Los residentes de la zona central de Alberta, Canadá, disfrutaron recientemente de un gran espectáculo.
Se trata de unos pilares de luz iluminaron el cielo nocturno invernal y crearon columnas de luz que parecían extenderse desde el suelo hacia arriba.
Estos rayos verticales brillantes, que a menudo se confunden con actividad paranormal, son en realidad una fascinante ilusión óptica natural formada por condiciones climáticas específicas.
Los pilares de luz se forman cuando la luz de fuentes como farolas o luces de edificios se refleja en diminutos cristales de hielo hexagonales en la atmósfera.
Estos cristales de hielo, que suelen tener un diámetro de unos 0,02 mm, actúan como espejos, reflejando la luz y creando columnas verticales que parecen elevarse muy por encima del suelo.
En qué partes del mundo se da
El resultado es una ilusión óptica impresionante, en la que los rayos de luz parecen elevarse hacia el cielo, produciendo un espectáculo brillante y etéreo.
Aunque su apariencia puede parecer mística, los pilares de luz son un fenómeno natural bien conocido, sin conexión con la actividad extraterrestre o fuerzas paranormales.
El fenómeno ocurre predominantemente en climas más fríos, especialmente durante los meses de invierno, cuando las temperaturas bajan significativamente.
Países como Canadá, Rusia y partes de Escandinavia son lugares privilegiados para presenciar esta maravilla invernal, y Alberta no es una excepción.
Para que se formen los pilares de luz, debe darse una combinación precisa de condiciones climáticas.
Entre ellas como temperaturas gélidas que oscilan entre -10 °C y -40 °C, altos niveles de humedad y aire en calma.
Cuando estos elementos se alinean y los cristales de hielo se acumulan en la atmósfera, aparecen los pilares de luz.
Estos ofrecen una bella iluminación celestial impresionante contra el oscuro cielo invernal.
Los expertos
Los meteorólogos subrayan que estos pilares de luz son puramente ilusiones ópticas, no estructuras reales en el cielo.
Se crean por el reflejo de la luz de los cristales de hielo suspendidos, que pueden estar a gran altura sobre el suelo.
Los pilares pueden parecer originados directamente de las fuentes de luz, pero son simplemente un reflejo de la luz a través de los cristales de hielo.
Para quienes desafían las gélidas temperaturas y el viento helado en Alberta, las columnas de luz sirven como recordatorio de la misteriosa belleza del invierno.
A pesar del frío, el espectáculo transforma el paisaje helado en un espectáculo celestial impresionante, ofreciendo un momento de asombro en medio de las duras condiciones invernales.
Las auroras boreales, otro bello fenómeno natural
Las auroras se crean cuando las partículas de alta energía de las eyecciones de masa coronal o del viento solar pasan por encima del escudo magnético de la Tierra, o magnetosfera, y sobrecalientan las moléculas de gas en la atmósfera superior.
Las moléculas excitadas liberan energía en forma de luz, y el color de esa luz depende de qué elemento se esté excitando.
Los dos colores más comunes de las auroras son el rojo y el verde, que son emitidos por moléculas de oxígeno a diferentes altitudes (las auroras rojas se producen a altitudes mayores que sus variantes verdes).
Pero cuando las partículas solares penetran profundamente en la atmósfera, también pueden provocar auroras rosadas poco comunes cuando excitan moléculas de nitrógeno.
Lo que dice la ciencia
En teoría, tanto las moléculas de oxígeno como las de nitrógeno pueden emitir longitudes de onda anaranjadas en determinadas condiciones.
Sin embargo, incluso cuando esto sucede, el naranja se ve opacado por los otros colores emitidos por las moléculas que lo rodean, lo que hace prácticamente imposible ver estas longitudes de onda, informó Spaceweather.com.
A pesar de que las auroras rojas y verdes se dan juntas con frecuencia en el cielo, las auroras “anaranjadas” son muy poco frecuentes.
El color naranja es más visible en el centro de los grandes rayos aurorales que están compuestos tanto de luz roja como de luz verde, que son muy poco comunes.
La última vez que se vieron colores tan vibrantes como calabazas fue durante la gran tormenta de Halloween de 2003, la tormenta solar más poderosa registrada hasta ahora, según los expertos.
Durante este evento épico, las luces anaranjadas se vieron en América del Norte y el norte de Europa.