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Aterrizaje por un ovni, el caso de Manises: 43 años de un misterio sin respuestas

La noche del 11 al 12 de noviembre de 1979, un avión de la compañía TAE aterrizó en el aeropuerto de Valencia "perseguido" por luces rojas que aseguran era un ovni.

Innumerables son los casos que han llegado a conocerse sobre personas que aseguran haber tenido contacto con seres extraterrestres; algunos de ellos son historias verdaderamente impactantes y que nos dejan con la sensación de que realmente no estamos solos en el universo. El Caso Manises es sin duda una de esos episodios de ufología más recordados.

El incidente tuvo lugar el 11 de noviembre de 1979, cuando “un enorme OVNI” provocó el aterrizaje de emergencia de un avión Super Caravelle de la extinta compañía TAE, con 109 pasajeros a bordo, en el aeropuerto valenciano de Manises, pocos minutos después de despegar de Sont, San Juan, en Mallorca, rumbo a Tenerife, en las Islas Canarias.

Por si fuera poco, más de 40 personas observaron extrañas luces sobrevolando el aeropuerto y un avión de combate persiguiendo a tres extraños artefactos voladores durante casi dos horas por casi toda España.

Días después, cuando una comisión oficial investigaba lo sucedido, otro piloto militar español perseguía un gigantesco objeto no identificado, y varios cuerpos anómalos sobrevolaron Madrid con tal audacia que casi provocaron un conflicto aéreo sobre la ciudad. Todo esto en 17 días.

La historia del Caravelle

El incidente comenzó dos horas antes del despegue del Caravelle, cuando el Servicio de Alerta y Salvamento Aéreo con base en Madrid informó al piloto de la existencia de una señal de radioalarma en la frecuencia 121.5, a 70 km al noroeste de Valencia, en pleno Mediterráneo.

Acto seguido, el comandante Javier Lerdo de Tejada solicitó información sobre el tráfico no identificado, ya que parecía estar volando en rumbo de colisión con su aeronave. También estaba escuchando a través del canal de emergencia la extraña señal de radio.

El evento duraría ocho minutos, durante los cuales el objeto —“del tamaño de un jumbo y con dos luces rojas intensas a ambos lados”, según Tejada— subía y bajaba con relación al avión, luego avanzaba y retrocedía hasta quedar en una distancia peligrosa 200 m de ella. Asustado, el piloto se dio por vencido. «No continuaré el viaje con esto siguiéndome».

Mientras el avión aún sobrevolaba el Mediterráneo, los operadores de radar de la Base Aérea de Torrejón en Madrid buscaban al intruso no identificado, pero no lo encontraron. Sin embargo, el radar militar de Benidorm localizó, durante todo este tiempo, hasta cinco ecos desconocidos sobrevolando la región a una altura aproximada de 10 km.

La extraña amenaza

Según los hechos, España vivía una auténtica invasión, ya que algo extraño y físico violaba el espacio aéreo del país. El director del aeropuerto valenciano Miguel Morlán y los 40 empleados de las instalaciones, creyendo que se trataba de un avión que aterrizaba, encendieron rápidamente las luces de la pista.

Sin embargo, el objeto esférico que acompañaba al Caravelle despegó cuando parecía que pretendía aterrizar. Luego el Comando Aéreo de Combate ordenó el despegue de un F-1 Mirage de la Base Aérea de Los Llanos para seguirlo.

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Un secreto bien guardado

El informe oficial del caso permaneció en secreto durante casi dos décadas, hasta su publicación el 29 de julio de 1994. A pesar de tener 142 páginas, la información presentada al público estaba incompleta. Incluso faltan datos de Fernando Cámara, el piloto que perseguía ovnis por todo el país. Pero del documento se conoció de otros testimonios que acreditan la presencia de luces no identificadas esa noche.

Evidentemente, la población no fue informada sobre la investigación oficial, pero gracias a los medios de comunicación se enteró de lo sucedido, aunque de manera simplista debido a la falta de transparencia de los militares ante casos de este tipo.

En marzo de ese año, el Estado Mayor Conjunto español había elevado a la categoría de “asunto reservado” todo lo relacionado con el fenómeno OVNI. Y, sin embargo, a partir de 1992, el Ejército del Aire, se vio obligado a divulgar algunos informes sobre el tema, incluido un documento relacionado con el Caso Manises. Pero aún así el secreto continuó.

Meses después, El caso llegó al Congreso de los Diputados. Enrique Múgica, entonces diputado del PSOE, preguntó en septiembre de 1980 por el suceso. El político informado de los hechos, hizo una interpelación al gobierno preguntando sobre la naturaleza del artefacto que provocó el aterrizaje de emergencia del TAE Caravelle.

Su pregunta nunca fue respondida por el ministro Sahagún. Sin embargo, gracias al extenso informe oficial del caso, conocemos que también se elaboró ​​un texto más reducido, de cuatro páginas, exclusivamente para instruir la divulgación de información por parte del gobierno español.

Curiosamente, antes de eso, los propios militares habían declarado que el evento fue causado por una “nave equipada con tecnología desconocida”. Hoy sabemos que el gobierno español ocultó información.

Las teorías

En la respuesta Mugica Defensa se limitó a asegurar en el informe que el tráfico desconocido era de procedencia indeterminada.

Así que sí surgieron diversas explicaciones oficiosas que hablaban de la presencia de un portaaviones de la Armada estadounidense en el Mediterráneo y que alguno de sus cazas pudo perseguir al Caravalle hasta unas 30 millas de Valencia (aunque los trabajadores del aeropuerto aseguraron haber visto las luces, así como algunos taxistas presentes en la terminal como publicó la revista Enigmas).

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Otra teoría explicaba que lo que Lerdo de Tejada vio en el cielo no eran más que las llamas de la chimenea de una refinería en Escombreras, Murcia, que debido a unas determinadas condiciones meteorológicas muy concretas parecía que estuvieran en el cielo.

A pesar de esto, nada dice esa explicación de por qué el experimentado piloto dice en varias ocasiones que las luces están fijas o que suben o bajan dependiendo de los movimientos del avión, de manera que hasta hoy todo sigue siendo un verdadero misterio sin resolver.

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