles rivales y se enfoca más en la construcción del vínculo emocional. Esa tranquilidad interna puede hacer que el ejercicio y la alimentación saludable pasen a un segundo plano. Aunque esto no afecta a todas las parejas por igual, la tendencia es clara en relaciones largas, donde la rutina y el confort emocional dominan.

La convivencia modifica la rutina física y emocional

Al pasar de una relación a distancia o intermitente a una convivencia continua, la rutina diaria sufre cambios importantes. Compartir espacio y tiempo con la pareja puede reducir la cantidad de actividades individuales, como el gimnasio, las caminatas o el deporte. Además, muchas decisiones que antes eran personales ahora se negocian con el otro, como los horarios de sueño, las comidas, o la planificación del día.

La actividad física puede disminuir porque se priorizan momentos de descanso o entretenimiento compartido, como ver series o cocinar juntos. Incluso si una de las personas tiene buenos hábitos de ejercicio, es común que se adapte al ritmo del otro. Además, la vida doméstica genera nuevas responsabilidades que pueden agotar la energía necesaria para moverse más. En poco tiempo, la suma de estos cambios puede reflejarse en la balanza.

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El bienestar emocional no siempre protege frente al aumento de peso

Aunque las relaciones estables generan beneficios emocionales, no siempre se traducen en bienestar físico. Una pareja puede sentirse profundamente feliz, pero si sus rutinas están marcadas por el sedentarismo, la comida rica en calorías y la falta de actividad, su estado de salud se verá afectado. Varios estudios longitudinales han identificado que, paradójicamente, las parejas más satisfechas tienden a ganar más peso que aquellas que reportan niveles moderados de felicidad.

Esto no significa que la felicidad sea un factor negativo, sino que tiende a relajarse el autocontrol cuando no hay conflictos. La ausencia de tensión, el confort emocional y la rutina compartida contribuyen a dejar de prestar atención al cuerpo. Sin embargo, esta situación puede revertirse si la pareja toma conciencia del impacto de sus elecciones diarias.

Recomendaciones para no subir de peso estando en pareja

Los expertos en nutrición y salud recomiendan mantener hábitos conscientes, incluso dentro de una relación estable. Algunas de las estrategias más efectivas incluyen:
– Cocinar en casa recetas equilibradas y limitar los pedidos a domicilio a una vez por semana.
– Planificar caminatas o sesiones de ejercicio como una actividad de pareja.
– Evitar comer frente al televisor, ya que esto favorece el exceso de calorías.
– Servirse porciones moderadas y evitar repetir automáticamente.
– Conversar abiertamente sobre la importancia de cuidarse mutuamente y establecer metas conjuntas.

Estas pequeñas acciones pueden marcar la diferencia entre una relación saludable en todos los sentidos y una dinámica que afecte el bienestar físico sin que nadie lo note al principio.

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