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Los secretos más oscuros que se lleva el papa Benedicto XVI a la tumba

Fue el séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano, desde el 19 de abril de 2005 hasta su renuncia el 28 de febrero de 2013.

Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años, fue el primer pontífice de la historia en afrontar abiertamente el tema de los abusos sexuales en la Iglesia.

Fue el séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano, desde el 19 de abril de 2005 hasta su renuncia el 28 de febrero de 2013.

Comenzó a ser conocido en su competencia intelectual al participar en el Concilio Vaticano II como asesor teológico del cardenal Josef Frings.

Posteriormente fue nombrado arzobispo de Múnich y Frisinga y luego cardenal por el papa Pablo VI en 1977.

En 1981 fue llamado a Roma para ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe por el papa Juan Pablo II, quien años más tarde lo nombró decano del Colegio cardenalicio y, como tal, cardenal-obispo de Ostia en 2002.

Algunos de los secretos que se lleva el papa a la tumba

El informe de Múnich

“Una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón”.

El papa emérito respondía así a la publicación de un informe que le acusaba de haber estado al corriente de cuatro casos de curas pederastas en sus tiempos como arzobispo de Múnich (1977-1982).

Lo que generó polémica es que este y muchos otros casos solo fueron trasladados a otras diócesis.

Días antes, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing, le animaba a pedir perdón y a aceptar su responsabilidad en el encubrimiento de los casos.

Benedicto XVI negó la acusación y recordó además sus encuentros con víctimas de abusos durante sus numerosos viajes por el mundo.

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“Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestras culpas, nuestras grandes y grandísimas culpas”, imploraba entonces.

La sombra de los abusos

La espinosa cuestión de los abusos sexuales ya seguía al teólogo alemán en sus tiempos al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1981-2005).

Existen cartas de Ratzinger en las que, ya en 1988, avanzaba la urgencia de reformar el Derecho Canónico acerca de los delitos “más graves contra la moral”.

Así las cosas, lográndolo hasta en 2001, en los últimos años de Wojtyla, con el documento “De delictis gravioribus”.

Un papado turbulento

El 19 de abril de 2005 se produjo su elección como papa y en los años venideros, la cuestión seguiría siendo candente.

Precisamente pocos días antes, con Juan Pablo II agonizante -moriría ocho días después- Ratzinger denunció “la suciedad en la Iglesia” y en su clero en las meditaciones que leyó en el Vía Crucis de Viernes Santo.

Tras su elección, Benedicto XVI se convirtió en el primer papa en recibir en audiencia a víctimas de pederastia.

En 2006 tomó una decisión crucial: retirar del sacerdocio al fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, por sus múltiples abusos y extorsiones, e intervino la congregación para refundarla.

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El primer problema

El anciano Ratzinger, que había consagrado su vida a la custodia de la fe y de la tradición, puso las bases de la respuesta de la Iglesia a los escándalos de pederastia.

Lo que llevó a afrontar sin medias tintas y con reformas de calado por su sucesor, Francisco.

Asimismo, desde el exterior resonaban las acusaciones de indulgencia e inacción con los pederastas durante años.

Y siglos en los que la Iglesia fue un poder incuestionable e infalible, porque Roma aún no estaba haciendo todo lo posible para atajar esta lacra.

Los datos

Los historiadores de la Iglesia dicen que la ramificación más significativa para el futuro del catolicismo podría derivarse de la decisión de Benedicto en 2013 de abdicar del poder, convirtiéndose en el primer pontífice en 600 años en hacerlo.

Francisco ha señalado en varias ocasiones que Benedicto sentó un precedente para futuros pontífices, y el pasado mes dijo que ya había escrito una carta de renuncia, en caso de problemas graves de salud.

Francisco tiene 86 años y sufre dolores de rodilla, pero mantiene una apretada agenda, y no hay indicios de que vaya a dimitir pronto.

Pero la muerte de Benedicto facilita que Francisco se plantee la abdicación en el futuro. Un Papa retirado es menos complicado que dos.

En última instancia, la abdicación de Benedicto parecía premonitoria, dadas las exigencias del cargo y la fragilidad de Benedicto.

  • Imagen de portada tomada/ www.latimes.com
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