En la costa pacífica de Colombia, en medio de la agitación y la violencia que ha afectado a la ciudad de Buenaventura, se encuentra un lugar único: Puente Nayero, una comunidad que ha florecido como una isla de paz en medio de la tormenta.
En Puente Nayero, más de 600 familias desplazadas por la violencia han encontrado un refugio seguro, protegido por medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Pero la historia de este lugar no siempre fue tan tranquila. En la década de 2010, Buenaventura vivió tiempos oscuros marcados por asesinatos, desapariciones y grupos armados conocidos como las ‘casas de pique’.
Los habitantes de Puente Nayero se unieron para construir una puerta simbólica, un acto de resistencia civil que marcó el inicio de su espacio humanitario.
Esta acción no solo protegió a la comunidad, sino que también envió un mensaje claro a los grupos armados: este lugar es un espacio de paz y protegido por la CIDH.
Desde entonces, la comunidad ha experimentado un período de calma que ha permitido que sus habitantes florezcan.
Los desafíos constantes
La arquitectura de palafitos, aunque es un símbolo de la conexión de la comunidad con el mar, también ha sido utilizada como refugio por la delincuencia.
Pero la presencia permanente de la Policía y la Armada ha mantenido la tranquilidad en el área.
Sin embargo, detrás de la paz de Puente Nayero, persisten desafíos como la falta de educación y oportunidades, la corrupción y la incertidumbre sobre el futuro debido a megaproyectos de desarrollo.
A pesar de estos desafíos, la comunidad se aferra a sus costumbres y tradiciones arraigadas en el mar.
Puente Nayero es un testimonio de la resiliencia y la fuerza de las comunidades colombianas que han enfrentado la adversidad y han encontrado formas de construir un futuro mejor.
El corazón de Puente Nayero late al ritmo del mar y sus habitantes se dedican principalmente a la pesca, un oficio que ha sido transmitido de generación en generación.
A medida que sube la marea, los pescadores salen en sus canoas a buscar su sustento en las aguas del Pacífico.
¿Como es la vida en Puente Nayero?
La comunidad ha aprendido a lidiar con el flujo constante de basura que llega a sus aguas, una manifestación más de los desafíos que enfrentan.
La población de Puente Nayero ha crecido desde que se estableció el espacio humanitario, y ahora alberga a alrededor de 2.850 habitantes, divididos en unas 600 familias que viven en cerca de 300 casas.
Este aumento en la población es un testimonio de la seguridad que ha brindado este lugar, que se ha convertido en un refugio para aquellos que huyen de la violencia en Buenaventura.
Orlando Castillo, un destacado líder social y congresista de la República, es uno de los habitantes de Puente Nayero que ha luchado incansablemente por los derechos de su comunidad.
A pesar de haber enfrentado amenazas y atentados, sigue comprometido con la causa de la paz y la justicia en Buenaventura.
La historia de Puente Nayero es un recordatorio de cómo la solidaridad y la resiliencia pueden superar la adversidad.
Aunque los desafíos persisten, esta comunidad ha demostrado que es posible construir un lugar de paz en medio de la violencia.
En lugar de ser reubicados en viviendas de interés social, los habitantes de Puente Nayero valoran su conexión con el mar y su estilo de vida tradicional.
A medida que avanzan los años, Puente Nayero se mantiene firme, un faro de esperanza en Buenaventura, una ciudad que ha enfrentado tiempos difíciles pero que sigue buscando la luz al final del túnel.
La danza, la música y la cultura local siguen siendo fundamentales en la vida cotidiana de esta comunidad, y sus habitantes están decididos a preservar sus tradiciones mientras trabajan por un futuro mejor.
Puente Nayero es mucho más que una calle o un barrio; es un símbolo de la resistencia y la determinación de una comunidad que ha encontrado la paz en medio de la adversidad.
Imagen de portada tomada/El País