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Costa Rica, el nuevo paraíso de los carteles de la droga

A finales de 2017, el entonces fiscal general costarricense Jorge Chavarría advirtió que narcotraficantes aztecas estaban armando a bandas locales con rifles AK-47 y granadas, y entrenando a sus miembros para que les ayudaran a controlar sus rutas de contrabando.

El mejor país para los jubilados, el número uno de Centroamérica por la calidad de vida que ofrece y el tercero con calificaciones más altas por quienes trabajan desde el extranjero.

Costa Rica sigue apareciendo al frente de las encuestas de los lugares a los que valdría la pena mudarse o nunca dejar.

Los entrevistados destacan el bajo costo de vida, las riquezas naturales del país y su población “generalmente amigable”.

A pesar de la buena fama que esta nación de cinco millones de habitantes tiene en el exterior, reportes indican que es el nuevo ‘paraíso’ del crimen organizado y su violencia ha aumentado en años recientes.

Mientras la mayoría de los homicidios son ligados al contrabando de drogas, el país registró en 2020 la mayor cantidad de cocaína decomisada en su historia: 56.7 toneladas, un aumento del 56% respecto al año anterior.

Desde hace tres décadas se ha documentado una presencia cada vez mayor de carteles colombianos y mexicanos, entre estos el de Sinaloa.

A finales de 2017, el entonces fiscal general costarricense Jorge Chavarría advirtió que narcotraficantes aztecas estaban armando a bandas locales con rifles AK-47 y granadas, y entrenando a sus miembros para que les ayudaran a controlar sus rutas de contrabando.

Algo que el funcionario llamó la “mexicanización” de los delincuentes de su país.

“Tenemos establecido en la región que hay un dominio de las rutas que eran antes pertenecientes o dominadas por narcotraficantes colombianos, que están siendo manejadas o dominadas ahora por los narcotraficantes mexicanos”, dijo Chavarría en ese tiempo al diario El Universal.

El nuevo puente del narcotráfico

Los narcotraficantes han encontrado un paraíso vasto en los manglares y junglas, con pocos pobladores y escasa vigilancia policial, que pueden usar como paradero para la cocaína que trasiegan desde Sudamérica hacia Estados Unidos.

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También han comenzado a aprovechar cada vez más la fértil tierra para sembrar marihuana entre los almendros y cedros del lugar.

Costa Rica no tiene un ejército, y esta incursión en su territorio ha puesto a los guardias forestales, ligeramente armados, al frente de la guerra contra el narcotráfico al mismo tiempo que deben evitar que los excursionistas se topen con alguna sorpresa desagradable.

Mauricio Boraschi, jefe de la Comisión Nacional Antidrogas de Costa Rica, señala que, “apretaste el globo en el sur y apretaste el globo en el norte, y sencillamente las organizaciones criminales, aunque no sean los capos, se desplazan y lo articulan en Centroamérica”.

Los narcotraficantes embarcan grandes cantidades de cocaína “desde el puerto colombiano de Buenaventura -en aguas del Pacífico-, desde donde pueden navegar directamente hacia parques como Manuel Antonio, que cuenta con largos tramos de playas”, dijo Boraschi.

Costa Rica abolió a su Ejército en 1948, una medida que se celebra anualmente, así que el país centroamericano no puede enfrentar el problema con un enfoque militar como se hace en México o Colombia.

Sin embargo, el Gobierno de Costa Rica ha fortalecido la cooperación con la Marina de Estados Unidos para golpear a los narcotraficantes en el Pacífico Sur.

Además, recientemente recaudó un impuesto especial a negocios para reunir 70 millones de dólares para el combate al narcotráfico, incluyendo unidades policiales especiales.

Las ventajas geográficas

Costa Rica geográficamente es una nación privilegiada que abre el apetito de los traficantes quienes llegan al sur del país a través de Puerto limón y Golfito.

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Estos lugares hasta donde, por  lo general, les alcanza el combustible a las embarcaciones que provienen desde aguas colombianas y Puerto Caldera se ha convertido también en uno de esos sitios adonde llegan lanchas rápidas con caletas y algunos buques con los contenedores infestados de droga. 

Según el Director del Instituto Costarricense Sobre Drogas, Guillermo Araya Camacho, “hay presencia de lo que es el Cartel de Sinaloa y todavía de los carteles colombianos.

Lo que hace un poco más difícil la investigación es esa vinculación con las pequeñas estructuras que no podemos catalogarlas como carteles en Costa Rica. 

Ahora estamos viendo totalmente atomizado el negocio.

Hay estructuras muy pequeñas con una capacitación constante y formación de estructuras criminales extranjeras que ha ocasionado el incremento en los índices de violencia y asesinatos, algo que nunca antes habíamos vivido”.

Puerto Limón

La intimidación a los habitantes es la orden del día en una provincia, como Puerto Limón, donde hay un activo tráfico de drogas, como lo confirmo un habitante de la localidad, quien se atrevió a denunciar lo que ocurre.

“Si uno habla o dice algo en contra del narcotráfico es posible que ya mañana no esté”.

¿Qué quién manda aquí? “no sabría decirle los nombres pero si hay montones de carteles en Limón que entran por la zona de Tortuguero, se vienen por los lados de Manzanillo, de Panamá”.

Narra la fuente a medios costarricenses que, “ahí llega la droga. Hay veces que la lanzan desde las lanchas o también en submarinos caseros entregan la droga”.

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