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¿Se acerca el fin del mundo? Nuevas señales en el Polo Sur así lo confirmarían

En los últimos 30 años, la temperatura en el Polo Sur ha aumentado aproximadamente 1,8 °C lo que estaría cambiando la flora y la fauna trayendo consigo consecuencias catastróficas.

El polo sur es desde hace décadas uno de los focos de observación científica más monitoreados del planeta, dado a que, en este vasto territorio, inexplorado en gran parte, puede estar la clave para entender los efectos del cambio climático, el calentamiento global y los niveles de contaminación del planeta.

A medida que la crisis climática se ha ido acelerando, esta región ha sido vigilada de cerca por su rápido derretimiento y su capacidad de destrucción costera generalizada. Lo que hace pensar a los científicos que hay muchas razones para sospechar que el calentamiento global podría conducir a una catástrofe desde esta parte del globo. Y a su vez estiman que el riesgo de colapso de la sociedad global o extinción humana ha sido » peligrosamente subestimado”.

En las plantas estaría la clave

la Universidad de Insubria, en Italia, han podido evidenciar algunos cambios en el Polo Sur producto del aumento de la temperatura de la tierra, lo que podría ser determinante para dar una fecha de caducidad del planeta tal y como lo conocemos.

Según los investigadores, desde hace 50 años se viene estudiando el comportamiento de dos de las únicas plantas que crecen en esta parte del planeta y se encontraron con que su expansión se ha acelerado en los últimos meses. Al parecer, las altas temperaturas hacen que las especies se propaguen rápidamente.

El aumento de las temperaturas en la Antártida durante la última década y la reducción de la capa de hielo han provocado que la vegetación autóctona se propague rápidamente en algunas regiones. La información está plasmada en su primer estudio sobre la aceleración de los cambios en los ecosistemas polares que se ha producido en los últimos años, realizado por un grupo de científicos en las islas Signy y South Orkney, en el continente antártico.

Desde 2009, la propagación de la gramínea Deschampsia antarctica y el caryophyllium Colobanthus quitensis ha sido mayor que la suma de los 50 años anteriores. Este período coincide con un aumento acelerado de la temperatura del aire y una reducción del número de focas y lobos marinos, según el artículo publicado en el portal científico Current Biology.

Las poblaciones de las dos especies de plantas se han estudiado desde la década de 1960. La investigación muestra que los pastos se propagaron a un ritmo cinco veces más rápido entre 2009 y 2018 que entre 1960 y 2009. En el caso de las karyophylatiae, el aumento fue casi diez veces mayor.

¿Un efecto del cambio climático?

Además, en los últimos diez años, la temperatura durante el verano antártico aumentó de 0,02 ºC a 0,27 ºC, a pesar de un fuerte enfriamiento registrado en 2012.

La profesora e investigadora principal del estudio, Nicoletta Cannone, de la Universidad de Insubria, en Como, Italia, dice que los ecosistemas terrestres de la Antártida reaccionan rápidamente a los cambios en el clima.

“Esperaba un aumento de estas plantas, pero no de esta magnitud”, señaló. «Recibimos múltiples pruebas de que se está produciendo un cambio importante en la Antártida».“El principal impulsor de estos cambios es el calentamiento del aire durante el verano; y el secundario es la reducción de la población de focas en las islas.

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Se desconoce el motivo de la disminución del número de estos animales, que tienden a desplazarse sobre estas plantas y aplastarlas, pero probablemente estaría asociado a cambios en la disponibilidad de alimento y en las condiciones del mar”, agregó.

Los análisis comprueban la influencia de las focas en los cambios ocurridos entre 1960 y 2009. Pero, después de ese período, el mayor factor de transformación fue el aumento de la temperatura. La tendencia al calentamiento debería continuar, con la aparición de nuevas áreas de fusión en las próximas décadas.

La posible generación de los cambios

La mayor presencia de estas especies vegetales puede provocar cambios en la acidez del suelo, en las bacterias y hongos que se encuentran en él, y en la forma en que se descompone la materia orgánica. La profesora Cannone explica que los cambios en la química del suelo, además de la degradación del permafrost, pueden desencadenar cambios en serie que podrían afectar a todos los componentes de los ecosistemas terrestres de la región.

“Estas plantas son capaces de realizar la fotosíntesis en temperaturas bajo cero y nieve, y se reproducen rápidamente incluso en condiciones climáticas adversas”. “Esta es la primera evidencia en la Antártida de respuestas aceleradas de los ecosistemas al calentamiento global, en línea con observaciones similares realizadas en el hemisferio norte”, enfatizó.

Los investigadores dicen que los hallazgos observados en Signy Island son representativos de los procesos que tienen lugar en la región en su conjunto. «Nuestros hallazgos respaldan la hipótesis de que el calentamiento desencadenará cambios significativos en estos frágiles ecosistemas antárticos», dijeron los autores.

Los riesgos y las eventuales catástrofes

Particularmente preocupantes son los puntos de inflexión, donde un pequeño aumento en la temperatura global provoca un gran cambio en el clima, como las enormes emisiones de carbono de un bosque amazónico afectado por sequías e incendios forestales. Los puntos de inflexión podrían desencadenar más puntos de inflexión y algunos aún están poco estudiados.

Los investigadores advierten que el cambio climático podría exacerbar o desencadenar otros riesgos catastróficos, como guerras internacionales o pandemias de enfermedades infecciosas, y empeorar las vulnerabilidades existentes, como la pobreza, las malas cosechas y la escasez de agua

Según los científicos, hay buenas razones para preocuparse por el potencial de una catástrofe climática global: de hecho, la historia nos advierte. El cambio climático ha desempeñado un papel fundamental en el colapso o transformación de numerosas sociedades anteriores y en cada uno de los cinco eventos de extinción masiva en la historia de la Tierra.

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